
columnista
"La lectura te saca de lo efímero, de lo intrascendente y de lo sobremasticado"
Uno de los ilustradores más importantes del país habla aquí de su mundo interior, sus trabajos, la naturaleza y los animales humanizados. "Dibujar nos permite contar historias de forma directa y eso lo convierte en algo universal".

Es el menor de tres hermanos. A los mayores les inculcaron la lectura, pero la semilla no prendió. Con él no se jugaron tanto, y sin embargo sus recuerdos de niño están vinculados con la lectura. "Me gustaba leer sobre historia. Me encantaban los comics desde muy pequeño y eso hoy lo relaciono con los dibujos", cuenta. "Ahora que me preguntás, tengo en la memoria un día que iba al jardín. Habían ido a visitarme los compañeros del jardín y mi viejo, que es arquitecto, nos dio unos planos para dibujar y pintar. Repaso ahora estar dibujando y pintando esos planos durante mucho tiempo".
Guido Ferro vive en Buenos Aires, es ilustrador y comunicador social. Durante 5 años codirigió la productora audiovisual Sambayón Films. En 2016 co-creó y co-dirigió la serie web "Psicosomática". Ilustra para libros, revistas, y un sin fin de proyectos de creación de mundos visuales. También dicta cursos y talleres sobre ilustración y creatividad.
Sus ilustraciones tienen música, sonrisas dibujadas, enmarcadas con ojos cerrados, animales humanizados, en ocasiones ojos vivos que miran al frente, entre colores vivos y escala de grises. "El centro de nuestra vida / es lo que importa / el centro / no la periferia abarrotada y estéril", escribió el poeta santafesino Juan Manuel Inchauspe. Algo de esto nos acercó al entrevistado.
—¿Cómo nace tu relación con el dibujo?
—Llega con las influencias de Tintin y Astérix, porque tenía las colecciones completas de mi papá. Las tenía súper a mano, y eso fue muy importante. Otro recuerdo que tengo y que influyó mucho en mi vida es que en mi casa solo teníamos un VHS. En esa etapa la que más veces vi fue "Robin Hood", esa película de Disney donde todos son animales: Robin Hood es un zorro, el pequeño Juan es un oso. Es una película hermosa y me marcó muchísimo.
Por ahí se me metieron los animales, los animales humanizados, también me encantaba la historia y este relato de Robin Hood transcurría en la edad media. En el colegio teníamos dibujo y siempre dibujaba en los márgenes de los cuadernos de clase. El dibujo estuvo presente en mi vida, pero siempre al margen, siempre acompañando, sin asumir un rol protagónico, hasta que con la adultez decidí darle el centro.
—Trabajaste muchísimo en cientos de libros. ¿Las palabras son tan potentes como las ilustraciones?
—Soy muy lector, también me gusta mucho escribir y soy dibujante. Soy consumidor de material visual. Me parece… uf. Se me viene esa frase, "una imagen vale más que mil palabras". Me parece que, como todo en la vida, eso depende, no suele usarse mucho esta palabra, pero aquí viene bien. Siempre se trata de simplificar las cosas y creo que todo es más complejo. En ocasiones una palabra puede ser más potente y en otras ocasiones puede serlo una imagen. Creo que el poder de la palabra y de la lectura es que hacen trabajar la mente. Vivimos en una civilización muy audiovisual y un poco nos estamos perdiendo de algo muy rico que tiene la lectura, que se sale de lo efímero, de lo intrascendente y de lo sobre masticado. La lectura invita a otra cosa, invita a otro tiempo, a crear propias imágenes y no simplemente las que se le imponen a uno. Leer palabras, como leer ilustraciones, es súper importante y valioso.
—Hay una línea de tiempo que permite ver un estilo en tus obras, ¿cómo es encontrar un estilo sui géneris dentro del dibujo?
—Parece que desde afuera es algo mucho más definido que lo que uno internamente cree. No siento un estilo definido. Lo siento más fluido, siento que cambio, que puedo adaptar otras cosas. Esa supuesta línea que puede verse en mis trabajos la adquirí con mucha práctica y haciendo, no sé si hay algún secreto para tener un estilo, más que hacer y probar cosas que nos van gustando, técnicas, colores y temáticas. Me gusta abordar desde diferentes ángulos la práctica del dibujo y la ilustración. Después te vas encontrando con cosas que te gustaron y que volvés a hacerlas y funcionan. Trabajando y trabajando, de repente no te das cuenta y generaste un código con el que te sentís cómodo, hasta que después te aburrís y entonces lo querés cambiar. El estilo tiene relación con la modalidad con la que uno trabaja, con los intereses personales y las cosas que vas volcando en cada trabajo. En el estilo confluyen muchos factores que hacen que el trabajo sea más fluido.
—Tu obra está plagada de animales, ¿dónde nace esa relación?
—Mi relación con los animales es tan temprana como la película "Robin Hood" cuando era muy chico. Además, mi hermano tenía mascotas, aunque vivíamos en un departamento. Más allá de eso, hoy la vinculación viene por el amor a la naturaleza. Me vinculo con la naturaleza a través del arte. Vivo en Buenos Aires y es más difícil estar en contacto con la naturaleza. La realidad es que me gustaría vivir en otro lugar, más en contacto con la naturaleza, donde pudiese estar en relación directa con los animales. En Buenos Aires lo más cercano que tengo son las aves, que me encantan, y cuando puedo estar en un parque voy a escucharlas y a observarlas. Aquí en los parques veo a los zorzales, al benteveo, al hornero, el cardenal, los tordos, la calandria, estoy atento a ellas, pero es muy limitada la experiencia que puedo tener. Desde el arte me conecto de alguna manera con los animales de forma más abstracta y los traigo a mi obra porque tengo un interés por la protección del ambiente y por la necesidad de evitar la extinción de todos los animales en peligro, tanto en el país como en el mundo.
En mis trabajos me ocupo de poner de relieve la causa ecológica. Esto no excluye las causas sociales, sino que están intrínsecamente atadas: no puede haber justicia social sin justicia ambiental. Necesitamos un planeta sano para que las personas puedan desarrollarse sanamente, que puedan tener una vida y un bienestar saludables. Si no tenemos ríos, mares, bosques, no podemos vivir, por mucha plata y tecnología que tengamos.
—Una de tus tantas ilustraciones es sobre León Trotsky, la fuga de Siberia en un trineo de renos: ¿cómo fue trabajar esa obra en particular?
—En el oficio de ilustrador uno está acostumbrado a trabajar directamente con el editor. Muchas veces no hablamos con el autor o escritor de la obra. En este caso ilustré la tapa del libro, la contratapa y algunas cosas más. Es diferente a otros trabajos donde soy coautor y ahí si tengo intercambios con el escritor o la escritora. En este trabajo solo traté con el editor. Siendo el escritor una personalidad emblemática como Trotsky, es simpático pensar qué puede observar él con esta ilustración, sobre todo porque se trata de ilustrar en una situación en la cual él era joven, tenía miedo, probablemente. Al mismo tiempo, saber que Trotsky es un símbolo de la lucha mundial por su fortaleza de espíritu… Así que ahí me siento un poquito juzgado por Trotsky desde el más allá, desde el paraíso socialista.

—En toda tu obra hay algo de la diversidad del país. ¿Cómo tomas contacto con esa diversidad?
—Por un lado viajo mucho, me gusta viajar, he recorrido bastante la Argentina, los parques nacionales, me encanta ver fauna y observo todo lo que puedo. Además me documento mucho a través de internet, una herramienta muy poderosa. Un caso particular con el aguará guazú es que hace ya un par de años que me relaciono con el litoral. Trabajamos junto a mi pareja con una fundación que produce yerba mate agroecológica a la sombra de bosques nativos en Misiones. Esto es en el norte de esta provincia, ahí no es el ecosistema del aguará guazú, pero está cerca. Me aproximo desde la curiosidad, desde el gusto y desde el amor por lo propio, por lo que tenemos en nuestro país. Me parece que estamos inundados de imágenes de lobos, zorros europeos o norteamericanos. Sin embargo, tenemos muy pocas imágenes en el imaginario colectivo de un aguará, que es un animal increíble y extraordinario. Pienso que en el jardín de infantes a los niños cuando les dan para que dibujen, lo primero que tendrían que hacer es un aguará guazú. Pero lamentablemente no pasa, entre muchas razones por el academicismo y la cultura de mirar siempre para afuera, sobre todo a Europa o Estados Unidos…
—¿Qué es dibujar, para vos?
—Es muchas cosas. Una de las formas más lindas de expresión que tenemos y que podemos hacer desde muy chiquititos. Una forma de crear mundos, de representarlos y de crearlos, algo muy mágico. Dibujar también permite contar historias de forma directa, sin intervención de un lenguaje hablado, y eso lo convierte en algo universal, por eso es muy poderoso.
—¿Se puede cambiar el mundo desde el arte?
—Creo que sí. Sin ser demasiado pretencioso, el arte puede cambiar el mundo. No es un cambio de la noche a la mañana, sino que es como un goteo sobre una piedra, la va horadando de a poco, como cambia lentamente el cauce de un río. Se da también a través de los cambios culturales y generacionales. Creo que vivimos en una época en que los cambios en la mentalidad y el paradigma civilizatorio son tan urgentes que no nos dan tiempo para ese cambio tan lento. Si tuviéramos un planeta infinito, con recursos infinitos, no tendríamos tantos problemas, quizás en trescientos años seríamos una civilización súper avanzada y en armonía con la naturaleza. Pero hoy nos urgen otros tiempos y otros cambios más rápidos para revertir nuestro mundo. Una de las principales funciones, sino la principal función del arte, es emocionar, apelar a la sensibilidad del ser humano. Por lo general los seres humanos nos cerramos en el día a día para sobrevivir, antes en las cavernas y ahora -aunque tengamos muchas comodidades, nos cerramos en un entorno que se vuelve duro, hostil e insensible. El arte nos reconecta con nuestra sensibilidad y con nuestra emoción. El arte tiene esa función de pincharnos como un tábano y nos recuerda dónde tenemos que poner la mirada.
—La red del arte es la única que puede atrapar un pájaro sin quitarle la libertad, ¿qué sentís cuando traes estas especies al dibujo, el arte es libertad absoluta?
—Te voy a responder con una frase de Orson Welles: "La ausencia de limitaciones es el enemiga del arte". En mi propia experiencia, cuando tuve mucha libertad no fue beneficioso. Siempre encontré que las limitaciones traen aparejada la necesidad de exprimir la creatividad para buscar soluciones, en el caso de la ilustración, en cada encargo, en cada trabajo, me enfrento a un problema al que debo encontrar solución. Si tiene una limitación, voy a buscarle una solución creativa que lo haga personal.

Un arca para la humanidad y los animales
Guido Ferro hizo un mapamundi donde están todos los animales. En cada región del planeta están humanizados, vestidos y hacen actividades propias de su hábitat. Un mono jugando al fútbol o un tucán danzando, sólo dos ejemplos de esa inmensa riqueza que captó el artista.
"Es una obra personal que tenía ganas de hacer hace mucho. Aquí se conjugan mi interés por viajar y por conocer otras culturas. El mapa habla de esas cosas, de la riqueza cultural y de la biodiversidad de nuestro planeta. Además necesitamos conocer un poco más nuestra fauna autóctona para protegerla. Necesitamos conocer para darnos cuenta de que todos estamos en un solo barco: no son los animales por un lado y nosotros por otro, somos todos juntos en un mismo barco".

5inco imprescindibles
Enciclopedia "Maravillas y misterios del reino animal"; "Tintín", de Herge; "Palestina", de Joe Sacco; "Emigrantes", de Shaun Tan; "Los pequeños macabros", de Edward Gorey.
