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Inyección mística de la mano de la Orquesta Sinfónica

El sábado último, la Orquesta Sinfónica de la Provincia del Chaco realizó su Cuarto Concierto de Temporada en las Casa de las Culturas. Bajo la dirección del maestro Jorge Doumont, el repertorio incluyó obras de Edward Elgar, Mozart, Bizet y Sibelius. “Siempre insisto con una idea central. La forma de completar el gesto artístico se consuma con el público, nosotros tenemos algo para decir y los necesitamos a ustedes y que quieran recibirlo. Así funciona el arte”, destacó Doumont.

El sábado por la noche, minutos antes de las 21, comenzó una tenue llovizna sobre la ciudad de Resistencia. De a ratos intensa y de a ratos suave por distintos puntos de la ciudad. Soplaba un viento que empujaba el paso de los peatones, los autos se agolpaban frente a la Casa de las Culturas y las bocinas se sucedían taladrando los oídos. Algunas damas daban pasos delicados con sus zapatos con tacos de aguja en el piso liso y mojado.

En el hall de la Casa de las Culturas los músicos de la Orquesta Sinfónica se pasean con aire tranquilo, vestidos de negro impoluto, sonrisa limpia y gestos distinguidos.

La velada incluía en su repertorio Pompa y Circunstancia de Elger, Concierto para Corno y Orquesta Nº 2 de Mozart, Sinfonía de Do mayor de Bizet y Karelia de Sibelius. La mayoría del público es femenino y van vestidos con grandes ponchos y abrigos desmesurados para el clima reinante. En las charlas previas, en los saludos protocolares, el tema del ascensor que no funciona surge como común denominador. “Me cuesta subir las escalares”, se queja una señora y el reclamos se reproduce como un eco suave en el auditorio.

Finalmente oscurece por grados en el auditorio. A las 21.15 comienza el 4º Concierto de Temporada de la Orquesta Sinfónica de la provincia del Chaco. Primero aparecen los músicos y después el flamante director Jorge Doumont, el mismo estaba vestido de remera con cuello amplio y saco negro. Inmediatamente comienza la música. El director se deja llevar por el movimiento de sus manos y su cuerpo se acompasa.

Doumont agradece al público por su presencia en la velada. Luego explica con detalles cómo es el desarrollo de la propuesta artística.

“En el periodo clásico las formas eran más importante que el contenido. En cambio en el período que viene después, que es el Romanticismo, las emociones son más importantes. En esta etapa las emociones podían salir por fuera de determinados márgenes”, explica.

Antes de presentar la obra Concierto para Corno y Orquesta Nº 2 de Mozart, el director presentó al solista Miguel Giacomello. “Me pone muy feliz la presentación de este solista porque es una persona a la que quiero mucho. Es un músico de la orquesta y quisiera pedirles un fuerte aplauso para Giacomello”, expresó Doumont visiblemente entusiasta.

La velada transcurre con la música horadando las pasiones. “¿Está lindo el concierto?”, interroga el director al público y en coro la respuesta se escucha estirando la última vocal: “Sííí”. “Venimos trabajando con muchas ganas. Yo suelo hacer el concierto en una sola parte y los músicos se enojan y le echan la culpa a ustedes. Dicen el público tiene que descansar. Pero yo sé que son ellos los que quieren descansar”, comenta.

“Vamos a continuar con la sinfonía de Bizet, que compuso su primera sinfonía cuando era un niño prácticamente, tendría entre 13 y 17 años cuando compuso esta sinfonía. Es una sinfonía bellísima que la podemos ubicar en principio del período romántico, lo cual me permite ofrecer un repertorio de distintas épocas”, argumenta el director y la introducción pone un marco especial a la propuesta musical.

El maestro Jorge Doumont está a cargo de la Orquesta Sinfónica de la Provincia del Chaco desde marzo del presente año. “Siempre es un desafío y un honor estar al frente de una Orquesta Sinfónica de la Provincia. Hay pocas orquestas de este tipo en el país”, destaca. La orquesta es amplia y numerosa en relación con las orquestas de las provincias vecinas. “La plantilla o lo orgánico, como lo llamamos nosotros, es importante por varios motivos. En principio, como en cualquier orden de la vida, mientras más elementos tengas para elegir la elección será más pensada y permitirá la variedad. Después hay cuestiones técnicas, dos violines no suenan al doble de uno, cuatro violines no suenan el cuádruple de uno”. “En cuanto al número de la orquesta, no hay capricho sino que hay obras que requieren este plantilla. Hay autores que dispusieron una sonoridad que hacen que necesites ese orgánico para representar lo más fielmente posible esas composiciones”, explica el director Jorge Doumont en una charla previa al concierto con NORTE.

En la previa del concierto, el público se distrajo con el celular, hacían selfies o disparaban fotos al escenario. Durante el concierto hubo pocas fotos y la música fue la reina absoluta de la velada. Algunos celulares irrumpieron en algún momento pero fueron pocos. El silencio y la música resplandecieron.

Cerca de las 22.30 el concierto se fue apagando. “Hemos llegado al final. Quiero agradecerles a todos ustedes por estar presentes esta noche. Quiero agradecer a las autoridades y a la gente que quiero, en particular. Les recuerdo siempre que esta es la orquesta de los chaqueños, es la orquesta de la provincia del Chaco como versa el logotipo, es de ustedes, cuídenla, quiéranla y vengan a verla y escucharla. Esta es la forma que tenemos nosotros de brindarnos a ustedes. Siempre digo lo mismo, la forma de completar el gesto artístico es con la participación del público. Nosotros tenemos algo para decir y necesitamos, de ustedes, que quieran recibirlo. Así funciona el arte, ya sea la música, la pintura, la escritura. Estamos muy agradecidos a ustedes por su presencia. Vamos a despedirnos con una obra de Elgar, que es una marcha muy bella titulada Pompa y Circunstancia. Espero hayan disfrutado de este concierto y que disfruten de esta obra, porque es muy, muy bella”, concluyó y la música volvió a inundar el ambiente.

El director de la Orquesta Sinfónica se despide. Los aplausos se hacen interminables. Se encienden las luces de la sala y los aplausos se van apagando.

El director vuelve y reaviva los aplausos. Sonríe y hace un gesto de agradecimiento. La música hiende otra vez y riega a los presentes más hondo que cualquier lluvia.

Paulo Ferreyra