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La pelea contra las pandemias

Mientras aún no terminamos de asimilar el tremendo golpe de la emergencia de la salud mundial aparece en escena una mutación del virus con mayor poder de contagio y que abre interrogantes respecto de la eficacia de las vacunas.

Pero más allá de este cambio en el escenario sanitario, con un enemigo invisible muy difícil de combatir, hay otra pandemia que tiene más visibilidad pero con una capacidad para causar daño en la sociedad, tal vez superior. Es la división profunda que impulsan quienes apuestan a vivir de los pedazos que arrancan al país y a nuestra provincia.

Ganan en profundizar y amplificar las diferencias en plena crisis en desmedro de la mayoría golpeada por la delicada situación económica social como los medianos y pequeños empresarios, productores, trabajadores, desocupados, excluidos, entre tantos otros sectores de la comunidad.

Si esta otra pandemia no es contenida por el bien común, no podremos ganar la gran batalla sanitaria contra el Covid 19, la pobreza, el hambre y la dolorosa exclusión social.

Es imperioso alentar un gran acuerdo social como el que empezó a insinuarse en los últimos días para superar la tormenta perfecta del coronavirus y los graves problemas que padecemos, para transitar hacia un lugar común: el futuro, al que nos tendrán que llevar nuestros hijos e hijas.

Pero como siempre alguien tiene y debe dar el primer paso hacia ese necesario encuentro social. En este caso la clase política, responsable de sostener el régimen democrático, en definitiva el mejor sistema para desarrollarnos todos con sus defectos y virtudes.

El Chaco no admite una comunidad con desencuentros y diferencias ante un escenario cargado de índices negativos con desocupación y pobreza, con una pirámide cada vez más ancha en su base y con un extremo cada vez más en lo alto pero más alejado de la base.

Por ello, el ejemplo lo deben dar con responsabilidad el oficialismo y el abanico de opositores, con gestos y hechos, a los que se tendrán que sumar todos los sectores con la responsabilidad social que demanda el momento, uno de los más difíciles en la joven historia chaqueña.

La provincia no tiene margen para dejar temas pendientes. Mientras seguimos discutiendo en vano sobre la gestión de la emergencia sanitaria y el rumbo económico, este enfrentamiento estéril, más las inadmisibles chicanas de la política, sólo atrasan y no aportan nada más que nuevas fracturas.

Uno de los ejemplos que señalan una dirección es la respuesta dada ante las variantes que aparecieron del coronavirus. El mundo científico local no sólo encendió la alarma sino rápidamente acordó una respuesta que en nuestro país y en la provincia se conoce como el Proyecto Argentino Interinstitucional de genómica de SARS-CoV2, (PAIS) un consorcio de científicos que cuenta con el aporte de todos, sin diferencias.

El Chaco se sumó con el área de Inmunología del Hospital Perrando y el Instituto de Medicina Regional de la Universidad Nacional del Nordeste. Se trata de una vigilancia activa para evitar la proliferación del virus mutante fuera de las fronteras en las que ha surgido.

UN CAMINO PARA EL ENCUENTRO

A pesar del panorama sanitario y de una sociedad dividida por intereses mezquinos en la semana chaqueña hubo guiños que nos permite avizorar un rumbo de encuentro.

El inicio del diálogo por precios y salarios de las autoridades nacionales con los sectores agropecuario, empresarial y del trabajo, entornó una puerta para construir un gran acuerdo social que permita atender los dramas sociales más urgentes y poner en marcha la gran rueda productiva para recuperar el bienestar social.

Los principales actores se reunieron y todos se mostraron de acuerdo en buscarle una salida al tema urgente de los precios y salarios y coincidieron en un enemigo común, la inflación.
La producción agropecuaria se mostró satisfecha con la respuesta sobre no tocar retenciones a cambio de revisar los costos que terminan dando forma al precio de los alimentos.

Los trabajadores a través de sus centrales sindicales también saludaron el planteo de recuperar el salario real para aumentar el consumo en el mercado interno más un programa plurianual de descenso de la inflación, principal causa de la destrucción de los ingresos laborales.

El empresariado encumbrado del país en el encuentro con el presidente Alberto Fernández accedió a revisar los costos para aportar a la estabilización de precios y además en una reunión clave también compartió que los salarios no deben perder contra la inflación.

Le dieron forma así a un incipiente consenso social pero que alienta la esperanza de lograr que los argentinos despejemos algunas de las más serias preocupaciones que tiene que ver con la subsistencia básica y concentrar el esfuerzo en una sola pandemia.

EL CAPÍTULO DEL CHACO

Ahora, durante la semana chaqueña también hubo aportes para ayudar a descifrar el misterio de los formadores de precios que permiten echar luz sobre los eslabones de la cadena para identificar dónde está el abuso que no le da paz a la mesa familiar por el elevado costo de los alimentos.

Los supermercadistas locales desnudaron el esquema de precios desde el productor, a la industria, la logística y los propios supermercados a lo que sumaron una batería de impuestos, algunos insólitos. Pero al final, todo esto lo paga el consumidor, el único que no puede trasladar más que a su bolsillo el costo final.

También el ruralismo señaló hacia dónde hay que mirar para intervenir en el control de los abusos, particularmente en los agroalimentos. El sector ganadero con un ejemplo expuso lo que pasa con la carne con dos extremos: el productor recibe 150 pesos por kilo y el consumidor paga 800 pesos. El sector productivo dejó en claro su incidencia en los exagerados precios a la vista con un “yo no fui”.

La propuesta, como una invitación a las autoridades, fue la de un diálogo que sincere toda la cadena que no debe dejarse de lado para avanzar en una solución o alivio chaqueño.
Pero en el marco de esta discusión por la cadena de precios, vale la pena tener en cuenta que el que no tiene dinero en su bolsillo no compra.

Argentina tiene 1.400.000 desocupados en su población económicamente activa de acuerdo a la medición del tercer trimestre del 2020, un 11.7 por ciento de este sector. En nuestra provincia el índice según el Indec en el cierre de 2020 es del 8,8 por ciento.

A este cuadro hay que sumar los niveles de pobreza e indigencia en crecimiento constantes empujados por los incrementos en las góndolas de los alimentos de la canasta básica.
Para más, nuevamente el índice de precios al consumidor en el NEA en enero fue elevado, por los aumentos en la comida, al 4,3 por ciento por encima de los 4 puntos de la medición a nivel nacional.

Esta realidad termina con cualquier discusión sobre la necesidad o no de frenar los precios de la comida y más si tenemos en cuenta que el Chaco paga los alimentos más caros del país.
Pero el sinceramiento público de sectores de la producción chaqueña es una oportunidad porque al menos se compartieron algunas coincidencias que son necesarias cultivarlas. No sólo para facilitar acuerdos que enfríen los bolsillos de los asalariados sino para transitar hacia la construcción de una provincia sin divisiones que nos permita convivir con las diferencias.

Sólo falta que los actores políticos sumen su cuota para avanzar hacia un Chaco para todos sin necesidad de que nadie resigne sus legítimas aspiraciones. Las dos pandemias (del coronavirus y de la división en la sociedad provocada por el fogoneo de sectores que explotan la situación como si esta crisis fuera una oportunidad sólo para pocos) no pueden sostenerse en el tiempo sin provocar daños irreparables.

Es inimaginable que alguien se pueda resistir a terminar con las diferencias estériles para ocuparnos de las cuestiones superiores como la de recuperar el bienestar de los chaqueños en crisis y construir un futuro. Quienes pueden rearmar el rompecabezas del Chaco para salvarlo del naufragio es un colectivo social sin ausentes que apueste al trabajo y la producción, en el que ningún chaqueño quede afuera.

Pero como en el fútbol, ahora la pelota está en el campo de juego del equipo que conduce los destinos del Chaco. A veces (sólo a veces) no importa el resultado para llevarse todos los puntos, un buen partido jugado puede rescatar una celebración en la gran tribuna chaqueña. Nos merecemos al menos esa satisfacción.