Movimientos de piezas en el tablero mundial
El presidente chino Xi Jinping dijo que Occidente quiere frenar el avance de su país y afirmó que EEUU se puso al frente de las iniciativas para lograr ese objetivo que se enmarcan en una disputa entre las mayores potencias por la hegemonía mundial.
La rivalidad entre ambas naciones vuelve a ocupar un lugar central en el escenario internacional.
Existe consenso entre analistas occidentales: el mundo entró en una etapa de transición. Dicho de otra manera, el proceso actual comienza a dejar atrás el orden internacional configurado después de la Segunda Guerra Mundial y el período en el que Estados Unidos marcó su preeminencia en todos los órdenes tras la caída del Muro de Berlín.
En octubre del año pasado, la Casa Blanca hizo público un informe con los detalles de la Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno del presidente Biden. El documento señala, textualmente, que Estados Unidos se propone "competir de manera eficaz con la República Popular China, que representa el único competidor que tiene la intención y, cada vez más, la capacidad de redefinir el orden internacional, y al mismo tiempo contener a una Rusia peligrosa". Apenas dos meses antes de esa publicación oficial, la titular de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi, concretó una sorpresiva visita a Taiwán, que el gobierno chino no demoró en criticar. En esa oportunidad, Pelosi pisaba suelo taiwanés en un momento muy particular ya que el presidente de China, Xi Jinping, se preparaba para que el congreso del Partido Comunista Chino lo confirme en el cargo para un tercer mandato consecutivo. La visita de la funcionaria estadounidense fue calificada por las autoridades de Pekín como una "interferencia flagrante" en los asuntos internos del gigante asiático que, vale recordar, reclama a la isla como parte de su territorio.
Las recientes expresiones de Xi Jinping se comprenden mejor si se observan otros movimientos como el que hicieron los miembros del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido) cuando en junio del año pasado admitieron su preocupación por la influencia de China en el mundo y anunciaron la puesta en marcha de un programa de inversiones de 600.000 millones de dólares para naciones en desarrollo.
Para Estados Unidos, "la competencia estratégica es global" y así lo señala en el mencionado informe sobre seguridad nacional de la potencia del norte. Por ese motivo la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, visitó varios países de América Latina, entre ellos la Argentina para expresar la preocupación de la administración Biden por el interés (cada vez mayor) demostrado por China en la región. Hay que recordar que, desde hace más de una década, el gigante asiático sumó nuevos lazos comerciales con América Latina, un espacio geográfico considerado por Estados Unidos como zona bajo su influencia.
Si bien en varias ocasiones Xi Jinping aseguró que su país no tiene intención de buscar la hegemonía global, los movimientos estratégicos que realizó la potencia asiática en los últimos años generan inquietud en varias naciones de Occidente. Y no es para menos. China controla actualmente casi la mitad de los puertos más importantes del mundo, con un total de más de 80 terminales en 40 países, donde ya operan sus buques que forman parte de la flota más grande del mundo. Su fuerte presencia en los mares tiene una estrecha relación con el ambicioso proyecto, bautizado la Franja y la Ruta de la Seda, que puso en marcha en 2013, una iniciativa que le sirve para consolidarse como jugador de peso en el nuevo orden global.
Se estima que solo entre los años 2005 y 2015 las inversiones chinas aportaron cerca de 1.700 millones de dólares por año a América Latina, superando de ese modo a organismos tradicionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo como principal fuente de financiamiento para la región en ese período. Según estimaciones de las autoridades de comercio exterior chino, la Franja y la Ruta de la Seda podría generar el 75 por ciento del producto bruto mundial.
¿Cuáles serán los próximos movimientos de China? Es difícil saberlo. Lo que comienza a estar claro es que el mundo es testigo de una transición del sistema global, con una centralidad que, al parecer, desplaza su eje hacia Oriente.