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Pymes: ¿cómo mantenerse a flote?

Si tenés una pyme, sos emprendedor/a este es tu espacio. Te invitamos a participar todos los lunes a las 19 del vivo en nuestro Instagram  . 

El RMS Titanic fue el transatlántico británico conocido como el barco más grande e imponente de su época. El mismo se hundió en la madrugada del 15 de abril de 1912, dejando inconcluso su viaje inaugural desde Southampton a Nueva York.

Este naufragio conmocionó e indignó a multitudes en ese momento y aún hoy, debido al elevado número de fallecidos y a los evitables errores cometidos por su tripulación y los viajeros. Por nombrar solo uno de ellos: mientras que algunos pasajeros corrían a buscar botes salvavidas, otros, descreyendo de la tragedia que se les avecinaba, se atrincheraron en el salón principal a escuchar a la orquesta que seguía tocando. 

 

El cementerio de pymes será más grande que el de personas infectadas por el coronavirus

 

Lo antedicho puede encontrar un paralelismo en los acontecimientos críticos del año que corre. Hablo por supuesto de los efectos colaterales del COVID-19. De hecho, como se dijo infinidad de veces en este espacio, pasada esta pandemia, el cementerio de pymes será más grande que el de personas infectadas por el coronavirus.  

Aun así, no fueron pocos los que decidieron apostar por emprender en esta cuarentena, ya sea por falta de dinero o por exceso de tiempo. Entonces, como se ve, ante un mismo evento, mientras que unos se limitaron a estar más activos en sus redes sociales o a ponerse al día con sus series preferidas en las plataformas de streaming, están quienes en esta crisis vieron una oportunidad para adaptarse, capacitarse, desarrollar propuestas de valor e implementarlas.

El problema radica en que varios de estos incipientes emprendedores navegan en aguas turbulentas con un bote mal equipado, desconociendo si logrará mantenerse a flote o llegar a puerto seguro. Por ello, este artículo intentará echar luz sobre las nociones básicas de supervivencia de una compañía naciente. Proponiendo herramientas de análisis en orden de que quienes eligieron el esfuerzo de seguir remando en esta economía que se está hundiendo, por sobre el ocio y el entretenimiento inocuo, logren subsistir con sus proezas. 

Para empezar, cabe definir ¿qué es una startup o emprendimiento? Se trata de una entidad con una historia de funcionamiento limitada, pero con grandes posibilidades de crecimiento a través de prácticas asociadas a la innovación, el desarrollo de tecnología y los empleos de calidad.  Asimismo, es una INSTITUCIÓN HUMANA pensada para crear un NUEVO PRODUCTO O SERVICIO bajo condiciones de INCERTIDUMBRE EXTREMA.

Desmenucemos este último concepto para entenderlo un poco más en profundidad. Los lectores más escépticos y meticulosos pensarán que el término institución le queda muy grande al prototipo que alguien está intentando implementar en su garage o en algún rincón de su casa.  

Sin embargo, siempre que haya al menos un empleado creativo, un desarrollador de la inventiva, alguien que coordine las actividades y cree una cultura corporativa, por más pequeña que sea la iniciativa, se trata en efecto de una institución. 

El otro componente de toda startup es la presencia de un producto o servicio. Por norma general, el mismo debe ser innovador, dado que la organización debe dedicarse a generar nuevas fuentes valoradas por los consumidores, a fin de que su moción consiga ser sostenible en el tiempo. Si no se cumple con este punto, cual Titanic en el Atlántico, el proyecto se sumergirá en el océano de los planes que nunca arribaron a destino.

Finalmente, resta reflexionar sobre el último aspecto propio de todo impulso productivo: el entorno. Ahora bien, puede que la noción de elevada inseguridad en la cual surgen las ideas de negocio también suene exagerada, pero es una realidad que todo emprendedor debe aceptar. A propósito, el contexto en el cual va a lanzar su actividad es en alto grado incierto.

A su vez, es sabido que no se puede predecir el éxito de un comercio por más planificación que se le aporte.  La evidencia demuestra que la mayoría de las startups pasan a mejor vida y los últimos indicios dicen que el 90% de las pymes chocan con un iceberg en su primer año de existencia. 

No obstante, por más crudos que resulten estos datos, es trascendental tenerlos siempre presentes y no caer en falsas prospecciones basadas en historias de revistas especializadas. Esto debido a que dichas anécdotas suelen ser excepcionales, mentirosas y tendenciosas. En consecuencia, es vital remarcar que el éxito de una startup no es resultado de buenos genes o de estar en el lugar correcto en el momento adecuado. Tampoco es cuestión de esfuerzo desmedido o de iluminación divina.

Se trata más bien de la perseverancia y resiliencia del emprendedor, de tener una visión clara, controlar las expectativas y de una gran flexibilidad y capacidad de adecuación a las circunstancias. En vista de ello, se pueden presumir utilidades siguiendo el proceso correcto y, aun así, fracasar.  Lo importante es aprender de lo vivido para mejorar en el camino. Pues, en la escuela de la vida, la experiencia es tan educativa como la ciencia y se precisa de ambas para perdurar.

A continuación, y con el objetivo de hacer más comprensible al espíritu relativo al Emprendedurismo, ilustraré las concepciones mencionadas con un hecho reciente, abordado por colegas de GrupoSet, una de las consultoras más grandes de Latinoamérica a la cual tengo el orgullo de pertenecer.

Me refiero a las vivencias de dos emprendedoras de San Lorenzo, Santa Fe, quienes, tras sumarse a la invitación de consultorías express gratuitas para los clientes que requiriesen orientación ante los cambios devenidos por la pandemia, aprovecharon el ofrecimiento y pudieron contactarse con uno de los asesores más experimentados de la firma.

Videollamadas de por medio, las socias explicaron que una de ellas es diseñadora de moda y la otra administradora de empresas y que, hasta principios de este año, se dedicaban al alquiler de vestidos de gala para mujeres del segmento ABC1.

Frente al escenario del aislamiento social, ambas se vieron en la disyuntiva de tener que elegir entre cerrar sus puertas, esperar sin hacer nada aportando de su bolsillo los gastos fijos o realizar otra cosa hasta que puedan volver a abrir. Junto al experto, pusieron el foco en el corto plazo, indagando en las necesidades de su público objetivo.

Así surgió un bien con atributos innovadores: una bata o salida de baño para este segmento. En ese marco, compraron telas, la diseñaron y salieron al mercado renovadas. Hoy son vanguardistas el concepto hogareño de moda, estética y belleza, y aseguran no dar abasto con los pedidos, además de ser convocadas por diversos medios para comentar su historia.

Ellas pertenecen al honorable conjunto de emprendedores que con ganas, pasión y coraje innovaron en un ambiente incierto y hostil. Aquellos que eligieron el bote salvavidas de romper los paradigmas, en lugar de la cómoda resignación de escuchar a la orquesta. A eso lo invito, estimado empresario pyme.