Invertir en ciencia, tecnología e innovación
La ciencia y la tecnología son fundamentales para el desarrollo económico de una sociedad. En las naciones desarrolladas eso ya no se discute.
En Estados Unidos, por ejemplo, el Comité de Ciencia del Congreso publicó un documento en el que destaca que invertir en ciencia y tecnología es como un seguro que contrata un país con el objetivo de mejorar su economía y la calidad de vida de su población.
Esta semana, la Comisión Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Cámara de Diputados dio dictamen al proyecto en revisión por el cual se aprueba el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030.
Se trata de un programa impulsado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación que propone definir, organizar y comunicar el conjunto de políticas, estrategias e instrumentos para el conjunto de actores y agentes públicos y privados que integran el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación.
Merece destacarse el planteo que hizo la Cámara Baja el neurocientífico y diputado nacional Facundo Manes, al recordar que "son los Estados los que promueven la investigación y planifican y llevan adelante las políticas científicas de desarrollo tecnológico". "Preservar y apoyar a nuestros científicos no representa un gasto, sino la inversión más valiosa que puede realizar un país. Un país que descuida la investigación científica se debilita y rezaga", subrayó el legislador radical.
El Plan Nacional se propone fortalecer el sistema científico argentino, a través de la inversión en equipamientos e infraestructuras y la capacitación de recursos humanos con el objetivo de promover la investigación básica y el incremento del conocimiento. La iniciativa hace hincapié también en la necesidad de lograr un sistema más federal, para lo cual se promoverá el fortalecimiento de las capacidades científicas y tecnológicas en instituciones de todo el país. Este dato no es menor, ya que existe actualmente una fuerte centralización sector científico-tecnológico que va en detrimento de la necesidad que tienen regiones como la nuestra de incrementar la transferencia de conocimientos y tecnologías al sector productivo. Es que, según datos oficiales, el 85 por ciento de los recursos científicos del país están concentrados sólo en cuatro jurisdicciones, donde las probabilidades de concretar esas transferencias son mayores que en el resto de las regiones, entre ellas el NEA. Córdoba, Santa Fe, Gran Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires son las cuatro jurisdicciones con mayor desarrollo científico y tecnológico del país, según un relevamiento realizado por el Ministerio nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En este siglo XXI, la discusión no pasa por saber si la ciencia, la tecnología y la innovación son o no imprescindibles para la generación de riqueza de un país. En ningún país desarrollado se pierde tiempo en debates de ese tipo. En todo caso lo que se discute es qué sectores merecen recibir más inversión y apoyo del Estado y ameritan un buen trabajo de articulación con el sector privado.
En un capítulo dedicado a la estructura productiva y científico tecnológica del país, el Plan 2030 observa que trayectoria productiva y tecnológica de Argentina se caracteriza por la especialización productiva y comercial basada en productos y bienes con uso intensivo de recursos naturales. "Este tipo de patrón, combinado con un escaso valor agregado de conocimiento, encuentra su límite en la dotación de los bienes naturales del país, que a nivel mundial no es de las más abundantes, ni es suficiente para una estrategia de desarrollo inclusivo sostenible", señala el documento. No obstante, indica por otra parte que el país cuenta con una trayectoria y una base industrial importante si se lo compara con el grupo de economías emergentes. "En conjunto, esta estructura industrial se orienta principalmente al mercado interno, presenta una baja densidad de complementariedades y encadenamientos, y un marcado dualismo estructural. Como consecuencia de estos rasgos, se observa un sector productivo con escasa inversión en I+D, y baja propensión a la innovación", concluye el Plan 2030. Es de esperar que, además de contar con un Plan que fije un rumbo a seguir, se incremente la inversión pública en ciencia, tecnología e innovación y que ese apoyo permita abrir las puertas a una mayor inversión privada como ocurre en las economías más avanzadas.