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La solidaridad de dos jóvenes en el peor día de incendios en Corrientes 

"Parecía una guerra" 

Los hermanos Pablo y Facundo Hernández salieron con lo puesto y se sumaron a quienes trataban de contener el avance de las llamas en parajes cercanos a Santo Tomé.  

Pablo Hernández (35 años, comerciante) y su hermano Facundo (21) viven en Santo Tomé, Corrientes, una de las zonas más castigadas desde hace semanas por los incendios que en esa provincia ya arrasaron con cerca del 10% de su territorio. El domingo, en el día de mayor virulencia del fuego y cuando casi todo el pueblo salía a ayudar, cargaron una camioneta y salieron con lo puesto con rumbo al corazón de ese infierno. 

Pablo y Facundo, luego de varias horas ayudando a apagar incendios en parajes y estancias cercanas a Santo Tomé, en Corrientes.

"Era todo un caos. Parecía una guerra", graficó ayer Pablo, en diálogo con NORTE y todavía con la adrenalina de aquel domingo de tantas horas en la primera línea de lucha contra el fuego. El impulso de salir a ayudar se gestó por iniciativa de su hermano Facundo (trabajador de un campo de la zona), que vía Instagram comenzó a recolectar –igual que mucha gente de la ciudad- agua y algunos alimentos necesarios para asistir a bomberos y brigadistas que estaban en la primera línea de lucha contra el fuego. 

"Todo el mundo estaba ayudando. Si te quedabas en tu casa, te sentías un poco incómodo", relató. Recordó así que el dato que lo movilizó fue saber que se prendía fuego un paraje, Los Bretes, donde hay varias chacras, casas precarias y es de difícil acceso, además de estar cerca de pinares. "A través de las redes sociales, empezaron a pedir que, quienes tuvieran camionetas, se acercaran porque los habitantes del lugar estaban sacando los muebles de sus viviendas, porque estaba llegando el fuego, y avanzaba muy rápido", contó. 

Ese fue el disparador y el resto de la historia tiene más vértigo aún: en la siesta del domingo, se vistieron con camisas y buzos mangas largas, y pantalones largos (como máxima protección posible), cargaron junto a su hermano la camioneta con botellas de agua y otros insumos, y salieron hacia Los Bretes, a unos 4 kilómetros de la ciudad, a buscar a gente que quería salir del paraje ante la inminencia de la llegada del fuego. 

Esa misión de ir a ayudar, llevando agua y otros elementos, se convertiría luego en algo más riesgoso: dar una mano para apagar el fuego. Es que ese domingo, Santo Tomé estaba rodeada por 17 focos ígneos y durante la mañana y tarde todavía no había caído una sola gota de lluvia. Era, sin exagerar y como lo grafica cada lugareño, un virtual "descontrol y un caos". 

 

Terminamos alrededor de las 10-11 de la noche apagando el fuego, cerca de la estancia Santa Ana. Porque hacías 100 mts y había fuego y gente corriendo. 

 

Hasta la noche 

"El pueblo estaba todo convulsionado", reflejó Pablo, contando que la ruta 14 estuvo cortada ese día, y había inspectores de tránsito abriendo paso a los vehículos que se dirigían hacia el paraje que era acosado por el fuego. 

"Terminamos alrededor de las 10 u 11 de la noche apagando el fuego, que ya estaba cerca de la estancia Santa Ana. Porque vos hacías 100 metros y había fuego y gente corriendo", relató, indicando que eran en su mayoría peones de las estancias, y unos pocos brigadistas, que se trasladaban rápido de un foco a otro. 

Esa camioneta donde habían cargado botellas de agua, terminó transportando tachos de 200 litros, cargados con agua de un tajamar que estaba cerca, y varias personas en la caja, para tratar de contener las llamas que estaban cerca del casco de la estancia Santa Ana. "Seguro es una historia que se repite por cientos", sostuvo Pablo.  

Justo en ese lugar bajó ese día el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, quien recorrió la zona junto al intendente de la localidad. 

En esa estancia –según relató el joven- daban todo casi por perdido, porque el contrafuego que hicieron a unos metros no funcionó, y entonces la policía y los brigadistas pidieron a la gente que se repliegue hacia la ruta 14. Algunos, como Pablo, no lo hicieron y se siguieron arriesgando en busca de contener las llamas, que encima provenían de una zona de pinos, eucaliptos y pajonales, todo altamente combustible y seco. 

Santo Tomé el domingo, acechada por los incendios.

"Habían hecho el contrafuego al lado del tacuaral que rodeaba la estancia, y por el viento se empezó a descontrolar. Los brigadistas nos quisieron sacar porque daban todo por perdido, pero los peones de la estancia estaban desesperados, casi llorando. Teníamos dos camionetas y ahí empezamos a cargar tachos de 200 litros, nos acercamos al tajamar y los cargamos. Volvimos al contrafuego y lo apagamos", relató.  

Como cuando algo apremia y el fuego sigue incontrolable, ese día y en ese lugar, pese a las múltiples voluntades, todo era bastante "desorganizado", según lo que Pablo puede sacar en limpio hoy, dos días después. Fue por eso que sus acciones tuvieron un poco más de cautela y respeto ante un fuego que avanzaba y un humo que empezaba a hacerles daño también. 

"Logramos controlarlo, pero al día siguiente se volvió a prender" 

"Logramos controlarlo, pese a que había viento", celebró Pablo Hernández, siguiendo con el relato de aquella odisea en la estancia Santa Ana; y contó también que esa noche una tenue lluvia logró mojar un poco el pasto. "Acá, el pasto está tan seco que agarrás un puñado con la mano y sale polvo", graficó. 

Al día siguiente, el lunes, pudo saber que en la estancia, los peones lograron salvar las vacas que estaban en un corral, luego de abrir el alambrado. Sin embargo, esa misma tarde, desde ese lugar volvieron a pedir la ayuda de la gente "porque se había prendido todo de nuevo". 

Ayer, el fuego se había alejado unos 10-15 kilómetros de los parajes cercanos a Santo Tomé, dando un respiro, pero quedándose ahí siempre amenazante. "Ahora la gente está abocada a salvar los cascos de campos y estancias", marcó. 

 

 

El día después 

Ante la contingencia y la inmediatez de apagar los incendios, salvando vidas y bienes, no muchos pueden pensar en el día después. Pero se sabe que las pérdidas son millonarias y la recuperación demandará tiempo y esfuerzos conjuntos. 

Según comentó Pablo, una de las actividades económicas centrales de Santo Tomé gira en torno a la industria forestal y a los aserraderos, que se quedaron sin su materia prima porque los incendios afectaron grandes extensiones de pinos y otras especies. También la ganadería suma grandes pérdidas. 

*Fotos: gentileza de Pablo y Facundo Hernández