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María Gómez, jefa de bomberos San Fernando

"Sin reposición de agua, se atrasa el control de incendios"

De contarse con acceso a reservas en puntos estratégicos de la ciudad se ganaría un tiempo valioso. 

Hace unos siete años que los bomberos enfrentan el mismo obstáculo. “Sin torres hidrantes para reabastecernos y controlar un incendio perdemos un tiempo valioso”, resume María Gómez, jefa de la agrupación de voluntarios San Fernando. El grupo intervino en el control de los focos más recordados por las pérdidas que generaron. Entre los recientes está el local comercial de Textibel, esta semana, y adonde acudieron como apoyo. Otro fue el teatro Sala 88, en febrero de este año. En ambos Gómez señala a NORTE un mismo problema: la carencia de acceso a una red eficiente. “No tenemos de dónde tomar agua; y si no es la falta de tomas para carga, no coinciden con el tamaño de las mangas o no hay presión suficiente”, agrega.  

Contrastes 

En el incendio del feriado puente la titular de la dotación describe que -como la mayoría de las dotaciones- acudieron como apoyo en un despliegue que demandó esperar a que cada refuerzo recorra unas 12 cuadras (2 de Febrero y Dónovan) para traer el agua que se necesitaba. 
El sistema de trabajo consiste en que mientras un grupo permanece fijo sofocando el fuego otros lo abastecen. 
“Bomberos de Fontana colocaron una pileta de 20.000 litros para que las demás dotaciones vayan volcando y de ahí se siga succionando”, describe.  
En la tarea en equipo intervinieron bomberos de Barranqueras, Resistencia, Fontana, Puerto Tirol, Margarita Belén y Puerto Vilelas. También acudió personal de Prefectura. 

Al lugar acudieron todas las dotaciones del Gran Resistencia.


Parte del operativo de mayor cuidado exigió el rescate de una mujer que estaba en la planta alta y retirar dos cilindros de gas -de 45 kilos- para prevenir explosiones. Además estaba el riesgo de un desmoronamiento de la parte superior. 

“Cuando vimos las imágenes nos quedamos pensando en una gravedad que en ese momento no vimos”, admite. Y hasta controlar por completo la situación asegura que pasaron unas cinco horas: de 21 a 2. Por todo esto María insiste en que de haber contado con agua suficiente ese tiempo podría acortarse.   “En Sala 88 pasó lo mismo, tuvimos las mismas dificultades: no teníamos suficiente”, sostiene. Allí había menos material combustible en relación con las dimensiones de las instalaciones; algo muy distinto a la casa de telas. “El espacio del teatro permitía algo de ventilación y nos permitía entrar”, compara. 


Sin convenio

"La ciudad creció y nosotros quedamos 15 años atrás", lamenta María Gómez. Foto de Jorge Tello.  

El día después del incendio en Textibel Gómez contó a FM Facundo Quiroga que la misma noche del jueves, cuando acompañaban las tareas de control del fuego en San Martín al 1.400, les dijeron vía telefónica que como no se  había renovado el convenio con el municipio de Resistencia no podían contar con el respaldo de camiones regadores.  
“Lo mismo pasó en el barrio San Cayetano hace unos siete años y después en el barrio Santa Inés (hace unos cuatro)”, recuerda. Sin lugares donde abastecer las unidades y evitar que se muevan o pidan a más bomberos se desnuda un problema estructural.

Por el aislamiento  

 “Así como tenemos impedimentos en la ciudad, también en barrios más alejados como Santiago 1 y 2, Chelliyí y Mapic donde los accesos y las calles internas se bloquearon por la pandemia. Si tuviéramos que responder a una emergencia por un siniestro no podríamos, es una barbaridad”, describe María . El planteo busca generar una reflexión sobre la conveniencia de algunas medidas que en principio buscaban frenar contagios limitando la circulación de vehículos. 

En la cuarentena el servicio también debió adecuar su funcionamiento y para evitar la circulación diaria, los voluntarios  permanecen 15 días en el cuartel y 15 en la casa. "Es importante que se sepa que los bomberos voluntarios no tienen un salario por este trabajo, tampoco una ART ni cobertura de salud, solo un seguro de vida por invalidez o muerte", detalla. 

La organización recibe un subsidio del Estado que deben administrar para todo el año. Con $1,7 millones tienen que ver cómo lo reparten para comprar un vehículo nuevo, en caso de necesitar; y mantener los que ya tienen, o renovar equipos de protección personales, que varían según el uso. A la lista de necesidades se agrega el combustible y la comida para un plantel de 16 personas.  
 

“La ciudad creció y nosotros quedamos 15 años atrás”  

“Con los años la ciudad se expandió y no se tuvieron en cuenta servicios clave, nosotros quedamos unos 15 años atrás”, lamenta María Gómez. 
La estación de Bomberos Voluntarios San Fernando se ubica próxima a la ruta nacional 16. En una zona de depósitos, comercios de grandes dimensiones y hasta plantas fraccionadoras de gas, asegura que no cuentan con un hidrante que para cubrir una demanda de esas proporciones. Con realismo afirma que ante tantos inconvenientes si se produjera un siniestro en las afueras de la urbanización “hay muy poco para hacer”.
Además recordó que por tratarse de una entidad de voluntarios reciben un subsidio anual con el que solventan desde comida hasta compra de equipos. 

El incendio de la tienda de telas.