¿Los argentinos hemos perdido el encanto y los sueños?
El esposo tocó la puerta una y otra vez, pero nadie abría. “Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche”
Desde la cama, la esposa le contestó al esposo, quien estaba a la puerta temblando de frío. Me he desnudado de mi ropa; ¿Cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿Cómo los he de ensuciar? . Luego de un tiempo, la esposa al fin, se levantó.
“Mi amado metió su mano por la ventanilla, y mi corazón se conmovió dentro de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado… pero mi amado se había ido... Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé. Lo llamé, y no me respondió. Me hallaron los guardias que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron; me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros, Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, que le hagáis saber que estoy enferma de amor”, expresó la mujer.
El relato es tomado de uno de los libros más extraordinarios de la literatura como es “el cantar de los Cantares”, y salvando las enormes distancias del sentido que tiene originalmente, nos tomamos la osadía de relacionarlo con lo que sucede en nuestra querida nación Argentina, con su pueblo y sus gobernantes, y con la democracia.
LA POBREZA
El informe del observatorio de la UCA, que indicó que la pobreza en la Argentina subió al 44,2%. El caso fue opacado porque los medios dedicaron sus mayores espacios a la batalla por la herencia de Maradona, entre otros temas.
Pocos comentarios, poco asombro. ¿Qué nos ha pasado?. Parece que hemos perdido el termómetro de la sensibilidad, hemos caído en el costumbrismo de que lo anormal es normal.
Este patético panorama, de tantos niños con hambre y con un aumento exponencial de merenderos, se da en un país que produce materia prima para alimentar a 400 millones de personas. ¿Es la solución asignar más partidas para Desarrollo Social?. Contundentemente no.

PESCADO SIN PESCAR
Ayer, el sacerdote Fernando Nosa, de la Catedral San Roque de Sáenz Peña hizo una interpretación del tema: “la premisa de la Iglesia siempre será posibilitar fuentes de trabajo, y no crear un sistema estructural de pobreza como el asistencialismo”, acertadamente dijo, y mencionó que “hay proyectos de huertas comunitarias, proyectos para criaderos de gallinas, para generar alimentos y vender los remanentes que van quedando”.
En esta “normalidad”, poco se habla de achicar el gasto público ni de redistribuir los fondos para lograr una mayor cantidad de personas que dependan del Estado para subsistir. Decir y publicitar que cada vez hay más personas alcanzadas por planes y ayudas sociales del Estado debería darnos vergüenza como país. Es patético y habla a las claras que, entonces poco hemos hecho por lograr que las familias se ganen su plato de comida con el sudor de su frente, más allá del golpe mundial que dejó la pandemia del coronavirus.
SUEÑOS Y ENCANTOS
Hay un encanto que se perdió, y es el valor de la relación entre el trabajo y la producción con los sectores de poder que llegan al gobierno. Y no es nuevo. Viene de mucho tiempo atrás. La pérdida de credibilidad, y la desconfianza plena en a donde se orientan los recursos que se obtiene producto de la fuerte presión tributaria, las acciones y discursos de algunos políticos orientados a confrontar y no sanar las heridas abiertas, nos vuelve un país sin sueños. Y los que quieren cumplir sus objetivos y tienen la posibilidad de irse del país, se van. Pero, ¿y los que se quedan, y los que también tiene sueños de grandeza en un país en el que la miel, la leche, la carne, el trigo son moneda corriente?.
Ciertamente, los argentinos tiene derecho a recuperar sus sueños y luchar para que el encanto de la vida en este bendito sistema llamado democracia, pueda sentirse cada, en pleno ejercicios de libertades, y podamos empezar una etapa de para crecer, y sin la asfixia apremiante que el propio Estado impone.
MOTORES EN MARCHA
Y como no todo está perdido, hay gente, y mucha, que ha venido a poner su corazón, como diría Fito Páez, y desde las instituciones ponen en marcha planeas y tareas orientadas a capacitar a personas sobre todo jóvenes en tareas productivas, y es meritorio mencionar que organismos como el INTA, Conin Fundecch, la Uncaus, y otras instituciones, que van rediseñando políticas activas para trabajar en el ámbito productivo. Un claro ejemplo es la tarea de las huertas comunitarias que ejecuta el INTA y la Municipalidad de Sáenz Peña y que permite que vecinos de varios barrios de la ciudad puedan tener su sustento y también vender el excedente. Hay mucho más por contar, y por hacer, y aunque sea una gota en el mar, sirve, y mucho, además de la satisfacción de que cada uno hayamos hecho nuestra parte para recuperar el trabajo, la solidaridad, y por qué no el perdón que permita pensar otra vez en la unidad, en medio de tanta diversidad, de los argentinos de buena voluntad.