
Columnista
Pompeya: un caldo espeso
Los sucesos del fin de semana pasado en Misión Nueva Pompeya, con disturbios y hechos de violencia graves que incluyeron la quema de instalaciones judiciales, estuvieron lejos de ser el producto de una conjunción aleatoria de factores que confluyeron fugazmente para provocar un par de días de furia y -luego- diluirse en la nada. Más bien lo opuesto: emergieron subidos al lomo de una situación complejísima que anuda viejos dramas enraizados y un presente inflamable.
El espeso caldo que burbujea en la olla de El Impenetrable está hecho de numerosos ingredientes. Subdesarrollo, postergaciones sociales ancestrales, manipulaciones políticas, discriminación étnica, el avance imparable de las adicciones, una nueva criminalidad, negociados espúreos, saqueo de recursos naturales, junto con notorias traiciones, son apenas una parte de ellos.

DESAPARICIÓN Y SOSPECHAS
Como se sabe, lo que esta vez encendió la mecha fue la desaparición de Salustiano Giménez, un chico de 16 años cuya ausencia injustificada fue denunciada por su familia el 14 de febrero. La comunidad wichí, de la que él forma parte, comenzó a reclamar rápidamente que la búsqueda del adolescente se realizara con mayor interés y despliegue que los que veían en la Justicia y la Policía.
La suposición de que Salustiano podría haber sido asesinado, más la existencia de un sospechoso de ese hipotético homicidio, recalentaron el clima, al sumarse la idea de que el eventual crimen podía quedar impune.
Hubo cortes en los accesos a Nueva Pompeya y protestas que desembocaron en los hechos del sábado 4 y el domingo 5 de este mes, que dejaron decenas de heridos entre manifestantes y policías, así como unas veinte detenciones.
Los disturbios se convirtieron en noticia nacional y el gobierno provincial instrumentó el rápido aterrizaje de integrantes del gabinete provincial en la zona del conflicto para contener la situación y evitar su extensión en el tiempo y su propagación geográfica. Las comunidades indígenas de El Impenetrable lograron un nivel de comunicación e interacción que no tenían el siglo pasado, así como también una mayor conciencia política y sentido de pertenencia.
Pese a la fuerte fragmentación que les indujeron los grandes partidos y a la existencia visible de dirigentes -de sus propias etnias- que dicen representarlos, pero acaban utilizándolos como monedas de canje para su beneficio personal.
Los baldazos oficiales dieron el resultado buscado. Es decir, calmaron la superficie de ese río de tensiones, laceraciones y asignaturas pendientes que corre por debajo de estos episodios cada vez que se producen. La semana transcurrió sin nuevos incidentes, pero con la sensación de que todo está por verse. También el destino de Salustiano Giménez, cuya búsqueda se reforzó notoriamente. Ayer continuaban sumándose recursos con ese fin.
LA GUARDIA WASHEK
Lo ocurrido en Pompeya también volvió a poner en foco a la Guardia Washek, creada cinco años atrás por integrantes de la comunidad wichí. Se constituyó declarando que sus fines eran, centralmente, la protección de los recursos naturales que son destruidos sistemáticamente por la explotación forestal ilegal y el avance de las fronteras agrícolas. Esto último, cimentado en gran medida por negociados con la tierra pública que tuvieron su auge en los ’90 y comienzos de este milenio.
La Guardia, sin embargo, fue cambiando de perfil. Lo que parecía una legítima acción de defensa del monte –eje de la vida de los pueblos originarios- se convirtió en otra cosa. Aparecieron en el historial atropellos y hechos de violencia que fueron denunciados por criollos, viajeros, transportistas, personal sanitario, agentes del Estado.
Los integrantes de la organización se defendieron siempre diciendo ser víctimas de una "demonización" que apunta a reproducir el ancestral sometimiento por parte del blanco. ¿Es eso? ¿El lugar desde el cual miramos nos impide ver de dónde viene la rabia que brota en algunas acciones de la Washek? ¿Los integrantes de ese grupo se fascinaron con la idea de poder actuar como si no existiera un Estado? ¿Alguien miente o esto es puro desencuentro?
Comencemos por aclarar algo: es casi imposible saber dónde está la verdad. De momento, solo podemos hilvanar dichos y hechos.
"Ellos se autointitulan guardia ambiental, pero están todos uniformados, utilizan autos oficiales, cargan nafta con vales oficiales, hacen controles en las rutas, detienen a personas", dijo días atrás el fiscal federal de Sáenz Peña, Carlos Amad, y recordó otros hechos del pasado reciente: más ataques a edificios públicos, haber tomado como rehén a una jueza en 2022 para un reclamo, quedarse con una ambulancia de Salud Pública, secuestrar cuatro vehículos de un programa nacional de prevención de enfermedades y retener al personal que iba en ellos, entre otros casos.
"Es un grupo muy violento que no reconoce el imperio de la ley ni a las autoridades", dijo Amad en declaraciones a una radio porteña. "Nadie se encarga de esto, al principio parecía que sí, pero el gobierno parece ser que no ve el problema, que es gravísimo", agregó. "Usted me está describiendo un grupo terrorista", le dijo el periodista que lo entrevistaba. "Básicamente, sí", fue la respuesta.
Amad también reprochó que el grupo es "apañado por cierto y determinado sector del Estado", y redobló la apuesta días después diciendo que investigará de dónde proviene el financiamiento que sostiene la logística de la Guardia.
Las declaraciones de Amad fueron el lunes temprano por la mañana. El mismo día, Jorge Capitanich atribuyó los hechos de Pompeya a "grupos movidos por un interés político para generar caos y estrépito social" y anunció que promovería la creación de una comisión investigadora del tema en la Legislatura.
Y agregó: "Percibo que actúan ciertos fiscales y ciertos jueces con una estrategia política, que es todo el tiempo desgastar la gestión de gobierno, provocar el caos e inducir a conflictos. Eso necesita que la Cámara de Diputados, en donde están todos los representantes del pueblo, lo pueda investigar hasta las últimas consecuencias".
"He observado operación política, trabajo en redes, viralización, con el claro objetivo de generar un perjuicio. Conozco demasiado este oficio, conozco demasiado el sistema de información y cómo se manejan, y voy a ir hasta el fondo", dijo el gobernador.
UNA MANO LEVANTADA
El cruce es ruido de coyuntura, más allá de que tiene mucho mar de fondo. El desafío, una vez más, sigue siendo entender, aceptar, acercar, tratar de comprender, conciliar los pedazos de una Argentina fanática de las fracturas y de un doble discurso que, por un lado, predica institucionalidad; mientras, por el otro, romantiza la violencia setentista o aplaude que dos jueces de la Corte sean emboscados en pleno Congreso.
Nueva Pompeya es una mano levantada para que se sepa -para que sepamos todos- que nada bueno puede resultar del atraso, la ausencia de justicia real y la involución política. Los peores indicadores sociales, educativos y sanitarios del Chaco están en el Oeste. La mayor pobreza y, simultáneamente, los precios más caros para los consumos básicos de un hogar. Las mayores necesidades y los mayores abandonos.
Muchas mujeres, algunas de ellas enroladas en la Guardia Washek, vienen denunciando el avance imparable de las drogas entre niños y jóvenes. El Impenetrable es un territorio que los investigadores federales creen cada vez más atravesado por el narcotráfico, que enlaza corredores de países próximos (Bolivia y Paraguay) y provincias vecinas (Formosa, Santiago del Estero, Tucumán). Ese es otro bosque tapado por árboles que nunca se talan.
Por último: toda esa miseria no se compensa brindándoles a los que la padecen el permiso de saltarse algunos artículos del Código Penal. Eso no es empoderar, es seguir arruinando. Hace falta otra cosa. Está claro que no sabemos bien qué, pero con seguridad es algo muy diferente de lo que venimos haciendo.

Director periodístico.