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Francisco, el constructor

Un día como hoy, hace diez años, el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, hasta entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires y Primado de Argentina, se convertía en Papa e iniciaba su pontificado bajo el nombre de Francisco

Su propuesta para promover una "cultura del encuentro" y la idea de una realidad compleja que se asemeja a un poliedro, con múltiples facetas, revelan su vocación por construir puentes en un mundo que, paradójicamente, está cada vez más interconectado pero que tiende a profundizar las divisiones.

En una carta que envió el año pasado al arzobispo de la ciudad de La Plata, Víctor Fernández, el Papa volvía a expresar su preocupación por la profundización de los antagonismos que impiden avanzar en consensos básicos en la Argentina. "Hay mucho para hacer para que todos puedan vivir de la dignidad del trabajo y para que no haya ciudadanos de segunda", escribió en esa oportunidad Bergoglio y remarcó que "nada importante ni estable se logrará con la polarización agresiva". Si bien en esa misiva el Papa se refirió a la coyuntura que vive nuestro país, no hay que perder de vista que su misión pastoral está orientada, como él mismo señaló, a reflexionar sobre asuntos de enorme transcendencia que son determinantes para "la buena marcha de las naciones". Hecha esta aclaración y volviendo a nuestra realidad nacional se puede decir que, lamentablemente, la polarización parece haber ganado la pulseada a la capacidad (siempre necesaria) para sostener una discusión razonable de los asuntos que más preocupan, como la pobreza, el avance del narcotráfico o la inflación, por nombrar sólo algunos temas siempre presentes en la agenda pública. Ya lo hemos señalado en otras oportunidades en esta columna: algunos dirigentes de cierta relevancia siguen mostrando muy poca predisposición al diálogo y no faltan quienes, en este año electoral, prefieren apelar a los insultos o fórmulas simplistas en lugar de presentar argumentos sólidos para seducir al electorado. De esa manera, se vuelve cada vez más complicada la tarea de fortalecer la convivencia entre todos los sectores.

En la histórica visita que Francisco realizó a Irak en 2021, recordó que "la coexistencia fraterna necesita del diálogo paciente". En esa oportunidad, además, dijo que lograr la convivencia "no es una tarea fácil: requiere compromiso por parte de todos para superar rivalidades y contraposiciones". La cita, por supuesto, debe interpretarse en el contexto de esa gira apostólica, pero también es útil para nuestro país, donde la difícil situación que atraviesa un alto porcentaje de la población obliga a retomar el diálogo y a evitar la tentación de describir los problemas desde una perspectiva binaria, donde todo se reduce a buenos y malos, a blanco o negro. Esa manera de relacionarse está en las antípodas del diálogo paciente y la coexistencia fraterna que plantea el Papa Francisco.

"Las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre entre mis preocupaciones. Durante los últimos años me he referido a ellas reiteradas veces y en diversos lugares. Quise recoger en esta encíclica muchas de esas intervenciones situándolas en un contexto más amplio de reflexión. Además, si en la redacción de la Laudato si tuve una fuente de inspiración en mi hermano Bartolomé, el Patriarca ortodoxo que propuso con mucha fuerza el cuidado de la creación, en este caso me sentí especialmente estimulado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dabi para recordar que Dios ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos", observó el Papa en Roma en ocasión de presentar la encíclica Fratelli Tutti. "Entrego esta encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad", explicó el Papa. Ojalá que su mensaje sea escuchado en nuestro país y que sus enseñanzas sean llevadas a la práctica, de modo tal que podamos avanzar en la construcción de un país más justo, que brinde oportunidades a todos.