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Nuestra casa común

En mayo de 2015 se publicó "Laudato Sí. Sobre el cuidado de la casa común", la encíclica del Papa Francisco que hizo un llamado a la comunidad internacional sobre el proceso de degradación que sufre el planeta a raíz de la contaminación, el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Esta semana, más de 40 investigadores de distintas nacionalidades reiteraron advertencias sobre los enormes riesgos que representan la emergencia climática, la escasez de agua dulce, los daños a los ecosistemas por el uso excesivo de agrotóxicos, el deterioro de la biodiversidad y la contaminación atmosférica. Según los científicos, la humanidad ya pasó algunos límites e ingresó en una zona en la que, si no se adoptan medidas, nadie podrá garantizar que el planeta siga siendo un lugar habitable.

Ocho años han pasado desde la publicación de la encíclica Laudato Si (el término en latín que traducido quiere decir "Alabado seas". Proviene de un cántico de san Francisco de Asís que recuerda que la Tierra, que es la casa común de los seres humanos y de las otras especies que habitan el planeta, es también una hermana) y el documento que acaban de publicar en la revista científica Nature más de 40 investigadores de todo el mundo que integran la denominada Comisión de la Tierra, un espacio que reúne a científicos de distintas naciones con el objetivo de establecer parámetros globales para que el planeta Tierra siga siendo estable y, fundamentalmente, habitable por los seres humanos y las distintas especies. En esos ocho años, lamentablemente, la mayoría de los líderes mundiales no ofrece señales de haber tomado nota de las advertencias. Dicho de otro modo, la tierra, el agua, los océanos, la biodiversidad y el clima siguen sufriendo el impacto de las actividades humanas y quienes tienen poder de decisión están haciendo muy poco para evitar un agravamiento de la situación.

El estudio publicado esta semana en Nature se titula "Límites seguros y justos del sistema terrestre" y contiene información sobre los análisis realizados en cinco ámbitos interconectados en el sistema Tierra: la emergencia climática, el deterioro de la biodiversidad, la escasez de agua, los daños a los ecosistemas por el uso excesivo de agrotóxicos en algunas regiones del planeta y los daños provocados a la salud humana por la contaminación atmosférica.

En el año 2009 otro grupo de científicos había identificado cinco áreas que no se debían pasar y que estaban relacionadas con el agua dulce disponible en las distintas regiones del mundo, las áreas naturales que todavía se conservan libre de toda actividad humana, los niveles aceptables de contaminación, el cambio climático y el problema con la capa de ozono. El reciente estudio publicado por la Comisión de la Tierra revela que solo se ha logrado revertir el deterioro que venía sufriendo esta última. Así es: en enero pasado, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente informó que el oportuno control de sustancias químicas que destruyen esa franja frágil que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyó en forma notable a esa recuperación. Según esa oficina de la ONU, gracias al llamado Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional firmado en 1987 para reducir y eliminar la producción de un centenar de sustancias químicas que dañan la capa de ozono, este anillo de protección que tiene el planeta está en franca recuperación. En esa oportunidad se explicó que el uso masivo de productos químicos durante muchos años había dañado la capa, poniendo en peligro la salud de las personas y la existencia del resto de seres vivos del planeta. Pero un esfuerzo internacional coordinado permitió la eliminación y reducción del uso de sustancias que agotan la capa de ozono, ayudando no solo a protegerla para la generación actual y las venideras, sino también a mejorar los resultados de las iniciativas dirigidas a afrontar al cambio climático. Para el organismo internacional, el Protocolo de Montreal demostró que el multilateralismo y la cooperación mundial funcionan y prueba de ello es que la capa de ozono se recupera poco a poco, permitiendo que siga protegiendo a la humanidad de la radiación ultravioleta del sol. Es de esperar que esa muestra de cooperación sirva de ejemplo para el esfuerzo internacional que se debe realizar para cuidar la Tierra que, como nos recuerda "Laudato Si", es la casa común de los seres humanos y de las otras especies que habitan el planeta.