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"Acercar libros y lecturas a los niños es la clave para la formación de lectores"
Es licenciada en Ciencias de la Información, especializada en Pedagogía de la Lectura para niños, y responsable de la Biblioteca Escolar 372 Enriqueta Varela de Resistencia. Nos cuenta su propio recorrido como lectora y las herramientas disponibles para incentivas la bibliofilia infantil.

Cuando se enciende el celular o se prende la tele, suceden cosas. En algún lugar en este preciso momento alguien detiene el tiempo y las cosas, y se deja seducir por las letras y las imágenes de un libro pensado para las infancias y la juventud. Un niño o una niña construyen sentido con la voz de un lector que juega con las entonaciones que le despierta el texto. En la memoria de Marcela están guardados los libros de autores clásicos que le gustaban de niña: "Alicia en el país de las maravillas", "Peter Pan", "Pinocho", los primeros que vienen a su mente. Abre un pequeño silencio para remontarse a otras lecturas.
Marcela Ramírez es bibliotecaria en la Biblioteca Enriqueta Varela de la ciudad de Resistencia, es licenciada en Ciencias de la Información y se especializó en Pedagogía de la Lectura para niños, niñas y jóvenes. De allí viene este presente luminoso y pletórico de literatura. Nos comunicamos por teléfono para conocer sobre libros para niños, qué y cómo hacer para acercarlos a la literatura, además de conocer sus sugerencias en su doble función de bibliotecaria y librera.
—¿Cómo nace tu gusto por la lectura?
—Como dice Laura Devetach, una de las autoras más importantes en literatura infantil y juvenil en la Argentina, me gusta hablar de mi camino como lectora, que comenzó con las primeras lecturas en la biblioteca de la escuela primaria. En mi casa no había acceso al libro. Mis padres eran trabajadores, obreros, y no eran lectores. Entonces mi gusto por la lectura empezó con una bibliotecaria escolar, con ella comencé a leer los primeros libros. Durante la adolescencia también seguía en contacto con profesores de letras, quienes acentuaron ese gusto, compartiendo recomendaciones y libros. Hoy puedo decir que mi amor y mi gusto por la lectura comenzaron en la escuela; la escuela fue la gran ocasión de la lectura.
—¿A qué escuela ibas?
—Iba a la 117, Manuel Sanchís, ubicada en un barrio muy popular de esta ciudad, el Ricardo Güiraldes. Después fui a la 45, Héroes del Atlántico Sur.
—¿Cómo surge volcarte o inclinarte especialmente literatura infantil?
—Para seguir el camino recorrido quiero decir que hice la carrera de bibliotecaria en la Universidad Nacional del Nordeste. Cuando cursé había una formación más técnica y no había especialización en literatura infantil. Por suerte esas cosas han cambiado. En mi caso siempre seguí formándome y hace siete años encontré en la Fundación Mempo Giardinelli la Especialización en Pedagogía de la Lectura. Ahí descubrí un mundo nuevo de la mano de Oscar Yaniselli y Natalia Porta López, apasionados de la literatura y fervientes trabajadores de la lectura para niños y jóvenes. Después de la especialización me quedé trabajando ahí, en la Fundación. Así surgió en mí el deseo de poder transmitir la literatura y formar lectores en el ámbito de la escuela y de la biblioteca.
—¿Existen textos específicos, solo para niños y niñas?
—Aquí adhiero a las palabras de María Teresa Andruetto, gran referente de la literatura en la Argentina, quien habla de una literatura sin adjetivos. No creo en ese adjetivo de infantil y juvenil, porque la buena literatura es para todos. Incluso aquí en la librería hay libros que el mercado dirige exclusivamente a niños y jóvenes, pero son libros que podemos disfrutar todos. Así que hay libros que disfrutan más los adultos que los niños o las niñas, porque el placer que provoca lo bien hecho literariamente no tiene edad. Si bien existe la llamada "literatura infantil y juvenil", la buena literatura no admite adjetivos, no hay que encasillar los textos.
—Siguiendo ese camino de una literatura para todos, ¿los niños y niñas pueden leer de todo?, ¿se pueden abordar con ellos todos los temas?
—Claro, se puede leer sobre todos los temas. Lo que pienso y lo que trato de hacer es elegir bien, una selección cuidada respecto de la calidad literaria de los libros que vamos a ofrecerles a los más pequeños. Hay libros sobre algunos temas como las emociones, la identidad, el género, entre otras cuestiones, que en determinados momentos y según ciertas tendencias, el mercado impone, pero que son bastante literales y con un claro tono moralizador. A esos no los recomiendo. Es decir, se pueden abordar todos los temas, pero siempre que sea desde la buena literatura. No hay que subestimar a los lectores niños y niñas. En mi caso, me interesan los textos polisémicos, que interpelen, que abran posibilidades, que permitan "ensanchar la frontera", como dice Graciela Montes, y que contribuyan a que las infancias lean el mundo, pero también a que se lean y se conozcan, que es lo que hace la ficción, la buena literatura. La función estética en la literatura es lo más importante, más allá de la temática que aborde el texto. Hay muchos textos que tocan temas difíciles, también llamados textos perturbadores, pero que tienen gran calidad literaria y que se pueden compartir con los más pequeños.

—Dentro de los géneros literarios el cuento siempre es lo más recomendado, ¿es posible salirse de ahí y leer poesía?
—Totalmente, es necesario leer poesía. Trato de tener muchos libros de poesía, porque es un género que me encanta. A veces hay muchos prejuicios con la poesía, por ejemplo, uno de los más comunes es que la poesía debe "entenderse", aunque en realidad la poesía debe vivirse, sentirse. ¡Es un género hermoso! Hay además otros géneros más nuevos, como el libro-álbum, en el caso de literatura para niños y jóvenes. Es un género que gusta mucho, porque el lector puede completar el sentido del texto, es decir, el autor deja espacios a partir de la conversación o de la interacción entre la Ilustración y el texto para que sean llenados por el lector. Es un género que a mí me apasiona, son libros en los que es necesario leer tanto las imágenes o las ilustraciones como el texto escrito, es el diálogo entre dos lenguajes. Son libros fabulosos, especialmente para niños y jóvenes.
—Al comienzo te preguntaba por las lecturas de tus inicios. Ahora, como lectora adulta de libros para niños y niñas, ¿qué leíste recientemente que te marcó, o qué quisieras compartir con todos?
—Uno de los últimos libros que leí y me causó profunda emoción se llama "Niños", de la escritora chilena María José Ferrada. Es un libro homenaje a treinta y cuatro niños muertos durante el bombardeo en el Palacio de la Moneda en 1973, cuando terminaba el gobierno del presidente Salvador Allende y comenzaban 17 años de la violenta dictadura de Pinochet. Este libro es un homenaje que la autora hace pensando qué y cómo serían esos niños si aún vivieran. Es un libro que te pone la piel de gallina y te hiela la sangre. Este es un ejemplo de un libro destinado a los niños, pero tiene un trasfondo muy profundo, que te atrapa como lector.
—¿Influye la lectura en los sueños que tienen los niños?
—Sin lugar a dudas, la lectura influye en los sueños y en la vida de las personas. De los niños y de los adultos. Por eso coincido y siempre tomo las palabras de Graciela Montes, quien dice que la escuela es la gran ocasión para la lectura. Por mi recorrido como lectora, estoy segura de que todo empieza en la escuela, cuando no lo hace en los hogares. Hay lugares donde los libros no llegan, por ello es tan importante y necesaria la escuela pública. En la escuela secundaria donde estoy trabajando llevo adelante un club de lectura, donde nos juntamos con adolescentes cada quince días para hablar de libros que les recomiendo y que leemos juntos. La lectura, sin duda, cambia la vida de las personas.
—¿Cómo se despierta el gusto o el interés por la lectura?
—En principio, lo más importante es el acceso a los libros. Es necesario tener libros en la casa, en una biblioteca, o desparramados por distintos lugares de la casa. En segundo lugar, creo que es fundamental el modelo lector, que seamos los adultos los que leamos y los que acerquemos los libros. Es casi seguro que si un niño o niña ve a un adulto leer, probablemente quiera repetir esa práctica. Insisto en la necesidad de leer con los más pequeños, ya desde el vientre materno. Cuando veo entrar en la librería a un adulto con un bebé me da mucha alegría, porque sé que esos niños se están formando como lectores desde sus primeros años. Creo que acercar los libros y acercar la lectura amorosamente es la clave para la formación de lectores. En tercer lugar, hay que garantizar tiempo y espacios para la lectura. Hay que hacerse el tiempo para leer con los niños, a la noche o en el momento del día que tengas disponible. El tiempo de la lectura compartida genera un vínculo estrecho de los niños con el texto, pero también con el adulto que le está leyendo. Por último, pero no menos importante, visitar asiduamente bibliotecas, librerías, centros culturales y otros espacios que contribuyan el acercamiento de los niños y niñas con la lectura.
5inco imprescindibles

El árbol amarillo
Por avenida San Martín al mil trescientos de la ciudad de Resistencia se encuentra una de las librerías más acogedoras de la ciudad. Luminosa, cálida, ambiente saludable, fragante. Llegamos junto Fabián Maldonado y la recorremos. Laura Bogliotti y Marcela Ramírez nos esperan.

Mientras caminamos y miramos los libros, Marcela comentó que la librería surgió por necesidad personal. "Había libros que quería compartir con niños y niñas pero no los conseguía en Resistencia. Tenía que comprar en Buenos Aires o adquirir por internet. Durante la pandemia, estando encerrada, pensé en armar algo para que esos libros que me gustan también puedan estar en esta ciudad y que la gente no tenga que buscarlos en otros lugares".
Así que un efecto positivo que dejó la pandemia fue la creación de esta librería. Primero pensar en formarla y después el nombre: "Recuerdo que llevábamos muchos meses de encierro", rememora, "Llegó un momento en que necesitaba salir y un amigo me sugirió que mirara los lapachos florecidos. En ese momento salí y me relajé con las flores amarillas de los lapachos. La ciudad estaba florecida, y cuando tenía todo para la librería no dudé en llamarla así – El árbol amarillo".
*Fotos de Fabián Maldonado .
