CARTA DE LECTORES
Recuperar el significado de las palabras
Señor director de NORTE:
Sin palabras el ser humano no puede comunicarse, ya que aún el lenguaje de señas es interpretado como "palabras" por los demás. Para que sea posible el entendimiento es necesario que las palabras tengan un significado común, es decir que pueda ser comprendido por todos los que conocen o comparten el mismo idioma.
Si al decir "mesa" alguien entiende "silla", el pedido de "poner la mesa" dará lugar a acciones confusas.
Sin embargo, se sabe que, según las situaciones, circunstancias o grupos, algunas palabras son interpretadas a nivel práctico de modo diverso, de tal modo que las "malas palabras" con las que se comunican de manera habitual los adolescentes entre ellos, se convierten en insultos en medio del tránsito (caótico por cierto en Resistencia), y derivan en violencia.
De este modo, a pesar de las afirmaciones de que no hay "malas palabras", sí tienen un aspecto ético cuando las consecuencias son agresiones.
En la llamada batalla cultural por la difusión de ciertas ideas para que sean asumidas a nivel social como prácticas "normales", aparece la palabra "vida".
Ya hace un tiempo señalé el malestar de grupos que fomentaban el aborto con charlas motivacionales en colegios y universidades, los cuales se quejaban porque los grupos de defensa del derecho a la vida les habían "robado la palabra vida".
Esta situación es un claro indicio de que las palabras son usadas para diversos fines, para los cuales a veces las batallas consisten en vaciarlas de contenido para que adquieran significados arbitrarios.
Cuando determinados biólogos adhieren a la promoción del aborto son capaces de salir de su propia especialidad y afirmar que el significado de "vida biológica" es cultural. Contradicen sus propios estudios y evidencia científica y pierden la objetividad que exige su profesión.
Si el ADN humano que se constituye en la unión de los gametos femenino y masculino al formar el cigoto, y comienza así inmediatamente el proceso de desarrollo de un nuevo ser humano hasta el nacimiento y después de él, no es suficiente evidencia de que "es vida humana", entonces cualquiera puede afirmar lo que desee ya que los demás deberán aceptarlo por el principio de autoridad. Y digo autoridad justamente porque la sociedad los reconoce como científicos y eso otorga mayor credibilidad a sus palabras.
Pero estas palabras no tendrían alcance social si no hubiera un espacio de difusión por todos los medios (mass media) favorable al aborto.
Ahora bien, si la palabra vida les pertenece a los grupos defensores de las dos vidas porque se la apropiaron, la palabra "compasión" se la atribuyen a sí mismos los grupos promotores del aborto, aunque solo sea aplicable a las embarazadas y no a sus hijos, que ya son seres humanos antes de nacer.
El resultado es atacar a los que tienen compasión por las dos vidas y trabajan en el acompañamiento de las embarazadas tanto psicológica como económicamente. Comenzando por la prohibición de las palabras.
¿De qué se trata esta prohibición? De la negación de la posibilidad del diálogo, de toda posibilidad de reflexión acerca de los propios actos, actos como el aborto que conllevan consecuencias graves para la vida tanto del ser humano que es eliminado, como para la madre (o mujer gestante), ya que el síndrome post-aborto, ocultado por muchos, es una realidad constatada por estudios sobre miles de casos.
Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, hace referencia al "consejo", el consejo que el hombre se da a sí mismo frente a lo emocional, lo impulsivo, sea la bronca, la angustia o cualquier otra emoción antes de actuar. Ahora bien, el diálogo consigo mismo puede bloquearse por emociones que no permiten pensar, y es en esas situaciones donde la palabra del otro, el diálogo intersubjetivo, es invitación a detenerse a reflexionar, es consejo, no imposición. Se trata de ayudar a ver otras posibilidades ante lo que aparece como un camino sin salida.
Atacar a profesionales u otras personas que brindan consejo o información ¿no se deberá a que se apela a lo irracional, a lo meramente emocional, al deseo o la angustia para concretar un fin que en definitiva vulnera el derecho a la vida?
Un fin que consiste en reducir la población, en particular, de pobres, así no aparecen en las estadísticas ya que son una carga. De allí que no sorprenda que, en medio de la crisis en los ámbitos de salud, se atribuyan como un triunfo haber multiplicado los abortos a cifras impensables, proclamando que la ausencia de 140 mil argentinos que fueron abortados desde la aprobación de la ley, es correcto.
Recuperar el significado de la palabra vida, no sólo frente al aborto sino también frente al avance mediático para convencer de que la eutanasia (provocar la muerte adelantándola) es atractiva y "saludable", quizás permita la posibilidad de un diálogo en serio que conduzca a promover y respetar el derecho a la vida.
MARÍA ELENA RADICI
RESISTENCIA