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Todas las voces

La pluralidad de voces es uno de los pilares de la democracia.

Pero la creciente desigualdad, los altos niveles de pobreza y la polarización que, a los gritos, promueven algunos grupos minoritarios hacen que sea más difícil procesar y resolver los conflictos por la vía pacífica y en un marco de respeto a las instituciones democráticas.

A río revuelto, ganancia de pescadores, nos recuerda el refrán que, de alguna manera, nos ayuda a comprender la adhesión que cosecha, en un año electoral, una figura política con fuerte presencia mediática (y, por lo tanto, con voz amplificada) que plantea iniciativas extremas como la libre portación de armas o propuestas insólitas como la compra venta de órganos humanos para trasplantes. En rigor, no es el único caso en la historia reciente que confirma que el ascenso en las encuestas de un candidato con ideas descabelladas es directamente proporcional al nivel de descontento y malestar que se acumula en una sociedad. Es lo que ocurrió con Donald Trump en su carrera hacia la Casa Blanca. El magnate apostó a un discurso agresivo y provocador para llamar la atención de los medios y, al mismo tiempo, sumar el apoyo de amplios sectores de la población. También supo sacar provecho del creciente descontento en las zonas rurales alimentando una mayor polarización racial y política de la sociedad norteamericana con un discurso contra los inmigrantes. En lugar de promover el diálogo y la convivencia pacífica, Trump optó por dividir, exacerbar los miedos y ofrecer soluciones "mágicas" a problemas complejos como la crisis en la frontera con México, con un muro fronterizo que no solo no logró resolver la cuestión de fondo, sino que además demandó más de 2,6 millones de dólares, entre los años 2019 y 2021, solo para reparar los daños causados a la estructura, según un informe publicado por The Washington Post. No debería sorprender que, por estas latitudes, en tiempos de malhumor y frustraciones, una porción del electorado ceda ante la tentación de promesas con soluciones mágicas para problemas estructurales de la economía. Como ocurre en todas las sociedades democráticas, no siempre resulta electo el mejor sino el menos malo. Habrá que promover entonces -como decía Umberto Eco- una sospecha permanente frente a los discursos cotidianos. Habrá que exigir a quienes aspiran a representarnos un estricto respeto a las reglas de la democracia y una mayor capacidad para escuchar las voces de los distintos sectores de la sociedad, especialmente de los grupos más postergados cuyos intereses no siempre están representados de la mejor manera. Escuchar todas las voces es también una manera de fortalecer el sistema democrático en un país que ha demostrado tener suficientes anticuerpos para rechazar la violencia política y superar las tensiones. En la medida en que se respete el principio de mayoría, se asegure la transparencia en los procesos electorales y la sucesión pacífica del poder, se estará asegurando la continuidad democrática y el respeto al orden constitucional. El desafío es enorme, fundamentalmente porque en la actualidad casi la mitad de la población vive en situación de pobreza, y casi seis de cada diez niñas, niños y adolescentes viven en hogares que no llegan a fin de mes. Desde el regreso de la democracia en 1983 hasta el año 2020, el país sufrió nueve crisis económicas, algunas de años de duración. En el libro "¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones? Pequeño manual para entender el funcionamiento de la democracia", escrito por el politólogo Adam Przeworski, se plantea una pregunta que debe llevarnos a la reflexión: ¿Podría el descontento abrir las puertas a una salida autoritaria? Hay quienes advierten que en algunas democracias la amenaza se genera en su interior, de la mano de la demagogia. Por eso es necesario escuchar todas las voces, defender la transparencia de los procesos electorales y fortalecer los mecanismos que permitan corregir y superar los errores que pudieran haberse cometido en una gestión de gobierno.

Las elecciones libres y transparentes celebradas en forma periódica son una condición necesaria pero no suficiente para resolver los problemas graves del país. Se debe alentar la participación ciudadana en todos los ámbitos para debatir ideas, escuchar a quienes piensan distinto y promover una actitud de respeto a las opiniones de los otros, sumando esfuerzos a la permanente búsqueda de la mejor democracia posible.