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Alimentos del siglo XXI

El complejo agroindustrial aporta cerca de 60 % de las exportaciones argentinas, lo que lo convierte en una pieza fundamental en la generación de divisas que el país necesita para crecer y desarrollarse. Dentro de ese segmento, el sector de la agroindustria que se dedica a los alimentos tiene por delante el desafío de agregar propiedades más saludables a sus productos, respetando el cuidado del ambiente.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el organismo especializado de la ONU que coordina actividades a nivel global para erradicar el hambre, advierte que crecimiento de la población mundial se tradujo, como era de esperar, en un aumento de la demanda de productos agrícolas; pero al mismo tiempo la creciente urbanización en distintas regiones del planeta requiere alimentos que puedan ser procesados, transportados, almacenados y distribuidos con facilidad. Por lo tanto, señala la FAO, el procesado y la distribución de los alimentos han pasado a ser factores clave en la transformación de los sistemas alimentarios. Por otra parte, en los países más desarrollados se afianza la tendencia del consumo de alimentos con propiedades saludables por lo que se espera que la demanda de ese tipo de productos aumente en los próximos años. Y Argentina, junto con Estados Unidos, Brasil, Canadá e India integra el grupo de mayores productores de alimentos biotecnológicos del mundo. En ese sentido, se debe señalar que algunas organizaciones no gubernamentales plantearon objeciones a la posibilidad de modificar genéticamente alimentos, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en un informe que los alimentos de ese tipo que están actualmente disponibles en el mercado internacional "han pasado las evaluaciones de seguridad y es improbable que presenten riesgos para la salud". "No existen efectos demostrados en la salud humana como resultado de su consumo", agrega el documento. Por su parte, la FAO reconoció que el empleo de la biotecnología en la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la pesca, la acuicultura y la agroindustria es una poderosa herramienta para luchar contra el hambre y la pobreza y señaló que puede desempeñar un rol clave a la hora de dar respuestas a las necesidades de una población global cada vez más urbanizada y en crecimiento permanente.

En nuestro país, en tanto, se plantea al mismo tiempo el desafío de generar una matriz productiva distinta a la tradicional y el sector de la agroindustria que se dedica a los alimentos es fundamental para avanzar en las transformaciones que requieren, entre otras cosas, una mayor inversión en biotecnología. La semana pasada, en una reunión que autoridades de la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo de la Nación mantuvieron con representantes de empresas de biotecnología nucleadas en la Cámara Argentina de Biotecnología (CAB) se destacó que la industria biotecnológica local se caracteriza por ser un sector de alto valor agregado que genera exportaciones por más de 216 millones de dólares anuales. Como se sabe, un fuerte incremento de las exportaciones argentinas contribuirá a salir del estancamiento que genera la falta de divisas, pero el problema es que mucho de lo que nuestro país vende al exterior son productos primarios o con poca elaboración, es decir, productos con poco valor agregado que no alcanzan para generar la cantidad de divisas que el país necesita para no caer de nuevo en el conflicto que se produce entre las demandas materiales de la sociedad y la capacidad productiva de la economía. El escaso financiamiento externo disponible en la actualidad obliga a pensar en un crecimiento económico sostenido que requerirá mayores exportaciones. Si nuestro país logra consolidarse como referente biotecnológico mundial (Argentina es una de las 20 naciones con mayor número de empresas biotecnológicas, en un ranking liderado por Estados Unidos, España y Francia), tiene por delante el enorme desafío de ofrecer a los mercados globales los alimentos más saludables que comienzan a demandar, cada vez más, consumidores de todo el mundo. Mejorar la calidad de los alimentos es un reto en el que la biotecnología aplicada contribuirá a aumentar la producción de los mismos, mejorar su funcionalidad y también atender, como se dijo, la creciente demanda de los consumidores de productos para la mesa familiar que sean más seguros.