Fomentar el hábito de la lectura
El comienzo de las actividades en las aulas ofrece una nueva oportunidad para promover el hábito de la lectura en los más pequeños. Se trata de un gran desafío para la escuela y también para las familias que deben, dentro de las posibilidades de cada una, generar las condiciones para que los chicos descubran el placer de leer.
Dicen que inculcar el hábito de leer en alguien es una de las tareas más nobles y gratificantes. Sin embargo, más allá de la recompensa, casi todos saben que esta labor demanda en estos días un esfuerzo mayor, ya que en los últimos tiempos el libro (al menos el que conocemos en formato tradicional) enfrenta varios competidores que se disputan el valioso tiempo de las personas. En efecto, Internet, los videojuegos, las redes sociales, las plataformas de video y, si se quiere, las pantallas en general, son protagonistas innegables en la vida de las personas en este siglo XXI. Pero, afortunadamente, esto no quiere decir que estas nuevas tecnologías sean incompatibles con el hábito de la lectura. De hecho, un recorrido por algunas páginas de Facebook –no muchas, por cierto- permite observar algunos párrafos de obras literarias que transcriben los usuarios y que son toda una invitación a continuar con la lectura de la obra original. O, en la red Twitter, por ejemplo, hay usuarios que se dedican a comentar los contenidos de libros y, por cierto, despiertan el interés de muchos seguidores por las distintas temáticas que abordan.
Algunos especialistas en educación advierten que las nuevas destrezas que demanda el mundo digital han contribuido, de algún modo, a hacer que los chicos tengan mayores dificultades en la comprensión de textos. En cambio, otros investigadores como el especialista en estudios culturales, Néstor García Canclini, plantean que no existe hoy un solo modo de leer, sobre todo entre los jóvenes; y que no sería correcto analizar la lectura sin antes averiguar cómo conviven la cultura letrada, la oral y la audiovisual. Según Canclini, la convergencia digital derivó en un nuevo escenario conocido como integración multimedia; mientras que los hábitos actuales de los lectores, que al mismo tiempo son internautas y espectadores, no permiten concebir como islas separadas los textos, las imágenes y su digitalización. A modo de conclusión, señala que hoy se emplea la capacidad de leer no sólo en los libros, sino también en revistas y pantallas.
De todos modos, los fanáticos del tradicional libro de papel que hasta disfrutan del olor que desprenden los ejemplares nuevos, no deberían preocuparse demasiado: la especialista en comunicación y cultura juveniles, Roxana Morduchowicz, explica que a pesar de los cambios y las transformaciones que experimenta el mundo actual, el libro sigue siendo clave porque es el que posibilita el acceso a la cultura escrita y a las múltiples escrituras que hoy conforman el mundo de la informática y lo audiovisual. En ese sentido, advierte que lejos de oponer la lectura a los medios de comunicación, parece más interesante plantearse qué y cómo leen los jóvenes hoy; o de qué modo inciden la fragmentación televisiva y la instantaneidad del chateo en las lecturas juveniles. "Los chicos de hoy no son como los de antes. Sus formas de leer, tampoco", concluye la especialista.
El filósofo británico de origen austríaco, Ludwig Wittgenstein, advirtió que los límites del lenguaje de una persona significan los límites de su mundo. ¿Somos lo que decimos o podemos decir?, planteó. Basta imaginar el caso de alguna persona que, desposeída de casi todo, ni siquiera puede explicarse a sí misma y mucho menos a otros las razones de su desafortunada existencia para dar la razón al filósofo. ¿Y qué tiene que ver la lectura con todo esto? Mucho, ya que ese buen hábito amplía horizontes y permite, entre otras cosas, enriquecer la explicación de la realidad y, por si eso fuera poco, también contribuye a enriquecer la realidad que se percibe.
Por esa razón, en los hogares siempre deben estar al alcance de la mano textos que se adapten a sus intereses y gustos de todos los miembros de la familia. Y nunca será una mala idea programar visitas a librerías, revisterías o bibliotecas para que experimenten la grata sensación del descubrimiento de nuevas e interesantes publicaciones.