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Paulo Ferreyra

Columnista

María Teresa Andruetto: "Leer es una fase de conocimiento y de autoconocimiento"

Su voz llega amable, dulce, música para los oídos. Ella es lectora y una de las más importantes referentes de la escritura en Argentina. Aquí charlamos sobre lecturas, libros y recomendaciones para los primeros lectores.

María Teresa Andruetto. Foto de Juana Luján.

"Me sigue sorprendiendo eso que sucede cuando estás leyendo. Pasás la mirada por unas marcas entintadas de negro que se convierten en una historia, en un ensayo, en un poema, en una novela o en un cuento. Me sigue pareciendo increíble las cosas que suceden cuando estás leyendo. Desde el otro costado, cuando estás escribiendo, se hace desde un duelo con un otro posible para que un día alguien puede leer ese texto", estas palabras vienen de María Teresa Andruetto tras un silencio.

Tuvimos una charla telefónica y hubo espacio para el silencio, para reflexionar sobre lo que le sucede a ella como lectora y como escritora.


La entrevistada de este domingo estudió en la Universidad Nacional de Córdoba, formó parte de numerosos planes de lectura provinciales y nacionales. Acompañó procesos de escritura con niños, adolescentes, jóvenes en riesgo social y adultos en programas oficiales e instituciones privadas, dentro y fuera de la institución escolar.

Ejerció la docencia en los niveles medio y terciario. Es una gran lectora. Como escritora ha publicado "Lengua Madre", "Los Manchados", "Stefano", "La niña el corazón y la casa", "El país de Juan", "Veladuras", "El anillo encantado" y "La durmiente", entre muchas otras. A lo largo de su trayectoria ha recibido numerosas distinciones como en el 2012, en la Feria del Libro Infantil de Bolonia, fue galardonada con el premio Hans Christian Andersen, cuya distinción es considerada el Nobel de la Literatura Infantil.

"La palabra es como llave / puede abrir puede cerrar / habrá que darle una vuelta / que me sirva para entrar", reza un poema de Laura Devetach. En este espacio de Más lees / Más ves, hemos entrevistado a varios docentes y bibliotecarios que hablaron sobre literatura infantil y juvenil. Muchas consideraron que "como dice María Teresa Andruetto, la literatura no tiene adjetivos".  Bajo esta premisa buscamos a María Teresa para que nos cuente cómo llegó a este concepto, qué es la literatura infantil para ella y qué significa leer, entre otras preguntas. Además, nos dejó aquí sus recomendaciones, los "5inco libros imprescindibles" de literatura infantil y juvenil, que como bien manifestó es una lista móvil que para ella siempre puede ir variando. Giramos la llave para entrar al universo de Andruetto.

— Desde el comienzo de este ciclo de entrevistas varias entrevistadas te evocaban por el concepto de "adherir por una literatura sin adjetivos". ¿Cómo surgió este concepto?

— Apareció en una conferencia que realicé a comienzos de los años 2000. Después fue a parar a un libro que se llama "Hacia una literatura sin adjetivos". Cuando escribí esa conferencia venía de un contexto donde estaba molesta por la direccionalidad, la demanda de ciertos contenidos que prosperaba en los textos dirigidos a primeros lectores o a niños y jóvenes.

Yo vengo de la literatura. Es por ese camino, por esa formación, que empiezo a escribir para niños y jóvenes. Durante mucho tiempo, este ha sido un campo al que se llegaba desde la Pedagogía, desde las Ciencias de la Educación. Recuerdo que mientras elaboraba mi ponencia tuve presente un texto de Juan José Saer donde el escritor santafesino propone una literatura sin atributos, donde reniega del costumbrismo, de lo regional, se salta esos encasillamientos, esas ataduras. Un tanto alumbrada por esa y otras lecturas, llevé esa concepción al campo de la literatura para niños, en el que yo trabajaba, del que yo participaba.


Al hablar de una literatura sin adjetivos lo que busqué plantear fue la necesidad de poner el foco en la escritura misma y en la lengua: el lenguaje. Trabajar la lengua como demanda un texto que aspira a ser literario. Es decir, se trataba de que fuera más importante el sustantivo Literatura que el adjetivo Infantil. Hay que tener en cuenta que los libros dedicados a lectores niños y jóvenes son todavía con frecuencia libros vigilados, en la supuesta necesidad de "supuestamente cuidar a estos lectores", lo que provoca muchas veces textos planos, masticados, unidireccionales, alejados de toda incomodidad para estos lectores. Cuando en realidad lo que la literatura tiene para darnos es la posibilidad de pensar y sentir lo que no habíamos sentido ni pensado, ofrecernos cierto desacomodo, cierta disidencia, cierta desobediencia a lo correcto, a lo aceptado, a lo oficial.


— Antes, entonces, debería ir más al hueso y preguntar: ¿qué es la literatura?


— Para mí la literatura, el arte en general, es un camino de libertad, leer ficciones, poesía, ver teatro, abre formas singulares de libertad de pensamiento. Por eso la humanidad ha conservado las ficciones, la poesía, ahí donde surge una comunidad aparece un relato, esto desde el comienzo de los tiempos. Leer esos textos, escucharlos, nos brinda la posibilidad de disentir, de viajar sin movernos de nuestra casa, nos hace pensar, nos hace sentir e incluso disentir con el otro. Es un lugar de no domesticación, de no uniformización de nuestros modos de pensar.

María Teresa Andruetto. Foto de Florencia López.


— Imagino que aquella ponencia en un seminario en la UBA y planteando esta postura de adherir a una literatura sin adjetivos no habrá sido fácil. ¿Cuándo tomaste dimensión de lo que habías planteado?


— Yo no tenía el reconocimiento ni el recorrido que hoy tengo, y entonces siento, sentí en ese momento, que hubo para mí un antes y un después de aquella lectura. Al comienzo causó cierto malestar porque ahí yo hacía un cuestionamiento hacia adentro del campo de la literatura infantil, hacia nosotros, los escritores. Me cuestionaba y con eso cuestionaba a otros, acerca de qué estábamos escribiendo y qué se estaba editando. Por eso al comienzo molestó un poco. En el 2008 cuando se publica el libro donde ese texto fue incluido empezó a suceder esto que mencionabas vos al comienzo, hoy docentes y bibliotecarios hablan de ese concepto de literatura sin adjetivos y para muchos es un norte de escritura.

De cualquier modo, es algo que al interior de mi propia escritura yo pongo en tensión y en discusión toda vez que escribo, porque no se trata nomás de una bandera, de un slogan, es necesario que esa preocupación se mantenga viva, que no dejemos que se coagule.

— Si nos acercamos a los primeros lectores de literatura sin adjetivos podemos abordar con ellos todos los temas. ¿Es así? ¿Por qué?


— Así es. En principio se pueden abordar todos los temas con los primeros lectores y con los lectores más grandes, así como con los lectores adultos, el asunto es cómo se hace eso y por qué caminos se llega a un texto que tenga la suficiente ambigüedad, la suficiente carga de sentido como para que el lector tenga ahí cabida, para que el lector trabaje y colabore en la creación conjunta de ese texto. Porque desde la literatura se pueden abordar todos los temas. Ahora bien, hay que tener cuidado porque en el medio aparecen las "buenas intenciones", la policía del pensamiento, la corrección política, el deber ser, el utilitarismo en las ficciones, sobre todo cuando se trata de libros para los niños y las niñas.


En ese sentido, me preocupan las ficciones que son instrumentos para enseñar ciertos asuntos, antes eran textos que enseñaban a portarse bien, a ser respetuosos con los padres, entre muchas otras cosas. Ahora los asuntos son otros, pero con el mismo objetivo, la multiculturalidad, la inclusión de género, la no violencia o lo que fuere, predeterminadas.

El problema es la demanda, que esa demanda personal o escolar o social conduzca a la escritura, que se escriba "para" enseñar a ser de tal o cual manera, y no que los asuntos sean el resultado de una búsqueda de escritura y por ese camino aparezcan en su mayor complejidad. Me preocupa que haya textos para primeros lectores donde lo central está puesto en enseñar o transmitir tal o cual cosa.


En lo particular me interesa que el escritor o la escritora hagan un camino hacia sí mismo, un camino que es complejo, sinuoso y que no sabemos dónde puede terminar. Pero el resultado de ese camino puede tocar al lector sin que sepamos del todo dónde ni en qué. Se trata de una lucha, una tensión entre el deseo que lleva a la escritura y la demanda externa de utilidad.

— En ese sentido te preocupa alejar a los niños y a las niñas de esa literatura que pueda ser…

— Servil. Esos textos que son serviles a determinadas cuestiones, aunque esas cuestiones sean las más interesantes desde el punto de vista social. Yo también estoy de acuerdo con la diversidad de género o con la inclusión social de todos los sectores. Pero no estoy de acuerdo con que la literatura se convierta en un texto servil a cualquier cuestión porque desde esa servidumbre se pretende enseñarle al lector que debe pensar o sentir ante ciertas cuestiones, en lugar de provocarlo a sentir y pensar por su propia cuenta. En la literatura se trabaja con la Lengua, esa es la materia, esa es la arcilla, con ese material quien escribe puede hacer que salgan de sí cosas que no sabía que pensaba o sentía y hacer que el lector descubra de sí mismo cosas que no conocía. Es una postura que tiene que ver con el arte, no importa ya si hablamos de literatura para las infancias o para adultos, se trata de no escribir textos serviles a las demandas sociales o escolares o a la corrección política.

— Ahora, llevando la charla también al apel activo que tiene quien está frente al texto, ¿qué es leer para vos?


— En realidad no sé qué es la vida sin lectura porque desde que tengo memoria están los libros. Los libros me llegaron muy temprano pero también los relatos en general, las historias que me han contado desde pequeña forman parte de mis lecturas. Desde ese lugar, leer para mí es muchas cosas, es entretenimiento, es un modo de conocimiento y de autoconocimiento, es también un instrumento de trabajo, ha sido un modo de ganarme la vida, porque he leído para otros, a niños en una escuela o en un taller, a ancianos en un geriátrico, a jóvenes en una cárcel, y así. A través de las lecturas puedo conocer también algo más de la sociedad donde vivo. Leer entonces son muchas cosas. En mí caso es trabajo, es recreación y es la pasión.

—¿Se puede contagiar esa pasión por leer?

— Totalmente, yo misma he sido contagiada a leer y he contagiado a muchos. Cuando alguien está apasionado por lo que hace contagia, si vos estás apasionado leyendo seguramente vas a contagiar a alguien ese gusto y ese bienestar que te produce leer. Muchas veces, en la niñez, se contagia esta pasión cuando la vemos en alguien de nuestro entorno afectivo, una madre, un padre, un tío, una hermana, una maestra, un vecino. Donde hay un lector seguramente hubo antes otro lector que extendió la mano.

— Has realizado talleres, capacitaciones, fuiste correctora, estás en permanente presencia en foros o conferencia sobre lecturas y escritura, ¿cuál es tu percepción sobre la lectura? ¿Antes se leía más?

— Para desarticular esta pregunta tomo el "se". Antes se leía más, y entonces podemos preguntarnos quiénes son esos que antes leían más y quienes antes no leían. Porque cuando se dice antes se leía más se está pensando en un cierto sector social de ese antes. En principio hay que advertir que hace unas décadas no existían otras formas de entretenimiento que no fueran los relatos, no había televisión ni muchos menos Internet. Entonces la lectura ocupaba un lugar de entretenimiento más fuerte en un público más amplio. Leer formaba parte del ocio en un sector de la sociedad. Cuando se dice antes se leía más, yo me remito a cuando era chica, conocí a mucha gente que por entonces no sabía leer ni escribir.

Si nosotros pensamos ese más, no como intensidad de lecturas sino como extensión (cantidad) de lectores, podemos decir que hoy se lee más. Hoy tenemos muchas más personas que han ingresado al mundo de la lectura -escuela mediante, Estado mediante- y en ese sentido podríamos decir que hoy se lee más.