"Pato Piola", el menos renombrado de los bandidos rurales
Martín Román, menos conocido que "Mate Cosido" o los hermanos Velázquez, fue el más hábil para evadirse de las cárceles.

Sus andanzas en el Chaco se sucedieron entre los años ´50 y principios de los ´60. Había nacido en San Luis del Palmar, Corrientes, el 5 de febrero de 1922. Luego de un raid delictivo muy importante en Corrientes y de llenar varios expedientes policiales, cruzó el Paraná y se instaló en Cote Lai, donde comenzó una carrera criminal muy importante.
Luego de cometer reiteradas estafas en Las Palmas, en 1954 fue procesado por robo calificado, privación ilegítima de la libertad y usurpación de autoridad, hechos ocurridos en el Tragadero y Margarita Belén. Por estos delitos fue encarcelado en la Unidad Regional 7, donde con habilidad importante se hacía pasar por enfermo y cuando era internado en el Hospital Perrando se fugaba. Esto ocurrió en dos oportunidades.
El sobrenombre de "Pato Piola" le fue adjudicado en una de sus primeras intervenciones delictivas en la zona, a raíz de las quejas de ganaderos que presentaron sus reclamos ante las autoridades policiales de Colonia Benítez, en los que consignaron que cuatreros carneaban animales en campos linderos al Tragadero.

En recorrida a orillas del río, dos agentes de policía sorprendieron "in flagranti" a tres malhechores al momento de cometer el ilícito; el dúo de agentes de las fuerzas de seguridad solamente contaban con un juego de esposas, cuando eran tres los delincuentes en la comisión del delito. Aseguraron por sendas muñecas a las dos personas más robustas, peo al individuo menudo lo ataron con una piola que los mismos delincuentes utilizaban para inmovilizar al animal, antes de la faena.
Fue maniatado de manos y pies, y la otra punta de la piola fue asegurada al tronco de un árbol, a orillas del Tragadero, que en ese momento estaba en creciente. Mientras uno de los policías fue a buscar refuerzos, el otro controlaba a los detenidos. Sin que nadie lo notara, el atado pudo liberarse de sus ataduras al arbol, no así de las de manos ni pies. A pesar de esa dificultad, comenzó, acostado, a dar vueltas sobre su propio cuerpo, logrando llegar hasta la costa del río, ingresar al agua y perderse en la profundidad.
El uniformado de custodia, al evaluar la situación, pensó que el malhechor había encontrado la muerte al pretender fugarse. Mayúscula fue la sorpresa de los que observaban el escenario cuando, a mitad del río, el detenido emergió del agua para tomar aire y siguió flotando, dejándose llevar por la correntada hacia la otra orilla, alejándose de los disparos del policía.
Al informar en la comisaría la huida del delincuente, que aún no había sido identificado, el agente declaró: "El detenido, a pesar de estar inmovilizado con una piola de las manos y los pies, cruzó el río nadando como si fuera un pato, llevándose consigo la piola con la que fue sujetado".
Desde entonces, y por carecer de identificación, se lo llamó "Pato Piola". A principio de los ´60 la policía chaqueña comenzó una persecución tenaz para dar con su paradero. "Pato Piola" había conformado una banda para asaltos y atracos en las rutas, donde sus cómplices lucían trajes policiales para despistar a las víctimas.
La persecución policial estaba encabezada por los comisarios Carlos Ojeda y Ramón Nicanor Pujol, quienes dieron con su paradero y lo detuvieron sin violencia alguna. Tras incautar armas y uniformes fue detenido en la comisaria de Colonia Benítez, en 1962.
Como era su costumbre, nuevamente hizo uso de su ingenio y otra vez logró fugarse. Perseguido por una patrulla, fue localizado entre Colonia Benítez y Margarita Belén, y luego de un intenso tiroteo "Pato Piola" cayó, muy mal herido. Cerca de su mano derecha quedó como testigo un revólver calibre 32 con cuatro vainas vacías y dos balas sin disparar. Inmediatamente fue transportado al Hospital Perrando, donde dejo de existir, el 15 de julio de 1962, como producto de las graves heridas de bala en la cabeza y el pecho. Todos los jefes policiales que actuaron en ese operativo fueron procesados por abuso de autoridad, pero al constatar que fue un tiroteo en funciones policiales fueron absueltos.
En su prontuario policial lo describían de esta forma: "Cutis blanco, cabello lacio castaño claro, barba afeitada, bigotes recortados, frente convexa y mediana, cejas juntas, ojos marrón claro y medianos, nariz convexa base bajada, boca mediana de labios delgados, mentón normal y orejas pequeñas apantalladas. De cuerpo pequeño -medía 1,65-, de profesión peluquero.
Cuenta la memoria popular que "Pato Piola" cayó en una celada y se defendió a puro coraje y chumbos hasta que una descarga cerrada lo abatió. La sorpresa de la partida policial fue cuando, ya tendido en el suelo, uno de los policías lo revisó y notó que en su pecho llevaba un pequeño hueso con la figura de "San La Muerte", quien protegía su vida. "Pato Piola", sin fuerzas, observaba cómo un agente le retiraba la figura. Ya moribundo, extendió su mano derecha, giró lentamente el antebrazo, y con el índice de la mano izquierda mostró el lugar y le pidió al agente que le quitara una medalla que tenía inserta entre la piel. El policía observó al jefe de la patrulla, que asintió con la cabeza. Bastó una pequeña incisión para extraer la medallita, figura de la Virgen de Itatí, de la que "Pato Piola" era devoto. Casi con alivio, miró al cielo y cerró los ojos, para no abrirlos nunca más.