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Julio, el mes de la independencia argentina

  

Brotan en julio, del corazón de todo aquel que se considere patriota, palabras de rebeldía frente a lo que oprime, a todo lo que no deje ser a un pueblo quien quiere ser. Ser libre es poder expresar independencia. 

Por historia, por sabias decisiones que tomaron los distintos congresales de las Provincias Unidas del Río de la Plata el 9 de julio de 1816 en la Casa de Tucumán —provincia del mismo nombre—, se declara la independencia de nuestra patria, dejándonos como legado ese hecho histórico que quedó para siempre grabado a fuego como un hito sumamente relevante de nuestra historia nacional.

Esos congresales, representantes de cada una de las provincias unidas, interpretaban la demanda de un pueblo que se sentía independiente, que podía tomar sus propias decisiones, hacerse responsable sin depender de la corona española ni de ninguna otra dominación extranjera. Sin dudas, se marcaba un antes y un después.

Ese sentimiento independentista que se proyecta desde aquel 1816 e ilumina nuestro camino de cara al porvenir nos enfrenta hoy a disímiles desafíos, de un mundo globalizado, que nos demanda defender con énfasis esta patria libre y soberana que hoy tenemos. Y esa defensa no cesa, sino que debe ser permanente frente a amenazas de pérdida de esa soberanía manifestada a veces en la sumisión económica, otra cultural y de distinta índole, algunas incluso ocultas o no tan evidentes. Son épocas para estar muy alertas frente a amenazas internas y externas que conspiran con los grados de libertad que tenga la Patria para tomar decisiones, en definitiva conspiran contra nuestra independencia. Y son esos momentos en que nuestra independencia se pone en jaque.

Quiero significar que tal vez la mayor forma de dominación brutal que existe es la dominación económica, la imposibilidad de acceso al crédito, la posibilidad de no tener deudas y si se tienen que sean sostenibles, cumplibles y no a costa del hambre y la sed del pueblo argentino. El desafío de poder interactuar entre iguales en un mundo profundamente desigual. Ese dilema moral que nos interpela como seres humanos de entender que es necesario un mundo en el que los derechos humanos que hacen a la dignidad del hombre puedan ser garantizados en cualquier lugar donde cada persona viva. 

Hoy esta gran aldea que es nuestro mundo debe luchar decididamente porque cada Estado, fuerte o débil, pueda libremente expresar y ejercer su legítima soberanía como ejercicio de esa independencia. Que exista colaboración y ayuda con y entre los países más postergados, que se tenga una mirada solidaria, como cualquier persona la tendría con cualquier ser humano que más lo necesite. Este ideario que es tan simple de pronunciarlo y tan complejo de practicarlo a la luz de las dificultades que existen, con guerras económicas y militares como la de Rusia en su invasión a Ucrania que fue condenada por nuestro país.

Decía nuestro prócer Mariano Moreno en 1810: "Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía".

Vivamos el sentimiento que nos propone el mes de julio con el orgullo de ser argentinos, y con la esperanza de seguir apostando, luchando y propiciando que todo mejore y se encamine. Creamos que hay un futuro venturoso que nos espera y que no debemos defraudar a aquellas generaciones pasadas que han defendido la causa de la libertad, de la independencia hasta con su propia vida. También recordar a la generación de nuestros abuelos que tomaron la posta luchando y forjando nuestra identidad argentina. Cuidemos eso y procuremos, desde el lugar que nos toque, servir a la patria trabajando todos los días, procurando ser ejemplo de conductas cívicas y ciudadanas virtuosas. Enseñando con el ejemplo, sabiendo que a mayor nivel de responsabilidad y más cuando se trata de un cargo electivo, mayor será también ese ejemplo que debemos dar en nuestra labor diaria. De respetar para ser respetado, valorar al otro y proponer siempre un camino de paz, confraternidad y unión. Aun en medio del agobio de las complicaciones con las que nos azotan las dificultades económicas del país, procuremos atender a quienes más lo necesitan para que nadie quede excluido y sea una Patria con mayúscula que nos contenga a todos y nos permita seguir haciendo y fundamentalmente seguir soñando. Culmino estas líneas de nuevo citando a Mariano Moreno: "Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila. Viva la independencia, ¡Viva la Patria!".                                                        

(*El autor es intendente de Margarita Belén)