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“Vamos a tener que pedir perdón por estos tiempos”

Obispo castrense dice que militares que integraron grupos de tareas durante la dictadura soportan “prisiones injustas”

“Tenemos que agradecer a muchos de los hombres de nuestras armas que han defendido a nuestra Patria”. “Hay presunción de culpabilidad y no el revés, como debería ser”.

El obispo castrense, Monseñor Santiago Olivera (segundo desde la derecha), fue designado para el cargo en marzo de 2017 por el papa Francisco.

   Buenos Aires, 15 (NA) - Monseñor Santiago Olivera afirmó que “a los acusados de crímenes de lesa humanidad se los presenta como lo peor” y remarcó que “sin desmedro de las gravedades que se puedan haber cometido, hay que mirar la historia con verdad y con Justicia, sin venganza”. Olivera arremetió contra la Justicia por el excabo de la Fuerza Aérea Julio Narciso Flores, de 61 años, condenado el pasado 2 de septiembre a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad que cometió a los 19 años como integrante de un grupo de tareas.

   El obispo castrense indicó: “Cuando la Justicia está ideologizada no es verdaderamente Justicia. Porque la Justicia implica escuchar; y para el detenido, poder expresarse. Y siempre debe prevalecer el sentido común. En este caso concreto, el acusado tenía 19 años. Con todo lo que eso implica. Este es un tema que requiere ser pensado con seriedad en la Argentina. Primero hay que conocer el mundo militar y lo que es la obediencia. Y después, pensar en el papel de un joven de esa edad. Que se lo haya condenado. Las injusticias me constan. Las he visto. Hace poco absolvieron a un hombre que  insistía en su inocencia. Estuvo ocho años preso. ¿Quién le devuelve los años detenido? ¿Y el dolor?”, añadió.

   “Dentro de unos años vamos a tener que pedir perdón por estos tiempos. En primer lugar porque -no sé si hay muchos que se animen a decirlo-, también tenemos que agradecer a muchos de los hombres de nuestras armas que han defendido a nuestra Patria. Esto es verdad. Ha sido gente que ha tenido que defenderse de ataques guerrilleros, perpetrados aun en tiempos democráticos, que han sido terribles. Vamos a tener que pedir perdón”, sostuvo.

   Además, el religioso continuó: “Muchos estamos callados y se están cometiendo graves atentados contra la Justicia, contra el derecho humano más elemental. Eso de las prisiones preventivas eternas claman al cielo. Es cierto, hay hombres enfermos. Me da mucha pena cuando han muerto sus mujeres, cuando no han podido estar para los bautismos o casamientos de sus hijos, de sus nietos. Me parece que a veces es crueldad. Y por eso insisto en que parece más venganza que Justicia”.

   Por último, para el obispo castrense en la Justicia hay presunción de culpabilidad “y no al revés, como debería ser, que existiera una presunción de inocencia. A veces no los dejan ni expresarse a los detenidos. Como si ya tuvieran la decisión tomada y todo lo demás fuera una pantalla”. Remarcó que muchos juicios por delitos de lesa humanidad “estarán viciados de nulidad” y añadió que “hay abogados que están trabajando en el tema”.

   “Lo que ocurre es que tampoco tiene mucha prensa quien está dispuesto a pensar a favor. El papa Francisco dice que hay que tener cuidado con las ideologías de uno y otro lado. A veces del otro lado también pueden ser muy duros. Al que se atreve a decir que se están cometiendo injusticias lo presentan como alguien que intenta bendecir otras cosas. Pero la Justicia es Justicia. También los militares lo viven así”.

   Por último, consideró que “fueron muchos años de hacer un solo discurso y se ha formado a muchas generaciones como si, en sí mismos, los militares fueran malos. Yo en estos dos años que llevo en este ministerio me he  encontrado con hombres de bien, de amor a la Patria, de amor a la familia, de amor a Dios. Pero hoy es políticamente incorrecto decir muchas cosas y sin embargo hay que decirlas”, concluyó.

Los “grupos de tareas”

   Los “grupos de tarea” formados por militares e integrantes de las fuerzas de seguridad durante la dictadura tenían la misión de secuestrar a las personas que el gobierno consideraba peligrosas, las que una vez atrapadas eran torturadas y en algunos casos asesinadas, en el sitio de cautiverio o fuera de él. Se han relevado muchos casos de fosas comunes en cementerios o lugares descampados, y es tristemente célebre el caso de los prisioneros arrojados al Río de la Plata, narcotizados. Muchas personas soportaron además el robo de sus hijos, que fueron entregados a familias adoptivas que frecuentemente no conocían la procedencia de los niños.

   Los participantes en este tipo de “tareas” no fueron juzgados en los primeros años de democracia merced a las Leyes de punto Final y Obediencia debida sancionadas tras las sublevaciones “carapintada” de 1987 y años subsiguientes. Posteriormente, se beneficiaron del indulto generalizado sancionado por Carlos Menem. Las víctimas y los familiares de las víctimas nunca dejaron de luchar para que los secuestradores, torturadores y asesinos que empleó el terror del Estado fueran llevados ante la Justicia, y nunca dejaron de reunir pruebas y recolectar testimonios sobre esos crímenes. Recién en la primera década de este siglo, tras la derogación de las leyes de impunidad, lograron que los criminales de lesa humanidad comenzaran a ser llevados ante la Justicia, que con sus particulares “tiempos” aún no ha juzgado a la enorme mayoría de los acusados.