
El volar es para los pájaros
Las amas de casa enloquecen entre los cuarenta y un viaje de ultramar, leo en la novela de mi amigo Aarón Céspedes. Cierro el libro, reclino la butaca, trato de dormitar.
Las amas de casa enloquecen entre los cuarenta y un viaje de ultramar, leo en la novela de mi amigo Aarón Céspedes. Cierro el libro, reclino la butaca, trato de dormitar.
Negro y marcado para siempre desde la perspectiva de vivir en la favela (por largos 24 años), experimenté una mezcla de sentimientos cuando vi lo que pasaba en Brasilia.
Policías militares deambulaban por las aulas con fusiles en mano.
Javier estaba harto de perder horas trabajando en una ignota oficina estatal y hacía meses que rumbeaba en busca de una solución a su dilema vocacional. Le apasionaba escribir.
No hace referencia a los felinos, ni a los protagonistas del relato, sino a una tragedia increíble ocurrida alguna vez