Digitalización de la sociedad: vendo sensaciones a cambio de sentido
Durante las últimas semanas la preocupación de que los robots tomen nuestra vida, o la IA (Inteligencia Artificial) nos quite el trabajo, la pareja, o nos domine, suena a nueva apocalipsis, pero, ¿esto no ha estado sucediendo desde hace décadas?. Si, en gerundio

"En una sociedad que ha perdido el rumbo, hemos sustituido las sensaciones por el sentido. La pantalla se ha convertido en una sensación para algunas personas que ha sustituido el sentido. Nuestra vida va sujeta a esa "droga constante" que nos da la pantalla. Esto genera sensación de frustración y vacío". Las palabras de la psiquiatra española Marian Rojas Estapé se repiten, más aún después de la pandemia. Se repiten en cifras que no relacionaríamos con datos sobre Facebook, Instagram o Tik-Tok. Cifras más oscuras: suicidios, abusos sexuales, adictos: a drogas, pornografía, apuestas, medicación.
Y si el medio es el mensaje, como postulaba Marshall MacLuhan, las redes sociales juegan un rol preponderante en este escenario, como amplificador. Pero, ya no es solo cómo nos vemos, es cómo pensamos, y cómo actuamos. La digitalización no es solo una facilidad cuando la burocracia está vivita y coleando. El sistema que se cae no es el sistema que se mantiene funcionando. Insisto, amplificado.
"Así dice el Señor: Maldito el hombre que en el hombre confía", dice Jeremías 17:5. Los algoritmos son creaciones de los empresarios, de matemáticos e informáticos. Las redes sociales no te permiten ver lo que es un corazón roto. Tampoco sentir despedidas, abrazar alegrías. Un "me gusta" no recompensa una mirada, una sonrisa, un beso.
Me sorprendo sin encontrar el ritmo con el que solía pasar mis ojos de párrafo en párrafo, mientras sostenía un libro cada noche, solo por el placer de leer. Hoy, algún episodio de Netflix o YouTube reemplaza el ruido de mi imaginación.
El mate, el café o una cervecita, entre diálogos con amigos, pareja, familia, no se pueden reemplazar por una paisaje de ensueño, mientras estas solo, mientras llueve.
Los clicks son dueños de trabajos, de sueños, de vidas. Me pregunto cómo será ir a la universidad ahora. Cómo se cosen los aplazaos a las ganas, y al bolsillo para lograr cumplir ese sueño. Qué te saca de la casa de los viejos, después de los 20. El poder está en esos millares de click. Si, incluso ese que buscan electores. Podés no ser, incluso antes de llegar a la tumba, si no estás ahí: en la fibra óptica.
Ya no imprimimos las fotos que despertarán recuerdos. Incluso el tarot se trasladó a la pantalla, haciendo única la lectura de millones de Leo o Aries. Un moderno "lo dejo a tu criterio".
Podría traerles porcentajes de todas esas cifras oscuras que se llevan personas: las que se mueren y las que se parecen a un zombi (muerto viviente), pero solo les pido, queridos lectores, que miren en sus pantallas, esas que nos acompañan incluso al baño, cuántas de sus 24 horas les marca: y créanme por experiencia propia que un escalofrío les va a correr, por el tiempo que han pasado cambiando sensaciones por sentido.