
Columnista
Por fuera de la burbuja, hay una realidad agobiante
En las últimas décadas, la Argentina no había enfrentado un proceso electoral en un escenario de la economía tan complejo como el actual.

Situación que suma otras peligrosas aristas, como la corrupción, el avance del narcotráfico, la inseguridad, pero también con una crisis en la Educación que va más allá de los logros alcanzados en materia edilicia, ya que es una deuda con los contenidos y con modalidades como las de: ‘Si te llevás materias no importa, pasás de curso lo mismo‘.
Es patético, es una clara imagen del deterioro más extraordinario que se pueda tener en un país que se jacta en los discursos pero que se cae en los hechos concretos al no tener una base educativa para las próximas generaciones.
LA BURBUJA
Pero la imagen más triste es que gran parte de la clase política actual, oficialista y opositora no se está dando cuenta de lo que pasa fuera de la burbuja de las mesas de café. Afuera, hay una Argentina que se está asfixiando. Un país productivo donde la sequía y los calores han sido tan intensos, que no hay registros en los últimos 30 años que haya ocurrido un fenómeno climático de tal naturaleza. Literalmente, los cultivos han sido quemados en el norte del país y ahora en la región central sienten, sobre todo en maíces, ese efecto abrasador del sol.
Un informe técnico del ingeniero agrónomo Luis Villa, de Rosario, y hablando de lo que pasa en el país, dice que no hay registros de un impacto tan alto en los últimos años en comparación con el tamaño de la economía que tiene Argentina.
El impacto es muy grande, se va a sentir este año y varios años más, porque este va a ser el año más difícil y el impacto correctamente evaluado en todo sentido se ubica en unos 25.000 millones de dólares. De eso, unos 5000 millones son impactos que se van a ver en el futuro, no en este ejercicio.
MENOS PRODUCTORES
Esta sequía va a sacar de la carrera a muchos pequeños y medianos productores. Y eso es grave, señores y señoras.
La política de gobierno, imprevisible, sin visión y sin evaluar el largo plazo, si no se toman las riendas del carro, va a dejar fuera del sistema a no menos de nueve mil chacareros en el país, que son los que quieren realmente seguir viviendo en el campo, produciendo sus huevos, sus gallinas, sus cerdos, su leche, pero en este esquema no podrán porque no tienen espaldas.
¿Qué ocurre entonces? Las empresas o pooles de siembra seguirán su expansión comprando pequeños campos, en distintos lugares, y eso les permitirá ampliar su diversificación productiva y estar menos expuestos a los embates del clima.
¿Qué hace el gobierno en tal sentido? Mirar para otro lado. Había -o hay aún--una clara intención de Sergio Massa de recomponer relaciones con el campo. Pero tiene trabas en el propio gabinete de Alberto Fernández. ¿Ideológico? Solo ellos lo saben.
Un claro ejemplo es que el gobierno anunció a través de Silvina Batakis (Banco de la Nación) créditos para el agro, pero, poco después, el Banco Central (BCRA) extendió hasta el 31 de diciembre de 2023 la norma que establece que aquellos productores que tengan en su poder más de cinco por ciento de la última cosecha de soja deben abonar una tasa de interés superior, lo que representa una medida claramente discriminatoria.
Lo cierto es que la Argentina productiva está riesgo, mientras se observa como luz de esperanza que el clima comenzará a ser más benigno en los próximos meses, y ese impacto tan fuerte que dejó la sequía comenzará, mediante la inversión propia de los chacareros y de su propio esfuerzo, a recuperarse, aunque será muy lentamente.
Mientras esto sucede, países vecinos como Brasil avanzan y avanzan. Dejan de lado la política partidaria para aplicar políticas de Estado y hoy avanzan siendo uno de los países que mayor cantidad de materias primas o commodities aportan al mundo (ahora, por dos años consecutivos le ganó a la Argentina exportando harina de soja), aunque paralelamente agregan cada vez más valor en origen.
¿Y ENTONCES?
No es la pregunta del millón, pero es el momento en el que el timbre que sonará a través del voto en estas elecciones podría despertar a cierta clase política que en el orden nacional -como sucedió en la ExpoAgro hecha en San Nicolás- pasaron los candidatos a presidentes, tratando de pescar en la pecera de los votos urbanos y se olvidaron del campo, tal vez porque en votos signifiquen muy poco.
EL DESAFÍO
El campo tiene el desafío de salir de debajo de la cama y persuadir a las comunidades de que sin producción no habrá suficiente comida, ni chombas de algodón ni jeans, y tendrán que indefectiblemente entrar a la cancha y dejar de quejarse tanto por la falta de medidas, y ponerse a trabajar junto con sus cuadros técnicos que sí los tiene, muy capacitados, y mostrar que un país sin tener como aliado al que produce -y que por el contrario, lo agrede- no podrá recuperar su economía.

Periodista. Jefe de Chaco Adentro.