Vida rural sin energía eléctrica y con inseguridad
A solo diez kilómetros de la ciudad de Sáenz Peña. "A pesar de todo, seguimos apostando a la chacra", sostienen.
Sáenz Peña (Agencia). El pregón del arraigo al campo sigue repitiéndose, pero muy cerca de la ciudad los que deciden seguir siendo rurales viven sin servicios básicos, como el de la energía eléctrica, y con el constante peligro de ser víctimas de la inseguridad.
En el departamento Comandante Fernández, a tan solo ocho kilómetros del aeropuerto de Presidencia Roque Sáenz Peña, en colonia Pampa Napenayaún residen personas que se resisten a formar parte de las apretadas barriadas de la ciudad.

Son familias de productores tradicionales del centro chaqueño, esos de mediana escala que alguna vez fueron los responsables de dar origen al domo agrícola central de la provincia. En esa zona vive María Esther Alsogaray de Dubina junto a su esposo Cornelio.
El lugar está a minutos de la segunda urbe del Chaco y carece del servicio de energía eléctrica que el Estado debiera proveer, como ocurre en las urbanizaciones, a cada habitante de una zona rural cada vez más despoblada por las dificultades que existen para tener una mejor calidad de vida.
María Esther es de origen santiagueño, casada con un descendiente de ucraniano, don Cornelio Dubina, vivieron mucho tiempo en la ciudad para volver al campo hace poco menos de tres años. Su familia sigue apostando al ruralismo, como su hija Mónica y su yerno Sergio que encontraron en la propuesta del turismo rural una alternativa para seguir siendo "gente de campo".
"A pesar de todos los vaivenes de la economía y el desconcierto que hay, seguimos apostando porque la chacra es nuestra forma de vida, es lo que heredamos de nuestros antepasados y seguimos creyendo que es el trabajo lo que nos va sacar adelante" , refirió María Esther Alsogaray de Dubina, que en la charla con NORTE estaba acompañada por su vecina de ciudad Ruht Berruet, que también apuesta a "tener una vida futura en el campo".
La mujer, que se dedica a la cría de pollos, gallinas ponedoras, pavos y a la huerta, reconoce que "la vida en la zona rural no es fácil, pero con esfuerzo se apuesta a seguir quedándose a pesar de ver que la mayoría opta por irse" .
SIN LUZ EN EL SIGLO XXI
En esa vida de campo "lo que más hace ruido" es que aún no cuenten con el servicio de electrificación, estando a pocos kilómetros de la ciudad más importante del interior provincial.
"La realidad es que tuvimos que hacer un gran esfuerzo económico para poder proveernos de energía eléctrica a través de pantallas solares que nos brindan lo mínimo e indispensable para poner en funcionamiento unos pocos electrodomésticos y tener luz", contó María Esther.
La casa de la familia Dubina no es la única en el lugar sin un servicio esencial en un Chaco de temperaturas que alcanzan los 50 grados en el verano. "La red no está lejos, pero cuesta mucho y no hay intención política de extender la red que nos provea de luz a todos los que todavía queremos seguir viviendo en el campo" , resumió la esposa de Cornelio Dubina, un hombre que durante muchos años fue parte del foro de seguridad rural.
"La luz y el agua son servicios esenciales, con el agua en el campo de alguna forma nos arreglamos recolectando de las lluvias o con pozos, pero con la energía eléctrica dependemos de las obras del Estado" , agregó.
A oscuras y con inseguridad
La falencia de las políticas de Estado que relegan los servicios esenciales para los que apuestan al arraigo en la ruralidad tiene el adicional de que la inseguridad encuentra un aliado en la falta de energía eléctrica.
En la colonia Pampa Napenay, como en otros parajes rurales del centro chaqueño, la delincuencia está presente y la familia Dubina lo sufrió hace unos días. El corto lapso de tiempo en el que el matrimonio dejó la casa para recorrer el campo alcanzó para que amigos de lo ajeno ingresaran en su vivienda y se llevaran varias pertenencias, incluido el sueldo de jubilado del dueño de casa que estaba recién percibido.
"La apuesta es a seguir habitando la chacra, pero se vive con mucha tensión porque los delincuentes conocen cada movimiento" , refirió uno de los hijos del matrimonio. En este punto coinciden los vecinos de la zona en que "la seguridad es mínima o nula porque el personal policial no puede responder ya que son pocos, el área de cobertura es amplia y a eso hay que agregar que se sacan muchos recursos humanos para evitar que los movimientos sociales corten las rutas".
Alto costo
La inseguridad, que sigue siendo un gran problema para los habitantes de la ruralidad, se potencia con la falta de energía eléctrica, ya que además les impide contar con medidas paliativas como la instalación de cámaras que también tendrían que contar con un óptimo servicio de conectividad, lo cual parece ser una utopía.
La intención de seguir siendo campesinos en consecuencia requiere de mucha inversión, ya que es elevado el costo de un equipo para alimentar eficientemente el predio con energía solar y una familia de productores de mediana escala está imposibilitada hoy de pagar los valores vigentes.
"El problema es que nadie se hace eco de lo que realmente es el sacrificio de vivir en el campo, sin energía eléctrica y con hechos de inseguridad que nos impiden llevar una vida tranquila, porque todo el esfuerzo que se hace se desintegra cuando los delincuentes se meten en tu vida mientras que la Justicia y el Estado miran para otro lado" , mencionaron los damnificados.