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Rubén Tonzar

Columnista

Desde Ucrania a las islas Salomón

Combates locales de una guerra mundial

Recientemente el sitio Intellinews, especializado en política internacional, rescató una entrevista realizada en 2019 a Oleksiy Arestovych , asesor del presidente ucraniano Volodymyr Zelenski. Arestovych le dijo entonces al canal de noticias ucraniano "Apostrophe.ua" que la adhesión a la OTAN era la única esperanza de Ucrania para asegurar su independencia. Profetizó: "Si no nos unimos a la OTAN, seremos absorbidos por Rusia antes de que termine la próxima década".

La crisis ha militarizado las relaciones económicas globales: las sanciones contra Rusia golpean, en mayor o menor medida, tanto a ese país como al resto del mundo.

Pero mucho más interesante que la predicción era su fundamento, que implicaba otra reveladora definición: "Cualquier conversación sobre la adhesión de Ucrania a la OTAN provocará a Rusia a lanzar una operación militar en gran escala contra Ucrania", dijo Arestovych. "El precio para que Ucrania se una a la OTAN será una guerra en gran escala con Rusia".

Con esa clara conciencia, el gobierno ucraniano, que ya venía conversando el asunto desde por lo menos 2008, redobló sus peticiones, negociaciones y hasta exigencias a la OTAN, a la UE y a la "comunidad internacional" para que admitieran a Ucrania en sus exclusivos clubes políticos, militares y económicos. 

No lo consiguió oficialmente, pero al menos obtuvo de EEUU y del Reino Unido el aporte de fondos militares, armas e instructores para preparar la guerra que preveía. Como prenda de garantía de su determinación, el gobierno de Kiev multiplicó los bombardeos e incursiones militares sobre las "repúblicas" rebeldes del Donbass (Donetsk y Lugansk), violando sistemáticamente los dos acuerdos de Minsk firmados con Rusia, Francia y Alemania. A fines de 2021 la guerra del Donbass ya se cobraba unos 14 mil muertos, la mayoría civiles, la mayoría ciudadanos de las dos provincias rebeldes. 

"La mejor opción"

Arestovych aún brindó previsiones más detalladas en aquella entrevista: "Rusia tendrá el objetivo de degradar la infraestructura y convertirnos en un territorio devastado para hacer que nuestro territorio no sea interesante" para la OTAN. Esto iba a ser así porque "Rusia no quiere confrontar con la OTAN directamente", dijo Arestovych. Y estimó que "Una invasión rusa en gran escala que terminara con la derrota de Rusia y fuera seguida por la entrada de Ucrania en la OTAN" sería "la mejor opción y la que aseguraría la independencia" del país.

El precio

Estos dichos no relativizan ni justifican la criminal invasión rusa a Ucrania, por cierto. Pero sí echan luz sobre los objetivos y las políticas del (los) gobierno(s) ucraniano(s) y sobre todo de sus aliados occidentalesEEUU, Reino Unido y sus seguidores en la OTAN- que coadyuvaron (o instigaron) al estallido de la guerra presente,"el precio para que Ucrania se una a la OTAN". 

La semana pasada, el canciller ruso Sergei Lavrov repudiaba que el Congreso de los EEUU hubiera votado en marzo u$s 13.000 millones de "asistencia" para el gobierno de Kiev, y advertía que Rusia consideraría "objetivos legítimos" todos los cargamentos que ingresaran en Ucrania y que "a juicio de nuestro gobierno pudieran transportar armas". 

Como al pasar, Lavrov hacía notar que las vacunas que occidente había enviado a Kiev durante la pandemia no alcanzaron para inmunizar más que al 30% de la población ("Les dieron más misiles que vacunas"). En respuesta, este miércoles el presidente estadounidense Biden anunció que pedirá al Capitolio un nuevo "paquete de ayuda" para Ucrania, esta vez por u$s 30.000 millones.     

Esto nos habla de que la guerra de Ucrania no es un fin en sí mismo, sino una movida de una pieza en un tablero mucho, mucho más amplio. Por limitaciones de espacio, ilustraremos la idea solo con dos ejemplos, entre decenas disponibles.

Alemania

Desde los acuerdos para la reunificación alemana -negociados por Helmut Kohl y Mijail Gorbachov entre 1989 y 1991- hasta los tres lustros de gobierno de Angela Merkel -durante los cuales el país germano se transformó en el mayor inversor extranjero y en el mayor comprador del gas ruso- Alemania lideró una forma de relaciones entre Rusia y occidente centrada en una colaboración político-económica que se profundizaba día a día.  

La expansión de la OTAN hacia una decena de países de Europa oriental en lo que va del siglo, y sobre todo la irrupción de la intervención estadounidense en 2013, simbolizada en el golpe de Estado en Ucrania contra el presidente prorruso Viktor Yanushenko (que derivaron en la anexión de Crimea por parte de Rusia y el inicio de la guerra del Donbass) vinieron a cuestionar aquella política alemana.

Alemania está sufriendo perjuicios políticos y económicos por las sanciones aplicadas a Rusia que hasta ahora repercuten más que en ese país.

El asunto ha llegado a un punto crítico con la guerra de Ucrania, donde el flamante gobierno de coalición alemán (socialdemócratas, verdes y liberales asumieron en diciembre de 2021) ha entrado en una crisis galopante, con dos de sus miembros (verdes y liberales) encolumnados tras la política de EEUU-OTAN, mientras los socialdemócratas intentan preservar el statu quo de los negocios, con las bombas cayendo alrededor. 

La crisis política refleja movimientos mucho más densos y profundos, con el establishment industrial alemán (metalurgia, autos, química) amenazado por el ascenso de los fabricantes de armas y otros sectores relacionados, y por la necesidad imperiosa de una reconversión energética. Todo, en medio de una inflación que este año puede triplicar la de 2021.

China y las Salomón

En 2021 el gobierno de las islas Salomón había decidido reconocer a la República Popular China y cortar relaciones diplomáticas con Taiwán. La semana pasada se conoció que China y las Salomón firmaron en Pekín un tratado por el que se aseguran "mutua asistencia" en cuestiones de seguridad, habilitando a China a "desplegar fuerzas relevantes para proteger a sus ciudadanos y proyectos (obras)" en el territorio de las islas. Además, buques mercantes y militares chinos podrán acceder y reabastecerse en los puertos de las Salomón

El viceprimer ministro de Australia, Barnaby Joyce, expresó "preocupación ante la posible creación de una base naval china a solo 1.500 km de Australia", lo que según él es "una pesadilla estratégica" para su país. El gobierno de EEUU, en tanto, sostuvo que "el acuerdo plantea graves riesgos para un Indo-Pacífico libre y abierto", porque "facilitará el despliegue de fuerzas armadas chinas en la región".

Las islas Salomón (la mayor de ella es Guadalcanal). a unos 1.500 km al noreste de Australia.

   El gobierno australiano "recomendó" a las Islas Salomón "que sean muy cuidadosas, porque invitar a un régimen totalitario tendrá efectos en su soberanía", y destacó que tiene la misma "línea roja que EEUU en relación a la posible base militar china". El opositor partido Laborista de Australia criticó a su gobierno por "no impedir el peor fracaso de la política exterior en el Pacífico desde el final de la II Guerra", y dijo que el primer ministro "desapareció mientras China negociaba un acuerdo en nuestra puerta".

Desde las Salomón, el primer ministro Manasseh Sogavare respondió a las críticas: "Cuando Australia firmó el acuerdo militar AUKUS con EEUU y el Reino Unido, tampoco fue transparente" porque "la familia del Pacífico no fue consultada". Irónicamente, concedió que "Como país soberano, Australia puede firmar cualquier tratado que quiera". 

Preparando una guerra mundial

Por el momento la guerra permanece contenida en las fronteras ucranianas (aunque ya se registraron ataques en territorio ruso y en Transnitria). Pero vale la pena razonar que si EEUU y la OTAN, por una parte, y Rusia -con el apoyo de China y la India- por otro, han comenzado a chocar en los campos políticos, diplomáticos y económicos, de diversas formas, en diversos lugares del mundo, lo que anuncian no es una guerra nacional ni regional, sino un conflicto de carácter mundial

Este conflicto –como se manifiesta en el caso de Alemania- se traduce en lo inmediato en guerras económicas que tienden a desestabilizar y eventualmente a quebrar a los Estados en pugna. De hecho, la crisis ha militarizado las relaciones económicas: las sanciones contra Rusia golpean, en mayor o menor medida, tanto a ese país como al resto del mundo.