El impacto de la crisis climática
Sequías prolongadas, lluvias intensas en pocas horas e incendios forestales difíciles de controlar forman parte de la lista de fenómenos meteorológicos extremos que son cada vez más frecuentes en distintas regiones del planeta. A contramano de lo que sostienen los reducidos grupos de negacionistas, la crisis climática ya impacta en las economías de los países y la vida cotidiana de las personas.
No hace falta ir muy lejos para comprobar que algo está cambiando. A poco más de 2000 kilómetros de Resistencia, en Río de Janeiro, Brasil, la población de esa ciudad padeció la semana pasada jornadas con sensación térmica de 58 °C, en la octava ola de calor que afecta al vecino país en lo que va de 2023.
En la misma metrópolis, la cantante Taylor Swift debió interrumpir el espectáculo por la ola de calor, cuando el público pedía agua a gritos. Más tarde se conoció la lamentable noticia del fallecimiento de la joven Ana Benavídez, de 23 años, que había asistido al concierto. También muchas seguidoras de la cantante estadounidense se desmayaron cuando el aire se volvió irrespirable en el estadio, donde la sensación térmica llegó a 60 °C, según informaron las autoridades. El viernes, Río de Janeiro registró una sensación térmica de 59,3 °C en la zona oeste de la ciudad, el índice más alto registrado en el municipio desde que el sistema Alerta Río comenzó con sus mediciones de temperatura en 2014.
En rigor, todo el planeta siente los efectos del calor. Según el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, todo indica que 2023 se transformará en el año más caluroso desde que la ciencia tiene registros confiables de las temperaturas.
Para los expertos, la crisis que atraviesa la Amazonia, esa vasta región de América del Sur que posee una extraordinaria capacidad para absorber toneladas de dióxido de carbono (el gas, que liberado en cantidades excesivas contribuye a agravar el calentamiento global) también desempeñó un papel importante en la aparición de olas de calor.
Además, aseguran que el daño provocado al mayor pulmón verde del planeta está muy cerca de llegar a un punto de no retorno y advierten que si se pasa ese límite las consecuencias se sentirán en todo el mundo. Es que la situación de la selva amazónica llegó a un punto crítico por los daños que provocaron los incendios forestales intencionales, el extractivismo ilegal y el avance de la frontera agrícola. Se estima que ya se ha perdido alrededor del 17% de la selva, principalmente, por la deforestación sin control. Si el daño llega al 20%, entonces el que es considerado el pulmón verde más importante del planeta ingresaría en una zona de no retorno, es decir, habrá perdido su capacidad de recuperación.
El proceso de destrucción de la selva generó preocupación en los presidentes de países que comparten ese gran espacio verde e integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, quienes se reunieron en Belén do Pará, Brasil, para debatir y acordar políticas comunes que permitan evitar una mayor crisis ambiental. Al término del encuentro, el presidente de Brasil, Inácio Lula Da Silva reconoció que la tarea de encontrar una solución a la crisis que atraviesa la Amazonia no será sencilla.
En América Latina, otra noticia, que está dando mucho que hablar, es la que señala que la operatividad del canal de Panamá, que es considerado un paso clave para el comercio internacional está en riesgo por la prolongada sequía que afecta esa zona. El dato no es menor: casi el 90 por ciento de las mercancías que se mueven por el mundo llega a los distintos países de destino por la vía marítima. Sólo en el caso del Canal de Panamá, la sequía ya está impactando en el tráfico de barcos de carga que, según algunas estimaciones, podría registrar en febrero próximo una reducción de sólo 18 buques por día.
Días atrás, la ONU recordó que el cambio climático provoca cada vez más muertes, enfermedades y hambre en el planeta. Por eso, es de esperar que los líderes mundiales no ignoren el llamado del organismo multilateral para adoptar urgentes medidas que ayuden a mitigar los efectos de los cambios en el clima.