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CreAcción: el origen de las PYMES

Frankenstein, la obra literaria de Mary Shelley, nos cuenta una historia que revela cómo algo elaborado por un hombre puede volverse en su contra y destruirlo cuando no es llevado a cabo de manera responsable.  

Fuera del plano ficcional, en la realidad de los empresarios pyme puede ocurrir algo similar: un emprendimiento mal abordado puede terminar por generar grandes dificultades en la vida de su creador.

Iniciar una empresa en un entorno económico complejo como el que nos suele tocar en suerte y ante la actual hiper competitividad no es una labor fácil. Frente a la alta tasa de mortalidad de las startups, muchos emprendedores no saben por dónde arrancar o cuando sería el mejor momento para hacerlo. A su vez, si ya han empezado un proyecto comercial, les cuesta reconocer su estado de situación y el camino a seguir. Ante este contexto, tienden a improvisar, crear engendros, tomar atajos, decisiones impulsivas y riesgos innecesarios.

Las consecuencias de tales acciones suelen ser catastróficas, teniendo en cuenta la base de datos de la AFIP, que informa que en los últimos 4 años en el país cerraron casi 20 mil empresas, 18.500 de las cuales aproximadamente eran pymes de menos de 10 empleados. Pero estos números no reflejan las circunstancias humanas tangibles. Bajar las persianas de una pyme implica pérdidas económicas, es verdad. Pero al mismo tiempo conlleva un gran detrimento emocional y social para sus fundadores, quienes conocen y hasta han establecido una relación personal con los clientes, empleados, proveedores y aliados, y han puesto en esta misión sus esfuerzos, sueños y anhelos además de su capital.

Sin embargo, al igual que en la ciencia, en el mundo de los negocios existen métodos, aunque no todos los sigan, ya sea por resistencia o desconocimiento.  Es que, aun cuando se encuentren variables imposibles de controlar como los mencionados, hay una serie de pasos que pueden ayudar a sortear más eficazmente los aprietos del medio y alcanzar el objetivo de abrir por fin las puertas del propio comercio sin perecer en el intento. Por ello, para no caer en inventivas quiméricas, detallaré a continuación un estándar de etapas en el establecimiento de una empresa.  

Para empezar, como Victor Frankenstein, la primera tarea es contar con la MOTIVACIÓN necesaria. No obstante, a diferencia del científico, es importante tomar ciertos recaudos ya en este punto. A saber, definir una carrera empresarial, evaluar el propio ambiente, establecer perspectivas y asumir las posibles secuelas de la apertura de la compañía.

Luego hay que avocarse a la GENERACIÓN DE UNA IDEA de negocio. Aquí se estudian las oportunidades e iniciativas, se seleccionan las que se consideren viables, se las desarrolla, examina y perfecciona. De este modo, se delimitan una línea de actividades que brindarán acceso potencial a una organización.    

Ya con la idea, el trabajo sigue, dado que la misma no encuentra por sí sola el rumbo para su materialización. La tercera instancia por tanto es la de CONFORMACIÓN DE UNA OPORTUNIDAD de negocio. El objetivo aquí es fijar con precisión la orientación que la organización va a tener. Para ello, se deben explorar las capacidades personales, segmentar el mercado, decidir la tecnología de base a utilizar, elaborar prototipos del producto, realizar testeos que los validen, revisar los factores legales, identificar a la competencia y resolver las especifidades finales del bien a vender. 

En esta etapa es recomendable acudir a un asesor experto para determinar la factibilidad y viabilidad integral de la empresa y de las estrategias elegidas. Este será el encargado de hacer todos los análisis correspondientes al plan de negocio, a partir de la información recabada en las anteriores instancias. 

Así se llega a una fase clave en el proceso de institución de una empresa que es la de CONSEGUIR LOS RECURSOS obligatorios. Es menester disponer de todos los medios necesarios para poder empezar la tarea. Para lograrlo, se tendrán las primeras negociaciones con los proveedores, se deberán conseguir los aliados y, claro está, la financiación. 

Recién ahora estamos en condiciones de materializar todo lo planteado en el plan de negocio y dar nacimiento a este cumplimentando TRÁMITES LEGALES e implementando LA CULTURA DESEADA para la empresa. 

A partir de entonces, lo que resta es lograr la SUPERVIVENCIA de la organización. O sea, buscar atravesar lo más rápido posible el periodo inicial de pérdidas y de recupero de inversiones. Esto se logra asegurándose liquidez, controlando los costos, identificando nuevos consumidores y, por supuesto, liderando a los pocos empleados iniciales. 

El último paso es ALCANZAR EL CRECIMIENTO. Esto es, Identificar e implementar formas de expandir la firma, ampliarse a nuevos mercados, tecnologías, procesos y estructuras, no olvidando de capacitar permanentemente al personal. 

La comprensión del tiempo, la responsabilidad y los riesgos de lanzar a la calle algo que solo está en nuestra cabeza ayuda a controlar las ansiedades y a evitar errores comunes. No son pocos los emprendedores que, en los inicios de su empresa, se mantienen pacientemente en su trabajo actual, el que le brinda ingresos, mientras que encaminan de manera lenta, en su tiempo libre la consecución de su obra.

Puede parecer tedioso tomarse el tiempo preciso para el ejercicio descripto, pero un valor preventivo y profiláctico justifica el esfuerzo. 

Ya lo dijo la citada autora, Mary Shelley, que la invención consiste en crear desde el caos, y en la capacidad de atrapar las posibilidades de un tema y en el poder de moldear y dar forma a las ideas que sugiere. Lo invito entonces a la acción creadora.