CARTAS DE LECTORES
Porque los buenos son más
Señor director de NORTE:
"Si las personas buenas no fueran más (que las malas, se entiende), el mundo ya se hubiera acabado". Esta afirmación, propia de mi querida madre, Jorgelina Etelechea, seguramente es compartida por muchos, y constituye una reflexión, argumento o conjetura que no se puede comprobar estadísticamente, sobre todo porque "los buenos" realizan su trabajo de múltiples maneras pero, en gran medida, silenciosamente.
Además, ser bueno, en sentido ético aristotélico, tiene que ver con el ethos como carácter que el ser humano va conformando con sus elecciones y acciones, y en un sentido más amplio, con el ethos que abarca convicciones, normas y principios morales, modos de pensar y de hacer a nivel moral de las comunidades y sociedades. Por esto, hablar de lo bueno/malo, lo correcto/incorrecto, lo justo/injusto, las obligaciones y deberes, etc., nos introduce en el campo de la Ética, el campo de la praxis humana que se realiza con un fin, o fines considerados buenos (o no), y también con los medios que se usan para concretarlos, así como con las consecuencias.
El problema que se presenta es poder definir qué es lo correcto, lo justo, lo debido ya que en las sociedades actuales se observa, más que en sociedades anteriores, un gran número de personas que viven en la confusión y en la ambigüedad, para los cuales no se puede llamar a nada correcto o incorrecto, etc. En algunos casos, porque consideran que todo depende de lo que cada uno piensa, es decir, se trata de cuestiones subjetivas, individuales, a veces emocionales, y que no pueden ser cuestionadas. En otros casos, porque asumen que lo bueno o correcto es definido por el grupo al que pertenecen, sea a nivel local o mundial. Pero la diversidad de grupos de pertenencia se abre como un abanico contradictorio de creencias morales que conducen a la sorpresa y el rechazo, tales como la defensa de la pedofilia de grupos políticos en determinados países que logran legalizarla, así como la aceptación de la eutanasia involuntaria o la justificación de las guerras territoriales movidas por intereses económico-políticos.
Pero, en tanto las cuestiones éticas son cuestiones humanas deben tener en cuenta la realidad del ser humano a nivel personal, social y planetario, una realidad que muestra la conciencia, la libertad, la responsabilidad, así como la relación con los demás, como características que le pertenecen en exclusiva al mismo, y por tanto lo obligan a ponerlas en juego. Es decir, no se pueden tomar decisiones desde lo emocional, sin pensar, sin buscar razones de por qué ciertas acciones son justas y otras injustas. Justamente, se hace cada vez más evidente la necesidad de "pensar para actuar", analizar quiénes son afectados por las decisiones que se toman, qué derechos se lesionan, qué oportunidades se abren o se cierran, qué medios y recursos se utilizan y con qué fines. Pensar si se atiende al bien de todos y cada uno, o son sólo algunos los beneficiados a costa de otros.
Frente a la exposición mediática de la violencia ejercida por los rugbiers, quizás buscando también establecer mecanismos que limiten la misma, pero sobre todo tratando de generar rechazo emocional por estas acciones, hay que reflexionar si no se conduce sólo a una curiosidad sin consecuencias concretas. Queda claro que se olvida motivar para que haya un mayor compromiso con acciones solidarias que den lugar a una profunda convicción de que el otro debe ser respetado, de que su vida es importante, y que la compasión es un valor fundamental.
El trabajo silencioso de miles de voluntarios que se compadecen del necesitado queda oculto, no vende. La pregunta, en este caso, es ¿por qué debería importarme el otro?, y ¿qué es lo bueno y justo para el ser humano? La experiencia humana es una fuente importante de razones que permiten la reflexión acerca del otro como "otro-yo", por eso la experiencia de dolor en todas las dimensiones humanas, corpórea, psicológica, espiritual, relacional conduce a pensar la necesidad de decir "no" a las acciones que dañan, que lesionan, y decir "sí" a las acciones que cuidan, promueven, respetan y se comprometen con metas humanas y humanizadoras. Ponerse en el lugar del otro, saber cuáles son sus necesidades y proyectos, y tratar de dar una respuesta es, quizás, la actitud fundamental de "los buenos", que lo son no sólo con sus familiares y amigos, sino que dan un paso más allá.
MARÍA ELENA RADICI
RESISTENCIA
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Antes de que suban las aguas
Señor director de NORTE:
Allá por los años ’90, en una charla trasnochada, alguien del grupo preguntó si habíamos advertido que el extremo sur de la isla —que no es una isla— frente al Club Náutico, avanzaba hacia la isla Santa Rosa, amenguando el ingreso de río Paraná al riacho Barranqueras.
Coincidimos en la apreciación y se dispararon teorías tratando de explicar el suceso y sus consecuencias.
De aquellas, la que quedó firme es la que sostenía que el basamento del Puente General Belgrano había modificado el lugar por donde el río corre con más fuerza, puntualmente, lo alejó de la boca del riacho.
Y por eso —dijo alguien— ahora hay que dragarlo con más frecuencia, porque no entra tanta agua como para arrastrar los sedimentos. Y nos quedamos con eso.
Años después, escuché en un programa radial, a profesional –ingeniero– sostener la misma teoría y consecuencias.
Sin tener demasiados conocimientos técnicos, se me ocurrió pensar que si se construyera un canal a través de esa lengua de tierra, que comunicara directamente al Paraná con el riacho Barranqueras, se podría restituir la navegabilidad que tuvo en otros tiempos.
Así disminuiría la frecuencia de dragado y se recuperaría el ingreso norte del mismo, agilizando la navegación.
Si alguien piensa que es descabellado, les recuerdo los canales abiertos en las islas del Tigre y, por si ese dato fuera poco, recordemos que también los franceses han construido un canal que une el Mediterráneo con el Atlántico (Canal de los Dos Mares), y lo hicieron en el siglo XVIII.
Les dejo la inquietud y el desafío a quienes competa.
NÉSTOR CASULLO
VILLA DON RAFAEL
RESISTENCIA