No fue fácil
Respecto a "No fue fácil", Marcela expresa: "Junté todos estos textos que fueron escritos durante el transcurso de los años 2020 y 2021, ya que representan un momento importante de mi vida donde he tomado decisiones que han cambiado el rumbo de mi propia historia. Por ese motivo quise hacer este libro. Es un antes y un después. Es haber podido patear un poco el tablero y reinventarme".

Confiesa, "esta es mi primera experiencia en la construcción de un libro, lleno de historias donde se mezclan la fantasía con la realidad. Son textos que hablan de personajes, lugares y situaciones ficticias o conocidas por mí. Seres humanos, ángeles, santas demonios, animales y reflexiones puestas a la orden de la ficción. Es para mí, un desparramo de expresiones, gestos y actitudes. Como es la vida".
Marcela Casaroli nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en el año 1966. Disfruta del arte en todas sus formas. La música, el teatro, la escritura la acompañaron durante un camino que "no fue fácil" transitar por los altibajos que presenta la vida.
Su gusto por la escritura surgió a partir de los talleres de actuación que durante más de ocho años tomó con maestros y directores teatrales, quienes le despertaron el impulso por escribir sus propios monólogos y escenas.
No fue fácil, escrito por Marcela Casaroli, Pura palabra ediciones, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 2022, 384 páginas.
Los invitamos a leer algunos relatos cortos que se incluyen en el libro:
EL PERSONAJE Y SU AUTOR
-Hola
-Quién saluda?
-Yo, el personaje de "Todos tus miedos" (pausa) Vos me inventaste, me creaste – dice Ricardo.
-Ah, sí (pausa) – dice Walter mientras mira a Ricardo intentando escapar de su libro, subiéndose a una escalera – Sos el personaje de mi última novela.
-Sí, soy yo.
-Y qué querés?
-Quiero que me saques de esta historia.
-Por qué?
-A medida que van pasando los capítulos, la cosa se va poniendo peor para mí.
-No puedo sacarte de la historia (pausa) Este libro ya se imprimió y ya se han vendido muchos ejemplares.
-Sí, ya me di cuenta de eso (pausa) Cada vez que algún lector abre el libro y lo comienza a leer hasta llegar al final, revivo la historia.
Silencio.
-Me siento muy angustiado – dice Ricardo.
-Lamento mucho lo que me decís, Ricardo (pausa) Por favor, bajate de la escalera y quedate donde te puse.
-Es que estoy sufriendo mucho.
Walter lo observa detenidamente.
-Tengo una idea que me gustaría comentarte – dice Ricardo.
-Qué idea?
-Tenés que escribir la continuación de esta historia (pausa) Otro libro (pausa) … y quiero que tenga un final feliz.
-Un final feliz?
-Sí, un final feliz.
Silencio
-Me lo merezco – dice Ricardo.
Walter lo mira pensativo.
Media hora más tarde, Walter lo sigue mirando pensativo.
-Está bien – dice Walter – Voy a escribir la continuación.
-Gracias– dice Ricardo – No sé cómo agradecerte.
-La manera de agradecerme es que bajes de la escalera y te metas en la historia (pausa) En el próximo libro, te voy a poner en un lugar mucho mejor.
Los días van transcurriendo y Walter siente pereza en escribir la continuación de "Todos tus miedos".
A él le parece que el final al que había llegado esa historia está muy logrado.
Dos meses más tarde
-Hola – dice Walter
-Hola – contesta Martin, el editor de "Todos tus miedos" (pausa) Te llamo porque tenemos un serio problema con el libro.
-Qué pasa?
-La editorial ha recibido varias denuncias de lectores que compraron el libro y dicen haber encontrado páginas y espacios en blanco
Silencio.
-En su momento, la editorial imprimió 1.000 ejemplares como una primera edición – dice Martín - … y los ubicamos en las librerías más importantes del país.
Silencio.
-Yo, personalmente, fui a una de las sucursales de Yenny, El Ateneo y Cúspide en busca del libro, y revisándolos, no he visto espacios en blanco – dice Martín – por lo que, en la editorial pensamos, no somos responsables de esos vacíos de contenido en el libro.
Silencio.
-Hola, hola – dice Martín – Estás ahí? (pausa) Estás mudo!!!
-En realidad es que… (pausa) Tuve un problema con Ricardo.
-Quién es Ricardo?
-Uno de los personajes del libro.
-No entiendo.
-Hace tres meses atrás, él se asomó, usando una escalera, tratando de salir del libro.
-Sigo sin entender.
-Me dijo que quería que continuara la historia, escribiendo una segunda parte, ya que él estaba sufriendo mucho con lo que yo le estaba haciendo vivir.
Silencio.
-Yo le prometí que la seguiría, si él no se escapaba de la historia (pausa) – dice Walter - … pero me dejé estar y pensé que esa historia tenía el final adecuado.
-No!!!, No!!!! – exclama Martín. (pausa) Vos ya sabés cómo son algunos personajes de las novelas!!!! (pausa) Se sienten mal tratados y se quieren escapar.
Silencio.
-Esto ya me pasó con el personaje de Jesús de Nazaret en el Nuevo Testamento de la Biblia y con Paul Sheldom de la novela Misery de Stephen King!!!– exclama Martín.
(pausa) La editorial logró que no se escaparan de sus historias, depositándoles un millón de dólares en sus cajas de ahorro, a cada uno.
Silencio.
-Yo no tengo plata para pagarle a Ricardo – dice Walter.
-Entonces escribí la continuación de la historia como se lo prometiste.

DISPARO DE PALABRAS
Virginia le disparaba palabras cada 5 minutos.
… cada 5 minutos, ella gatillaba.
Palabras de tormento, angustia, miedo, inseguridad.
Palabras engañosas, manipuladoras.
… mucha frustración y resentimiento
… hasta que Cristian colapsó.
Virginia le disparaba palabras cada 5 minutos.
… cada 5 minutos, ella gatillaba.
Palabras de tormento, angustia, miedo, inseguridad.
Palabras engañosas, manipuladoras
… mucha frustración y resentimiento
… hasta que Natalia colapsó.
Virginia le disparaba palabras cada 5 minutos.
… cada 5 minutos, ella gatillaba.
Palabras de tormento, angustia, miedo, inseguridad.
Palabras engañosas, manipuladoras
… mucha frustración y resentimiento
… hasta que Rodrigo colapsó.
Sus hijos se encuentran internados.
Los médicos dicen que van a vivir una vida aislada de la gente.
Su marido se pudo escapar de ella, después de 20 años de matrimonio y está con otra mujer que trabaja de enfermera.
El arma de Virginia, su boca, fue cocida para que no hiriera más a nadie.
DESINTEGRÁNDOLA
La desnudamos.
Invadimos todos los espacios de su ser.
Nos enteramos de todos sus secretos.
No nos gustó y empezamos a atacarla, ya que su forma de ser y comportarse en el mundo nos hacía ruido y a la vez nos hacía mal.
La despedazamos desparramando todas las partes de su cuerpo lejos unas de otras para que no pudieran volverse a juntar.
Lo importante era que no se rearmara para que no se reconociera como un ser individual.
De esta manera, la teníamos dominada.
La esclavizamos.
Tratamos de que no pudiera construir su propio mundo.
Desarmamos su personalidad.
Quisimos educarla inculcándole otros atributos y características humanas seduciéndola con promesas y engaños para que se adapte a nosotros.
Repetíamos como loros nuestras máximas.
Cuando, al exprimirla, ya no pudimos sacarle más el jugo, juntamos todas las partes de su cuerpo esparcidas, las pusimos en una caja y la enviamos por correo hasta su casa.