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Historia y patrimonio cultural

Cartagena romana

Carthago Nova fue una ciudad cartaginesa conquistada por los romanos y convertida en una de las urbes más importantes del imperio en la península ibérica. 

Por Fabio Javier Echarri

El teatro, el foro y la Casa de la Fortuna son algunos de los testimonios culturales que conforman una de las más trascendentes etapas en la milenaria historia de la ciudad. 

Cartagena

Se ubica en la provincia de Murcia, en el sur de España, sobre el Mediterráneo, y a unos 450 km al sudoeste de Madrid y tiene más de 200 mil habitantes. Fue fundada por el general cartaginés Asdrúbal, con el nombre de Qart Hadasht –Ciudad Nueva– en el 227 aC, luego de derrotar a tribus íberas, y con el objeto de abastecer a Cartago de los minerales que se producían en la región. La ciudad creció y llegó a convertirse en la capital del reino en Hispania. 

Fue justamente allí desde donde partió la expedición de Aníbal a Italia, cruzando los Alpes con un gran ejército y dando comienzo a la II Guerra Púnica, en el 219 aC. 

En esta misma contienda el general romano Escipión el Africano atacó y tomó la ciudad y la rebautizó con el nombre de Carthago Nova, convirtiéndola en una de las más importantes urbes romanas en la península. Fue dotada de un foro y un teatro, y sus ciudadanos llegaron a tener el derecho romano de pleno. 

En 425 fue saqueada por los vándalos, recuperada por Roma hasta la caída del Imperio, y luego conquistada por los germanos. Hacia el 550 fue tomada por Bizancio y convertida en la capital de la provincia de Spania, con el nombre de Cartago Spartaria. En 622 la conquistaron los visigodos, que permanecerían hasta la invasión musulmana a Iberia –siglo IX–,cuyo dominio se extendió por varios siglos. Durante esa etapa la ciudad creció y prosperó, contando con mezquita y alcazaba. Fue tomada por los castellanos en 1245. Luego de años de disputas, durante el reinado de Isabel I, pasó definitivamente a estar bajo la jurisdicción de la corona de Castilla. 

Su situación geográfica privilegiada la convirtió en un enclave militar de importancia para España y en un puerto comercial y militar trascendente, que fue acompañado de un notable crecimiento demográfico y urbano.

Las diferentes culturas que la habitaron y las vicisitudes por las cuales pasó en más de dos milenios de existencia la dotan de un patrimonio histórico-cultural trascendente, como los vestigios de la muralla púnica, el teatro romano, la muralla bizantina, el castillo de La Concepción, los refugios de la Guerra Civil, etc. 

Cuenta además con grandes y prestigiosos museos, tales como el Parque Arqueológico y Museo del Molinete, la Casa de la Fortuna, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática y el Museo Naval de Cartagena.   


Cartago Nova 

La ciudad poseía extraordinarios recursos naturales, que hizo que la nombrada Carthago Spartaria, por el esparto que había en los campos, utilizado en cestería y fabricación de cuerdas. También se la llamó Carthago Skombraria, por las salazones de sus pesquerías, y Carthago Argentaria por sus minas de plata. Fue un centro portuario de gran importancia para el Imperio, que ocupó su entorno con otros asentamientos como El Castillet, Mina Balsa, Los Ruices, Villa de Paturro, etc.  

Con Julio César, en el 44 aC, obtuvo el estatus jurídico de colonia gracias a la ayuda brindada por la ciudad en sus guerras con Pompeyo. Esta condición permitió el desarrollo urbanístico, con un trazado de calles que delimitaban espacios cuadrangulares, se levantaron edificios públicos y privados, y se concretó ya en la época de Augusto la construcción del teatro y el foro.  

A partir del siglo II comenzó un período de deterioro y despoblamiento que se profundizó en siglo III, como resultado de una crisis en la producción minera y abandono de guarniciones militares. Pero a pesar de ello se dieron importantes reformas administrativas en la península en épocas del emperador Diocleciano, que la dividió en seis provincias, una de ella Carthaginensis, cuya capital fue Carthago Nova.

Por decreto del emperador Teodosio, el 27 de febrero de 380, el catolicismo se convirtió en la religión oficial del Estado, que se dividió entre Oriente –con Constantinopla como capital– y Occidente –con Roma–, cuyos tronos ocuparían sus dos hijos. En Carthago Nova hubo indicios tempranos de cristianización.   

Vestigios romanos: el teatro

Es el principal monumento de la ciudad. Fue descubierto recién en 1988, oculto debajo de varias edificaciones en una loma del Monte de la Concepción. Se había construido bajo el reinado de Augusto, a fines del siglo I aC, y fue dedicado a los hijos de su esposa Agripa, Cayo y Lucio. Inaugurado en el año 5 aC, tenía capacidad para unos siete mil espectadores. 

La restauración y puesta en valor del teatro fue dirigida por el arquitecto Rafael Moneo y financiada por la Fundación Teatro Romano. Se respetaron las ruinas tal como se encontraron y se reconstruyó parte de graderío. 

La visita comienza desde el Palacio de Riquelme, desde donde un pasaje subterráneo lleva a un museo –inaugurado en 2008– donde se exhiben restos encontrados en las excavaciones, tales como columnas, capiteles, inscripciones y una maqueta que permite visualizar cómo era el edificio completo. Luego se accede a un corredor situado bajo la iglesia Santa María la Vieja, donde existen pasarelas metálicas que recorren los cimientos y permiten apreciar los vestigios de la cavea –sitio bajo las gradas del teatro–, la escena –escenario– y el pórtico. En lo que fue la cripta de la iglesia construida a fines del siglo XIX se encontraron los restos de dos habitaciones pertenecientes a una vivienda romana, cuyos mosaicos fueron utilizados para revestir el suelo de la capilla. 

La última sala de este complejo es el propio teatro. La cavea se articula en tres sectores horizontales divididos por escaleras radiales. El público accedía por dos pasillos laterales llamados aditus, sobre cuyas puertas había dinteles con los nombres de los dos hijos adoptivos del emperador. También por allí se accedía a la orchestra, que era el espacio semicircular en el que se encuentra el escenario, de una longitud de 43,60 m. Frente al graderío se situaba la scaena frons –fachada escénica- que alcanzaba una altura de 14,60 m.

Parque Arqueológico y Museo Foro del Molinete

Es uno de los mayores de Europa, con una extensión de 26.000 m2, de los que se han habilitado hasta ahora unos 3.000, correspondiente al sector de lo que fuera el foro romano. Se accede a través de un museo de sitio de tres plantas, que expone los objetos encontrados en las excavaciones del parque. Antes de la visita a las salas se presenta un documental que ilustra sobre la historia de la ciudad desde que fuera fundada por los cartagineses. En el recorrido se pueden ver restos de columnas, capiteles, inscripciones, esculturas, murales, mosaicos, candelabros, vasijas, utensilios, etc, expuestos con gran criterio estético y acompañado de cartelería e iluminación acorde.  

Entre los sectores más importantes encontramos el decumano (calle romana con orientación este-oeste), donde se observan partes de la antigua acera. Por allí se accede al exterior para visitar la Curia –donde se reunían senadores y hombres ricos–: allí se observa el piso ajedrezado fabricado con mármoles negros y blancos. 

El sector del Foro Colonial –una gran plaza– se ubicaba en el centro de la ciudad y a su alrededor se desarrollaba la vida política, comercial, social y cultural de la comunidad. Desde allí se accede a un área sacra, donde se ubica el templo de la diosa egipcia Isis y Serapis. La primera, para los romanos, era la diosa de la fertilidad, asociada al agua, las cosechas, la pesca y la navegación. Serapis es la combinación que le dieron los griegos a dos dioses egipcios: Apis, que se representaba en forma de buey, y Osiris, relacionado con la resurrección. 

Este sitio se recuperó en 2017, y se pusieron en valor restos que delimitan el entorno original del templo, tres capillas y cisternas subterráneas. El recinto sagrado estaba enmarcado por imponentes muros de sillares, y compuesto por un patio flanqueado por pasillos porticados con columnas corintias. En el centro se levantaba el templo –del cual se conserva el basamento–,presentando una fachada de cuatro columnas que protegían la capilla –cella– que albergaba la imagen de la divinidad.      

A través de un cardo –calle romana con orientación norte-sur– que conserva la marca de las ruedas de los carros, se encuentran las termas, el atrio y el peristilo –galería de columnas– que son observables desde una pasarela metálica que rodea el sector, pero con acceso por escaleras a los sitios mencionados. 

La comprensión del contexto es excelente, debido a la información brindada en la cartelería, acompañada con dibujos clarificadores. El piso del peristilo era de ladrillos, y en él se observan las diferentes habitaciones que presentaban pinturas de colores vivos.

El atrio –patio interior con una fuente de agua en el medio, con una superficie de 1200 m2, fue construido en el siglo I y tenía cuatro grandes salas. En ellas se encontraron las pinturas de las musas y del dios Apolo, y en épocas posteriores se utilizaron como viviendas familiares.  

Casa de la Fortuna

A unos 200 m del Museo Foro Romano se encuentra un museo llamado Casa de la Fortuna, en el subsuelo de una moderna construcción. Son los restos de una casa romana con una superficie de 204 m2 -que se sabe que fue abandonada en el siglo II dC– y dos calzadas que datan de finales del siglo I aC. Perteneció a una familia de buena posición económica, y estaba compuesta por un atrio en torno al cual se distribuían las habitaciones: los cubícula o dormitorios; el triclinium, donde se realizaban los banquetes; el tablinium o sala de representación; el hortus, o jardín; y la zona de los baños.

Gracias a las excavaciones se encontraron pinturas murales, mosaicos, vajilla doméstica, objetos de adorno, etc. Al lado se ubicaron dos estancias que podrían ser la cocina y una taberna. Las pinturas corresponden a la técnica de frescos y representaban elementos figurativos como candelabros, aves y faunos danzantes.

El nombre de Casa de la Fortuna se debe a que en un mosaico del ingreso posterior de la vivienda se lee la inscripción Fortuna propitia, que significa buena suerte. La musealización del sitio es excelente, con cartelería y gigantografías explicativas que permiten la comprensión de los distintos espacios, y con el agregado de réplicas del mobiliario en algunos sectores, y con la exposición de objetos en vitrinas.

Los restos romanos encontrados hasta la actualidad de la antigua Carthago Nova dan cuenta de que fue una ciudad importante para el Imperio, a pesar de haber sido fundada por cartagineses, y que como todas tuvo su etapa de auge y decadencia. 

Los trabajos de recuperación, restauración y musealización del teatro, el Museo Foro Romano y la Casa de la Fortuna, entre otros, dan cuenta de una ciudad preocupada por el rescate de su pasado histórico y de la revalorización de un patrimonio cultural que la distingue, convirtiéndola en un hito de interés turístico en España. Se sigue trabajando en su postulación para que sea declarada Patrimonio de la Humanidad. 

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