La Harley japonesa que nadie quiere recordar
Durante la Segunda Guerra Mundial una moto que conducían los mensajeros japoneses llamaba mucho la atención a los norteamericanos.
Se trataba de unas motocicletas con sidecar que se distinguían por el reconocible V2 previo a la era Knucklehead y claramente parecían ser unidades de Harley-Davidson.

¿De dónde habían salido esas motocicletas con tecnología aliada en medio de uno de los países beligerantes del eje Roma-Berlín- Tokio? Las motos eran japonesas, ya que desde 1931 la empresa Rikuo fabricó bajo licencia algunos de los modelos de la casa americana en aquel país.

De esta forma, mientras Harley-Davidson sacaba partido de la proyección internacional tan necesaria para contrarrestar la caída de las ventas en su mercado local, Japón al fin lograba acceder a una tecnología basada en motores sólidos, potentes y confiables y el know how de los técnicos de Milwaukee.
Sin embargo, según avanzaron los años treinta el clima político en Japón fue haciéndose cada vez más y más hostil y llegados a este punto, el gobierno del Japón imperial aconsejó -por decirlo suavemente- la salida del país de los técnicos de Harley-Davidson responsables de supervisar la producción de Rikuo en 1936.
Desde entonces ambas partes arrojaron piadosamente un manto de silencio respecto a lo que había pasado entre 1931 y 1936.

La parte japonesa porque no estaba interesada en promocionar cómo había tenido que recurrir a tecnología extranjera para desarrollar su sector motociclista. Y la estadounidense porque, al fin y al cabo, a Harley-Davidson no le daba especialmente buena prensa el haber tratado de forma tan estrecha al "enemigo".

Con todo ello, lo cierto es que resulta curioso cómo incluso después de la Segunda Guerra Mundial se siguieron produciendo modelos de Rikuo -estuvo en activo hasta 1959- claramente basados en las Harley-Davidson del período de entreguerras.
De hecho, la RT2 es un muy buen ejemplo, gracias a su V2 de 750 centímetros cúbicos con válvulas laterales y cuatro tiempos con refrigeración por aire.
Todo ello para generar 22 CV plagados de sabor añejo previo a la implantación de los motores Knucklehead. Sin duda, una pieza de lo más interesante para quien busque un modelo plagado de historia.