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Mariana Alegre

columnista

La duda como elogio

Un mono, un filósofo y un algoritmo se encuentran en nuestra cabeza. No, no es el inicio de un chiste malo.

"La mente de mono" que ha sido la punta de lanza para la marketinización del mindfulness; el algoritmo -concebido como el virus escondido de la economía de la atención- y la filosofía como base del pensamiento crítico,  deambulan y coexisten en nuestra mente.

Según algunas teorías, mayormente aquellas que han propagado el mindfulness (consciencia),  más de 70 mil pensamientos diarios van de un árbol a otro, como los monos, en una selva. El no poder "controlarlos" dio pie a la teoría de la mente de mono, y a la capacidad –a través de diferentes herramientas- de poder decirle a los monitos que se queden quietos. ¿Quietos?, no, pero aquí entran en el juego los algoritmos y la filosofía. 

"Una persona que, como yo, vengo estudiando la inteligencia artificial, desde el año 56 no puedo competir con mis alumnos y nietos en manejar un móvil (celular). ¿Significa que saben más?, no.  Saben usar una aplicación, saben lo que hacen, pero no comprenden. Manejan información a una velocidad sorprendente", manifestó el filósofo y escritor José Antonio Marina, en una entrevista a Alex Fidalgo, divulgador español

El algoritmo, tiene diferentes nombres: Facebook, Instagram, WhastApp, Twitter, Tik-Tok, Tinder, Netflix, y así muchos más. También apellidos, y cotizan en bolsa. Marina, no está tratando a la nueva generación y un poco más de personas de no tener razonamiento, pero pone de manifiesto un problema de estos tiempos: la cantidad de información, los procesos para incorporar esa información y gestionarla. 

Es más, él dice "la gran materia de comercio es la atención". En la actualidad estamos ante la economía de la atención, a través de la pantalla. Y aquí, empiezo a disculparme con John Stuart Mills*, y con mi jefa de redacción digital, porque incluso el periodismo se ha transformado para ofrecer la información, cuál oferta especial en góndola del supermercado. Entonces, comienzan los cuestionamientos sobre cuán libres son nuestras decisiones, cuánto de libre albedrio existe, en el mundo de hoy.

Así, queridos lectores funciona el algoritmo, que los invita a comprar zapatillas, aros, heladeras, la camiseta con las tres estrellas, y gastarte la plata que no ganaste aún en un viaje con todo incluido a Miami. También funciona con diferentes tipos de terapias, remedios, y la lista de reproducción de Spotify y Netflix, incluso como herramienta para manipular un electorado, como se ha denunciado en Estados Unidos (Donald Trump) y Reino Unido (Brexit). Por eso es necesario que al "mono" y al "algoritmo", se sume el pensamiento crítico.

¿Qué es el pensamiento crítico?

Según Francis Bacon** "el pensamiento crítico es tener el deseo de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner en orden y el odio por todo tipo de impostura". Vamos a suprimir lo del odio, y a matizar lo que supone un proceso incluso lento de leer.

"El pensamiento crítico es la capacidad de analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos", y vamos a hacerlo más simple aún, dudar. Hemos hablado en esta columna de Sócrates, Descartes, y Aristóteles, porque la filosofía cuyo origen se remonta a la antigua Grecia, ha dejado su legado, más allá de estos seres que a la nueva generación puedan parecerles mitológicos. 

Dice Mariano Sigman, neurocientífico argentino, en una entrevista para el canal de YouTube Lo que tú digas "no es un mal ejercicio, cada tanto, preguntarse por qué creo lo que creo".  Todos, necesitamos realizar este proceso, cada tanto como el service médico o del auto. 

En el día a día, tomamos muchas decisiones. Muy importantes, triviales, y otras automáticas. Además de la información que podemos buscar, las herramientas con las que contamos, las creencias con las que nos formamos, el contexto en el que crecimos, y la educación que recibimos.

Hace poco tiempo, el Chat GPT entró a la "candela", por ser el chat de IA (Inteligencia Artificial), con quien podes charlar. Si Google promete que encuentres lo que no sabes o no te acordás, Chat GPT te va a informar sobre tus dudas. ¿Todo muy lindo, no?, 

Bueno, no. Solo tiene información hasta 2021 y recurre a bases de datos (muchísimos, que son más que millones) que han armado los humanos. Pues claro!, el algoritmo no es el chico malo de la película, detrás no solo hay muchos humanos.

Tampoco es que vamos a salir de nuestras casas con bermuda, campera y paraguas; tomar decisiones y utilizar el pensamiento crítico es sumamente necesario para poder interpelar e interpretar la realidad en la que vivimos. Principalmente, ante el consumo masivo que hacemos de información en redes sociales, y por supuesto los medios de comunicación. Nuestro círculo ya no es el barrio, la mesa de café se extendió bastante más allá de cualquier frontera, lo que ingresa a nuestra mente es como querer meter la población de Buenos Aires, en el Monumental, en un partido. 

El gran descubrimiento de la neurociencia es la neuroplasticidad del cerebro, es decir que puede seguir aprendiendo y desaprendiendo. La conversación cara a cara, el cuestionamiento a nuestras creencias y los argumentos de quienes nos brindan información, con quien interactuamos, tienen que pasar por nuestro detector: la duda. 

Entendiéndola como resorte, y no un reduccionismo, tal vez podamos crear un círculo virtuoso que nos empiece a conectar, no solo a través de las redes, algoritmos y pantallas, sino como familia, amigos, parejas, sociedad y seres humanos. Que el mono, el algoritmo y nuestro filósofo interior comiencen a charlar, así como en el inicio de un chiste malo, como el inicio de una buena convivencia. 

*John Stuart Mill filósofo, político y economista británico.

**Francis Bacon Francis Bacon, canciller de Inglaterra, filósofo, político, abogado y escritor.

Foto: Monumento al Ajedrez en Dos Hermanas - Sevilla - Andalucía - España