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CARTAS DE LECTORES

A mi padre canillita, mi héroe 

Señor director de NORTE:

Hace unos años, mi hijo con tan solo 10 años me hizo una pregunta que hasta hoy la recuerdo como si fuera ayer. La pregunta no era muy difícil de responder, solo una más de las tantas que llevan a la curiosidad de un niño, una pregunta que sin lugar a dudas permanecerá en mi corazón por siempre, porque detrás de ella se halla, en resumen, uno de los sentimientos que más me moviliza a poder escribirte estas líneas, para darte un pequeño mimo a tantos años de lucha y sacrificios que hiciste por nosotros, por nuestro bienestar. 

Ahora bien, seguramente tengas curiosidad por saber cuál fue esa pregunta —que quizás tu nieto Francisco logre entender dentro de no muchos años, o quizás vaya comprendiendo algo en el presente— es que transita una edad donde ciertas responsabilidades las toma con mucha tranquilidad, otras todavía no le ha tocado vivirlas, pero todo llega a su debido tiempo, siempre con la bendición de Dios y la Virgen, pero de algo estoy completamente seguro, que al igual que yo, recuerda la respuesta a esa pregunta. La ansiedad debe estar consumiéndote, viejito querido, solo quería que entendieras cómo unas pocas y sencillas palabras pueden resumir tanto sentimiento y amor. Es aquí cuando Francis pregunta: "Papá, ¿quién es tu héroe?". "El abuelo", fue mi respuesta de forma espontánea, sin titubear, sin pensarlo. Fue algo que salió desde lo más profundo de mi corazón de una forma que es muy difícil de explicarlo. Francis solamente sonrió, seguramente el esperaba que nombre algún superhéroe de los que solemos ver en televisión o en  las carteleras de los cines. Su corta edad sumada a su inocencia seguramente le han impedido comprender mi respuesta a su pregunta, desconociendo que a esa misma edad, vos, viejito amado, ya te encontrabas recorriendo las calles de tierra de nuestra querida ciudad de Resistencia, con unos diarios debajo de tus pequeños brazos, teniendo un horario de salida, pero no de regreso a tu hogar donde te esperaba la abuela Maruca.  

Soy consciente de que eran otros tiempos, muy diferentes a los que hoy transitamos, pero no puedo dejar de pensar cómo siendo tan pequeño te aventurabas en este trabajo que tanto te ha dado a lo largo de todos estos años. La única conclusión a la que puedo llegar es que más allá de que lo hacías por la necesidad de ayudar a tu mamá, lo realizabas también por un poco de diversión, que lo veías como un juego y que no sea solamente una necesidad, porque pienso ¿qué responsabilidad de adulto puede tener un niño de 10 años o menos, más que estar en la escuela o jugar con sus amigos? Pero es lo que te tocó, viejito, y la verdad es que lo hiciste de una forma admirable como pocas veces lo he visto en mi vida. Así como tener que irte a vivir solo cuando no tenías la mayoría de edad, en unas condiciones donde la palabra precariedad pasa a ser insuficiente.  

Cada vez que paso por calle 12 de Villa Los Lirios y me voy acercando a la laguna que allí se encuentra, de forma inmediata pienso en vos, y sinceramente todavía hay cosas que me cuesta comprender… ¿Cómo lo hiciste viejito? ¿De dónde sacabas tantas fuerzas para nunca darte por vencido y pelearla día a día? Recuerdo cuando nos contabas las veces que se te inundaba tu rancho cada vez que las precipitaciones hacían colapsar esa laguna, tus relatos sonaban como hazañas conjuntamente con sabor a tristeza, pero obviamente una cosa es contarla y otra muy diferente vivirla. Más allá de todas esas dificultades nunca dejaste de creer que lo bueno estaba por venir y llegamos nosotros, tus hijos. Para ese entonces y por esa lucha constante de superación, ya contábamos con una mejor calidad de vida de aquella que te tocó atravesar y aun existiendo dificultades de índole personal que te hicieron mucho más fuerte, jamás dejando de lado tu objetivo principal: educarnos y enseñarnos esos valores que hacen a una persona de bien.  

Recuerdo los años de primaria como los mejores momentos compartidos con Gonza y con vos, una infancia donde nos brindaste todas las comodidades que estaban a tu alcance, afecto y, sobre todo, el acompañamiento en esa etapa de nuestra niñez. Comenzábamos de a poco a aprender la cultura del trabajo (tapicería), hacernos entender el sacrificio de ganarnos nuestro dinero para ir a los videosjuegos o darnos otros gustos.  

Recuerdo los domingos de paseos luego de que terminaras tu reparto de diarios, esas caminatas a orillas del río en la ciudad de Barranqueras o esas tardes de fútbol en el Parque Ávalos junto a mis hermanos de corazón, amigos de la escuela que prácticamente estoy seguro que te veían casi como un padre, ya que ellos carecían de uno. La visita a los circos que llegaban frecuentemente en esas épocas, los actos escolares y así, muchísimos momentos vividos a tu lado. Cuesta aceptar que ya han pasado más de veinte años de esos días gloriosos, a veces me gustaría regresar por un instante. 

En ciclo de estudio secundario las cosas cambiaron un poco, etapa de adolescencia donde nos creemos invencibles y cuesta escuchar los consejos de nuestros padres, mucha rebeldía de por medio, pero vos te la bancaste como un campeón con dos varones. Muchos dolores de cabeza, pero vos siempre junto a nosotros aconsejándonos con tus palabras sabias, pero sobre todo demostrándonos con hechos que la vida es muy dura y que debíamos prepararnos para cuando se nos presente esos momentos difíciles de superar.  

Trascurría 2004 y llegaba a nuestras vidas tu amado nieto Francisco y yo con tan solo 15 años, la verdad fue todo un revuelo en la familia, debía asumir mi responsabilidad como padre, como correspondía. Continuar con mis estudios era una condición innegociable con mi viejo, me lo había advertido y nuevamente, como en tantas otras veces, me acompañaste, me enseñaste la forma de educarlo, de guiarlo por el buen camino, el de la humildad. Debido a la llegada de Francis iniciamos el emprendimiento de la revistería. Compartir con mi papá la profesión de canillita durante 10 años, sin dudas, fue una experiencia única, aunque tengo que ser sincero, siempre supe que iba a ser algo temporal, pero fue lo más cercano que pude estar de comprender por qué amas tanto este trabajo. Reitero, fueron 10 años de un quiosco de venta de diarios y revistas que me dio miles de satisfacciones, ciertas libertades económicas, desde poder brindarles bienestar a mis hijos a darme gustos personales, pero siempre con tu apoyo, viejito querido. Esta profesión me ha dado la posibilidad de conocer gran parte de la ciudad de Resistencia, sus calles, conocer personas buenas y otras no tanto, ver realidades de la sociedad que en otro trabajo no lo hubiera podido diferenciar. Me enseñó a ser solidario, honesto, humilde en actitud y en palabras, a generar empatía con las personas que carecen de oportunidades y educación, me enseñó lo que es el sacrificio en materia  laboral, el compromiso, la disciplina y responsabilidad en un trabajo, me ayudó a pagar mis estudios y muchas cosas más. En este trabajo pasamos situaciones difíciles y complejas, pero de igual forma siempre supimos salir adelante. De mi parte y con el mayor de los respetos que se merecen todas las profesiones y oficios, créanme cuando les digo que ser canillita es uno de los trabajos más duros que puede realizar una persona, es un desgaste físico y mental difícil de explicar, yo he visto a mi viejo salir a hacer su reparto de diarios, con fiebre, a días de ser dado de alta después de realizarse alguna intervención quirúrgica (fueron muchas), con tormentas y lluvias torrenciales que inundaban la ciudad, veranos e inviernos con temperaturas despiadadas, hacer su reparto después de alguna pérdida familiar sin poder tomarse unos días de duelo, expuesto a siniestros viales que pudieron costarle la vida, cuentan con solo tres días de descanso en el año y muchas otras situaciones, pero la más difícil se ha presentado en estos últimos años, la de saber que es una profesión que está en camino a extinguirse, a causa de la globalización y la internet que va evolucionando a pasos agigantados.  

Tuve la posibilidad de participar este último 7 de noviembre del festejo para todos los canillitas en su día, que con mucho esfuerzo la vienen llevando a cabo desde hace algunos años, pero más allá de la felicidad de cada uno de los que participaron en ese agasajo, hay algo que no puedo dejar pasar por alto y realmente vale la pena destacarlo, por el simple hecho de haber sido fiel testigo de la lucha que llevaste adelante, viejito querido, para que esta celebración se realice donde corresponde, en el edificio perteneciente a cada uno de tus colegas, el Sindicato de Vendedores de Diarios de la Provincia del Chaco, un lugar físico que durante muchos años sufrió la usurpación para beneficios de unos pocos. Hoy la realidad es totalmente diferente, es la casa de todos aquellos canillitas que entendieron que este lugar les pertenece.  

Los festejos por el Día del Canillita en la sede sindical ubicada en la calle Santa Fe. 

Por último, me gustaría agradecer a cada uno de los clientes que confiaron y siguen confiando en mi padre en todos estos años, muchos ya no están físicamente, pero sé que mi viejo los recuerda con mucho cariño y a todos los demás, decirles que no son simplemente clientes, son parte de su vida.  

Agradecer a todos los directores que estuvieron al frente estos últimos 17 años del organismo ATP (Administración Tributaria Provincial) y RPI (Registro de la Propiedad Inmueble) que permitieron poder ubicar la revistería en la vereda de la entidad en los diferentes edificios que ocuparon hasta el actual y definitivo, a todo el personal que la componen y sus pasivos.  

Agradecer a diario NORTE por permitirme esta publicación y acompañar a todos los canillitas en estos momentos difíciles en la profesión de la cual son parte y conllevan una gran responsabilidad en sus decisiones para salir adelante.  

Los últimos renglones para vos, viejito querido, gracias por enseñarnos con hechos las palabras humildad, sacrificio y honestidad. Estamos muy orgullosos de vos, sos un luchador de la vida, nuestro campeón y quedate tranquilo que las veces que mires hacia atrás vas a ver que hiciste un gran trabajo con tus hijos, lo diste todo y lo seguís haciendo. Ya somos profesionales y con muchos objetivos por alcanzar en materia de estudios, ya hemos conformado familias, contamos con trabajos estables y vacaciones (como vos lo deseabas) y muchas otras más, por lo tanto, si todo esto fue tu sueño para con nosotros, sentite satisfecho de que lo has alcanzado. Ahora, disfrutá de la vida y date más tiempo para vos y tu esposa que te acompaña siempre, en la buenas y en las malas, sean felices, ya cumpliste con nosotros y no lo olvides "jamás voy a empeñar el apellido de mis hijos, mi mayor anhelo es honrar el apellido de mi padre". 

Te amamos, viejito querido.  

RODRIGO EDUARDO BASER   

DNI 34795349

RESISTENCIA