Un símbolo. Un ícono del periodismo de nuestra tierra

Miguel fue un periodista de raza. Culto. Conocedor de su tierra, de la cultura chaqueña y de la identidad que nos arroba y nos cobija. Contador interminable de anécdotas. Actor trascendental de la historia chaqueña de los últimos 50 años. Hombre de fe. Creyente. Ferviente católico. Amante del campo. Defensor de su Chaco. Admirador de su cultura. Hizo del periodismo su vida.

He profesado una sincera y profunda amistad junto a su familia, a pesar de la diferencia de edad. Largas e interminables tertulias. Muchas sin concesiones.

El respeto entre ambos tan reverencial imponía una regla no escrita: no recriminar jamás un editorial. No refutar una crítica. No quejarse ante opiniones adversas.

Hombre polémico en defensa de sus ideas y valores. Personalidad y carácter. Fraternal amigo de sus amigos. Protector de sus trabajadores. Leal entre leales.

Hoy pasará a la inmortalidad pues las personas que perduran por sus palabras y sobrevuelan las líneas del tiempo poseen un reconocimiento que trasciende la vida misma.

Adiós, Miguel. Seguramente el tiempo se detendrá. El amor de tu familia perdurará para siempre. La pasión encendida por River y For Ever continuarán hasta la eternidad.

En tu homenaje seguiremos luchando por tus mismas luchas. Por el puente. Por el segundo acueducto. Por las escuelas. Por la cultura. Por el progreso de nuestros pueblos y comunidades. Por las industrias. Por el gas.

En fin... por las interminables luchas eternas de nuestro pueblo.

Que Dios te conserve en su Santa Gloria. Junto a tus padres. Junto a tu hijo, cuya muerte golpeó tu corazón.

Tu familia y amigos te recordaremos siempre.

Y cuando se escriba la historia del periodismo chaqueño, tu nombre quedará impregnado con letras de molde.

(*) Gobernador de la provincia del Chaco