Para ver esta nota en internet ingrese a: https://www.diarionorte.com/a/234953
Sergio Schneider

Director periodístico

Soldados de Dios

Las redes sociales son hoy un territorio más por el que circula una parte de las ideas y posicionamientos de una sociedad. Se las suele confundir con la totalidad de la opinión pública, pero es una suposición desmesurada. Por suerte, las redes y sus usuarios son apenas una porción de lo que se dice y se sostiene en una comunidad.

Además, los números de usuarios no son una referencia suficiente, porque hay un fenómeno de autoconfiguración que se dispara en hombres y mujeres al utilizar esas opciones comunicacionales. Diferentes tipos de experimentos (algunos de ellos montados en vivo en programas de televisión) demostraron que muchas personas actúan en sus redes con estilos y valores diferentes a los que esgrimen en los vínculos presenciales. Hay agresividades, irreverencias y petulancias que se despliegan con desparpajo en los callejones de la virtualidad pero que mágicamente se esfuman cuando se sale de ellos y se ingresa en el mundo de lo tangible.

En las viejas escuelas del periodismo clásico, había una consigna que tarde o temprano aparecía en las aulas, expuesta por algún profesor, y que rezaba: "Nadie debe decir como periodista lo que no pueda sostener como caballero". Sería saludable que cada uno -esté relacionado o no con el quehacer de la prensa- se impusiera una norma similar en su rutina diaria de redes, pero la realidad es que muy pocos encadenan su conducta presencial con la digital. Se expresan todo el tiempo cosas que nadie sería capaz de sostener en el cara a cara.


Gloria Romero con rostro desencajado, el 28 de julio, luego de ser agredida verbal y físicamente por manifestantes que apoyaban a Emerenciano Sena (foto Fabián Maldonado).

¿Es eso un problema? Seguramente. Porque en realidad la banalidad y la violencia verbal que proliferan en las redes no generan repudio ni una saludable exclusión, sino una suerte de prestigio entre pares que no tardan en encontrarse para potenciar sus cualidades. Lo vemos todos los días.

ARRIBA LOS DE ABAJO

Umberto Eco habló del tema en 2015, en una entrevista con un periódico italiano. El genial autor de "El nombre de la rosa" fue devastador cuando se le pidió una opinión sobre el aporte de las redes en la vida cotidiana: "Les dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente, y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas", dijo.

No era la opinión de cualquiera. Además de ser un escritor de fuste, Eco era una deidad académica de la semiología y un filósofo de renombre. Antes de aquellas expresiones, había dicho algo parecido a un medio español (el diario ABC): "La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad".

LA IRRUPCIÓN DE CECILIA

Uno podrá disentir con las expresiones de Eco -y postearlo en las redes...-, pero lo que resulta innegable es que su descripción tiene una confirmación empírica en millones de publicaciones que se suman minuto a minuto en las pantallas de todo el planeta. Incluso, por supuesto, en las del Chaco.

La investigación de la desaparición y muerte de Cecilia Strzyzowski no podía quedar al margen de la ecuación expuesta por el autor de "El péndulo de Foucault". Tampoco el accionar de Gloria Romero, la madre de Cecilia. Ella es el principal motor del reclamo de justicia por parte de la ciudadanía en un hecho de características siniestras, que involucra a personajes paradigmáticos de la actualidad política y social en la provincia, y ocupa un lugar prominente en la agenda pública.

Cuando el caso comenzó a ganar espacio en los medios y, sobre todo, cuando las primeras detenciones ordenadas por la Justicia confirmaron las gravísimas connotaciones e implicancias de lo ocurrido con Cecilia, la voz de Gloria se propagó sin obstáculos. En el amplio arco político al cual pertenecen Emerenciano Sena y Marcela Acuña, funcionarios, legisladores, intendentes, militantes y dirigentes optaron por el silencio y por dejar los dedos lejos de los teclados. Un idealista podría haber esperado siquiera declaraciones de solidaridad hacia la familia de la víctima, en medio de la brutalidad de las primeras revelaciones, pero no las hubo. En vez de eso, al menos se ofreció desde esa vereda una suerte de neutralidad que consistió, esencialmente, en no decir nada. Hasta cesó la habitual presencia piquetera en las calles del microcentro de Resistencia.

EL REGRESO

Sin embargo, con el correr de los días, una franja de gente comenzó a asomar en las redes con una actitud definitivamente agresiva para con Gloria. En las publicaciones de NORTE en las redes propias, por ejemplo, los espacios reservados para comentarios fueron cargándose de expresiones descalificadoras dirigidas a la madre de Cecilia.

Es posible que el pico más alto se haya dado el jueves pasado, cuando ella organizó en el Parque de la Democracia una actividad de características festivas para recordar a su hija, que ese día hubiese cumplido 29 años, de no haber sido asesinada el 2 de junio en la casa de los Sena. El eje de los ataques fue plantear que Gloria le quitaba seriedad a su lucha al montar un acto con grupos musicales y una torta gigantesca ("debería haber hecho una misa", escribió alguien). De paso, se deslizaba que la mujer especulaba con un alineamiento político con la oposición, escondiendo intenciones de influir en el clima electoral.

Desde julio, además, se hizo visible la entrada en escena de varias decenas de perfiles de usuarios muy nuevos, casi todos registrados en las redes a comienzos de ese mes. Supuestos usuarios sin seguidores, sin más publicaciones que comentarios de apoyo al oficialismo en diferentes tipos de posteos. Algunos construidos con tanta desprolijidad que, por ejemplo, uno de esos trolls había elegido -para inventar su perfil- un par de fotografías de Fernando Francovich, el camionero santafesino asesinado en la ruta en marzo, en proximidades de Concepción del Bermejo, otro crimen impactante y repleto de sospechas por la soltura con la que se manejaron los asesinos a plena luz del día.

LAS CALLES DE DIOS

En las calles, los movimientos sociales reaparecieron, a instancias del propio Sena y de otros referentes piqueteros que perciben en el encarcelamiento de su colega una luz de alarma que quieren ver apagada cuanto antes. Para cualquiera suena a pesadilla quedarse sin libertad y sin camioneta. Por eso, no tardó en aparecer la consigna que puso la cereza en la torta: la que pide la excarcelación de Emerenciano porque es "un preso político".

No fue la única osadía. Hasta se atrevieron a agredir verbal y físicamente a la propia Gloria, que se los encontró frente a los Tribunales cuando salía de notificarse de nuevas actuaciones incorporadas al expediente penal por el homicidio de su hija. "Hagan lo que tienen que hacer, júntense todos, no se olviden de que somos todos soldados. Hoy somos soldados de Dios", le había dicho Sena a su gente en una comunicación de días antes. Ellos no lo defraudaron. "Deje de mentir", le gritaban a Gloria. Se lo decían a una mujer que viene esperando, como ella misma lo dice, que la Justicia al menos le permita recuperar un pequeño pedazo de lo que fue el cuerpo de su hija.

A esa misma mujer, que de un día para el otro se vio obligada a salir de una vida de lo más sencilla y común para ser lanzada hacia un campo de batalla desconocido, gigante y tenebroso, todos los días hay señores y señoras que se dedican a juzgarla y dictarle condena.

Como si hubiera sido su propia decisión estar en el lugar en el que le toca estar parada hoy.

No hay que sorprenderse, de todos modos: Eco ya había avisado que son legiones.